Cuando nos levantamos para ir a trabajar desmotivados, y en el caso de puestos de gran responsabilidad también, es evidente que estas padeciendo síntomas de estrés laboral.
El estrés es un estado de fatiga con altos niveles de excitación y ansiedad, donde el cuerpo se pone en alerta para superar los retos a los que nos enfrentamos.
Indicadores físicos: aumento de la tensión muscular, cambios en la frecuencia respiratoria, pulso elevado, manos y pies fríos, boca seca, palmas de las manos “sudorosas”, necesidad de orinar con frecuencia, cambios repentinos en el apetito, ojeras, inquietud y desasosiego, cambio en la sensibilidad y en la respuesta sexual.
Indicadores de los procesos mentales: incapacidad para concentrarse en las tareas, cambios repentinos en la forma de manejar los problemas, tendencia a cometer más errores, aumento de la falta de memoria.
Indicadores emocionales: irritabilidad, ansiedad no específica, aparición de fobias y miedos, risa nerviosa, reacciones defensivas a los comentarios de los demás, depresión.
Indicadores conductuales: cambios súbitos en las costumbres de trabajo, mayor absentismo, apatía, aumento de la torpeza.
Y todos estos síntomas se producen por una serie de agentes estresantes, que si logras identificar a tiempo podrás afrontarlos.
Áreas de intervención:
- Actitud mental: desarrollar las habilidades que son necesarias para el alto rendimiento mental. ¿Cómo? Mediante la concentración, el control de las emociones, la creatividad, resiliencia (salir indemne de dificultades), el optimismo, la actitud positiva o centrarse.
- Nutrición: este factor es muy importante y a veces lo dejamos pasar de largo. Un programa nutricional adecuado contribuye a mejorar la función cerebral, disminuyendo el nivel de confusión mental ocasionado por una excesiva demanda, aliviando la ansiedad, el déficit de atención o la depresión.
- Movimiento: el movimiento regular supone un incremento en la calidad y cantidad de vida. Se recomiendan 30 minutos de caminata diaria.
Nutrición
-Comida: aliméntate de manera inteligente para estabilizar la glucosa, evitar picos de hambre y arrasar con la máquina de snacks de la oficina. Para ello, ingiere de manera frecuente para canalizar energía y no dejes pasar más de 4 horas sin comer. Desayuna sano (algo de fruta, zumo, pan integral con aceite y te o café con leche desnatada o de soja). Hay que comer proteínas.
-A media tarde se produce una bajada de glucosa. Hemos de tener en cuenta que una situación prolongada de estrés acaba generando grasas que se almacenan en la franja abdominal. Esa tensión provoca la ingesta de dulces. ¡Error! Llévate un yogur desnatado, una pieza de fruta, una barrita integral, pavo o un trocito de queso blanco.
-La hidratación es muy importante. Un cerebro deshidratado no rinde, y eso es lo que ocurre cuando tenemos resaca. El beber agua hace que se desintoxique el cuerpo, que drene lo suficiente como para tener energía y sentirte más ligero. Hay que evitar en la medida de lo posible la cafeína y el alcohol, dos factores deshidratadores.
Plan especial para mujeres
Las estadísticas han demostrado que las mujeres tienen mayor predisposición a sufrir estrés que los hombres, debido a ciertos factores genéticos. La experta Susana Cantón ha elaborado el Programa Especial Ellas, centrado en las siguientes bases:
-Mental
Se ponen en marcha estrategias para evitar los pensamientos contraproducentes por muy arraigados que estén, pues merman la energía, dificultan el enfoque, la agilidad mental e inducen a la emocionalidad negativa. Debido a factores biológicos, sociales y psicológicos es posible que acusemos un mayor impacto en el estado de ánimo, pero puede ser gestionado.
-Nutricional
Se definen las pautas personalizadas para alcanzar un estado fisiológico que conduce a la mujer a su máxima capacidad física y mental. Se consigue con el reparto preciso de nutrientes en base a un análisis previo. Su efecto “mágico” previene la enfermedad, elimina el ansia y el comer emocionalmente, invierte el proceso de envejecimiento, adelgaza, mejora el rendimiento físico y facilita la mejora de las relaciones con los demás.
-Física
A pesar de las densas agendas repletas de compromisos laborales, familiares y sociales se aprende a incorporar rutinas de ejercicio. A efectos de evitar el deterioro asociado al estrés y la edad, se desarrolla la capacidad cardiovascular, la tonicidad muscular, la flexibilidad y agilidad articular.
Actualidad Laboral / Con información de Noticias 24