A medida que Rappi ha ido creciendo en América Latina, en particular en su país de origen, Colombia, también lo ha hecho un mercado en la sombra para los perfiles de los trabajadores de la empresa de distribución de reparto universal.
Rappi, una derivación ideada de la palabra "rápido", ha ganado unos 150.000 contratistas activos conocidos como "rappitenderos" y US$1.000 millones en respaldo del SoftBank de Japón desde que fue fundada por tres empresarios en 2015.
Pero en un país donde el desempleo urbano saltó a casi el 25% en julio, desde poco más del 13% en marzo antes de las restricciones para contener la expansión del coronavirus, y con más que una cuarta parte de la población viviendo en la pobreza, el trabajo como "rappitendero" es muy solicitado.
Con este telón de fondo, ha surgido un mercado negro en el que los perfiles falsos se venden por hasta US$160 cada uno, incluso en plataformas de redes sociales como Facebook.
Rappi dijo a Reuters que "cualquier mercado ilegal de cuentas es rechazado tajantemente por la marca". Facebook se refirió a sus condiciones de uso, que establecen que los puestos de trabajo no deben promover la actividad ilegal.
SoftBank se negó a hacer comentarios.
Todos los repartidores, muchos de los cuales son emigrantes venezolanos, afirmaron que el mercado negro fue alimentado por las cancelaciones de sus perfiles por parte de Rappi, y que la gente ahora paga para poder trabajar.
Rappi también afirmó en un comunicado que tiene un equipo dedicado al fraude que monitorea las actividades ilícitas y está construyendo una herramienta junto con la policía para verificar las cuentas de los trabajadores en tiempo real.
Reuters habló con más de una docena de rappitenderos en Colombia, donde trabajan unos 50.000, quienes dijeron que hay un fuerte comercio en las sombras de perfiles. Cuatro aseguraron que ellos mismos habían comprado una de estas cuentas.
"A mí también me tocó comprar una cuenta. Soy padre de familia. Tengo mi hijo, tengo mi esposa", dijo un repartidor que habló bajo la condición de anonimato por temor a repercusiones.
Todos los repartidores, muchos de los cuales son emigrantes venezolanos, afirmaron que el mercado negro fue alimentado por las cancelaciones de sus perfiles por parte de Rappi, y que la gente ahora paga para poder trabajar.
Bajo los términos y condiciones de Rappi, las cuentas de mensajería pueden ser bloqueadas por violencia contra minoristas, clientes y otros rappitenderos, conducta incorrecta al usar la aplicación y no mantener un alto nivel de servicio, entre otras razones.
Gabriel Carvallo, un emigrante venezolano mecánico de oficio, dijo que un día estuvo trabajando en las entregas de Rappi sin problemas, pero cuando intentó iniciar sesión al día siguiente, encontró que su cuenta había sido congelada.
"Me sale el anuncio que sale a todos. Está bloqueado por términos y condiciones. No te mandan un mensaje, no te avisan, no te mandan un correo", aseguró.
Actualidad Laboral / Con información de Americaeconomia