“Recuperar la normalidad” es un término relativo. Es imposible que volver a la situación anterior a la pandemia sin una vacuna o una inmunidad generalizada. Una vez que acabe el confinamiento, la vuelta a la normalidad económica será de manera gradual. Todo entre grandes medidas de higiene y seguridad, evitando las aglomeraciones y comprobando semana tras semana los contagios para evitar un rebrote. Estas medidas van a suponer un gran reto para numerosos negocios, con aforos limitados en restaurantes y bares, conciertos, museos, universidades, colegios etc…, con su respectivo impacto en los resultados empresariales.
Además, una vez acabe el confinamiento, empezará a notarse la huella psicológica profunda y el miedo al contagio que ha dejado esta pandemia. Estos “animal spirits” o matices emocionales, tal y como señaló Keynes, juegan un papel importante en la economía actual. Sólo la vacuna y la inmunidad podrán hacer que volvamos a algo parecido a nuestra situación anterior al coronavirus.
La esperada vacuna parece que no va a llegar como muy pronto hasta 2021, una vez que haya pasado este brote. Y no solo hay que contar con el descubrimiento de la vacuna, sino también con su fabricación masiva y la distribución a nivel mundial, lo cual llevará tiempo. Por lo que es posible que pasemos varios meses en una situación como la que hemos descrito anteriormente, con su respectivo impacto económico.
Posibles escenarios
Respecto a la recuperación económica, los economistas distinguen varios posibles escenarios:
Flujo circular de la renta
A estos posibles escenarios hay que añadir la complejidad de que la pandemia está más extendida en algunos países y regiones que en otros, y también que las naciones y regiones se encuentran en distintas etapas en el desarrollo de la enfermedad.
Un buen modelo para representar la economía es el “flujo circular de la renta”.
En este modelo distinguimos tres agentes económicos: familias, Estado y empresas. Estos agentes están relacionados y son interdependientes.
Las familias compran bienes y servicios a las empresas que a su vez pagan, entre otras cosas, los salarios a los trabajadores. El Estado, por su parte, redistribuye mediante los impuestos y el gasto público. Todo es un círculo y está interrelacionado.
Pues bien, la prioridad del Estado en este momento es mantener funcionando este flujo circular, lo que significa conseguir que no desaparezcan las empresas y que las familias puedan seguir consumiendo bienes y servicios. A esto precisamente deben ir encaminadas las medidas económicas.
Por otra parte, a raíz del coronavirus y el confinamiento, estamos asistiendo a un mayor tránsito del mundo físico al mundo virtual. Las empresas que no puedan operar en Internet van a tener serias dificultades para adaptarse a este nuevo periodo, caracterizado por el distanciamiento físico. Como siempre, habrá sectores que tendrán que reinventarse hasta que haya una vacuna: ocio, aerolíneas, turismo etc.
Otros, sin embargo, han podido sacar partido del confinamiento: alimentación, ventas por Internet, fabricantes de productos sanitarios, entretenimiento en el hogar etc.
Debido a que muchas empresas no cumplen con los requisitos de distancia social y teniendo en cuenta otros factores como las aglomeraciones en el transporte público, el teletrabajo podría verse muy potenciado en los siguientes meses.
Por último, diversos estudios muestran que la pérdida de biodiversidad y destrucción de los ecosistemas está relacionada con el incremento en la transmisión de enfermedades infecciosas. En los últimos años estamos experimentando la proliferación de enfermedades como la COVID-19, MERS, Ébola o SARS, que aparecen de manera recurrente.
En definitiva, en cuanto superemos esta crisis, debemos aprender y trabajar tanto en la prevención de este tipo de enfermedades, como en un desarrollo económico sostenible antes de que sea demasiado tarde.The Conversation.
Actualidad Laboral / Con información de TicBeat / Jorge Hernando Cuñado