Para la mayor parte de la gente hay dos cosas que son esenciales para su bienestar económico: empleos y salarios. Mucho se habla de cómo aumentar el empleo, pero incrementar los salarios es un problema mucho más espinoso. En países como los Estados Unidos, donde el desempleo ya es relativamente bajo, figuras como el presidente electo Donald Trump tienen que hacer frente a ese difícil desafío.

Los salarios no han experimentado un fuerte aumento en los Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Una de mis mediciones favoritas es la mediana de ganancia semanal real por empleado de jornada completa. Esa cifra no se ve muy distorsionada como consecuencia de quienes ganan mucho, de la inflación ni de los cambios de la cantidad de horas trabajadas. El siguiente es el panorama para los Estados Unidos.

La cifra apenas ha crecido en las tres últimas décadas, sólo un 3.5 por ciento. Cambiar esa situación sin efectuar despidos masivos es una prioridad.

La productividad, el gran objetivo

¿Qué es lo que hace subir los salarios? Si se pregunta a la mayor parte de los economistas, nos darán una respuesta simple: la productividad. Cuanto más produce un trabajador, más podría cobrar a cambio de sus servicios. Por esa razón los economistas suelen recomendar la educación como la principal herramienta para incrementar los salarios.

Era un buen consejo en el pasado: la educación pública universal creaba una fuerza de trabajo estadounidense calificada que era crucial para la industrialización, que elevó mucho los salarios. Pero es probable que los retornos de la educación hayan declinado: se podría dar cierto impulso a los salarios con universidades más baratas y educación vocacional, pero los grandes aumentos producto de cosas como la educación universal ya no son tales.

Por fortuna, la productividad no se relaciona sólo con habilidades individuales. La producción no se hace de forma independiente sino en equipos y organizaciones. Al hacer más eficientes las organizaciones, podemos incrementar el tamaño de la torta empresarial, parte de la cual fluirá hacia los trabajadores. Los economistas han advertido hace poco que hay grandes disparidades en lo relativo a productividad entre diferentes compañías y que esas diferencias tienen importancia en lo que respecta a los salarios.

Otra forma de incrementar los salarios es contribuir a que las empresas rezagadas se actualicen. Eso podría implicar una flexibilización de la protección de la propiedad intelectual o la prohibición de los acuerdos de no competencia. Facilitar que ideas y personas fluyan entre compañías podría aumentar la productividad general.

¿El fin de los sindicatos?

Pero la productividad no es lo único que determina los salarios; también la capacidad de negociación es importante. Los economistas piensan en la combinación de un empleador y un empleado en términos de una suerte de torta cuya distribución negocian el trabajador y la empresa. Dar a los trabajadores mayor capacidad de negociación ante sus empleadores reduciría los márgenes de ganancia y haría subir los salarios.

Algunos sostienen que sindicatos más fuertes son la forma de dar a los trabajadores mayor capacidad de negociación. Pero los sindicatos pueden aumentar los costos de compañías y gobiernos reduciendo la productividad. También pueden hacer subir tanto los salarios que las compañías dejan de ser competitivas en el plano global, lo que afecta al empleo. Es por eso que los sindicatos son un arma engañosa en la puja por mayores salarios.

Una mejor manera de aumentar los salarios es combatir el monopsonio, el término que usan los economistas para el caso de algunas compañías que son tan importantes para el ecosistema local que su capacidad de negociación se hace excesiva. En los últimos años, el gobierno de Barack Obama ha empezado a pensar en cómo restringir el poder del monopsonio.

Otra táctica para aumentar los salarios comprende aprovechar la fuerza de las ciudades. Las zonas urbanas de mayor densidad son más productivas porque cuesta menos transportar productos y personas en distancias cortas y porque las ciudades permiten que personas e ideas fluyan con más facilidad entre compañías. Mediante la creación de mejor infraestructura urbana y el rechazo de las leyes que limitan el desarrollo denso, los gobiernos pueden contribuir a elevar los salarios al hacer que la población se vuelva más urbana.

Por último, controlar los costos de salud es esencial para incrementar los salarios. El seguro de salud es una parte importante del pago que reciben muchos trabajadores estadounidenses. Cuanto mayores son los costos de salud, menos son las empresas que pueden permitirse aumentar los salarios. Aún no es del todo claro, pero algunas partes del Obamacare podrían haber desacelerado el aumento de los costos de la salud. Esas partes del Obamacare responsables de la reducción de los costos de la salud deberían mantenerse.

Si bien incrementar los salarios es difícil, hay muchas cosas que el gobierno puede hacer. El problema es que el gobierno de Obama ya hacía, o hablaba de hacer, la mayor parte de esas cosas. Eso hará que se intensifique la presión para que Trump revierta esas políticas a los efectos de diferenciarse de Obama, satisfacer a los legisladores republicanos o simplemente de irritar a los liberales. Pero si Trump quiere satisfacer las necesidades y las demandas de sus seguidores de clase trabajadora, debería mantener y ampliar las iniciativas del gobierno saliente.

Actualidad Laboral / Con información de Economía Hoy