¿Porque será? que cuando uno oye a encumbrados capitostes del gobierno como el Ministro de Finanzas hablando solemnemente desde el hemiciclo de la Asamblea Nacional sobre temas tan fundamentales como el Proyecto de Presupuesto de la Nación para el año 2016, tiene uno la incómoda sensación de que en algún momento va a soltar una carcajada exclamando “¡cayeron por inocentes!”.
Poco menos se podría esperar después de que por primera vez en la historia de la Nación, tal vez no solo de ésta sino de casi todas las naciones del mundo civilizado, un gobierno presenta un presupuesto en el que ni la base de cálculo inicial (los resultados del año precedente) ni la del período de ejecución guardan la más mínima conexión con la realidad económica que nos rodea.
Al parecer el inefable Ministro no necesitó saber cuál ha sido la pérdida de valor del bolívar en 2015 ¿”tan solo” 44% como ya juguetonamente asoma Maduro? O tal vez el 62% que significa la inflación de 160% que valida el FMI. Tampoco le interesa al Ministro apoyar sus cálculos en la actividad económica, que al parecer se contraerá 10% en 2015 y 6% en 2016, aunque no asome cifra alguna distinta.
Nada de eso hace falta para, silbando en la oscuridad, decir que el presupuesto será de 1.548 billones de bolívares y que el déficit fiscal no excederá el 2% del PIB. Claro está que no dice de que PIB, porque para calcularlo a lo que se conoce como “bolívares constantes” falta un pequeño detallito: que por ningún lado aparece en la perorata ministerial: la inflación del año 2015 en curso y la estimada para 2016.
Aun sin esos datos, tal vez podía haber una mínima pizca de coherencia si se hubiera ponderado una tasa de cambio que corresponda a la paridad del poder de compra (PPP) del bolívar, que obviamente no es la astronómica cifra de Bs 800 del dólar libre, pero tampoco la fantasiosa e inaccesible tasa de 6.30. Pero ni eso se logró, persistiendo la fantasía del 6.30 en la que no creen ni los venezolanos ni quienes intercambian con nosotros, y mucho menos los organismos financieros internacionales.
Termina el ministro diciendo:
“Para el año 2016 los objetivos de política económica están encausados en mejorar el comportamiento de las principales variables macroeconómicas, en función de retomar la senda de crecimiento económico, el control de la inflación, bla, bla,bla….” Y en este punto es en el que a uno le invade el temor de que venga una sonora carcajada del ponente.
Aurelio F. Concheso / Ingeniero
@aconcheso