Desde principios de año, el gobierno de Maduro ha venido tomando medidas que no pueden ser caracterizadas de otra forma sino como de un ajuste severo de la severamente distorsionada economía venezolana. La tasa cambiaria oficial más alta ha deslizado de Bs 50 por $ en diciembre a unos Bs 649 esta semana, un 1.200% en 6 meses. Se han liberado algunos precios, como el de los huevos que reaparecieron como por arte de magia a cuatro veces el precio irreal al que fueron controlados, y la impresión de dinero por el BCV ha reducido su ritmo ascendente, provocando una fuerte restricción de liquidez que ha llevado la tasa interbancaria a niveles de 12% en algunos casos.

Estas medidas han logrado que el dólar libre o “innombrable” para el gobierno, retrocediera de su nivel máximo de Bs, 1.212 en marzo, a estabilizarse por los lados  de Bs 1.000. Entretanto, quienes eran considerados como los más pragmáticos del gabinete, como el Vicepresidente de Economía Miguel Pérez Abad y el Presidente de PDVSA Eulogio del Pino se ocupaban de concretar planes de ajuste de tarifas como el de las telecomunicaciones el primero, y la posibilidad de refinanciamiento voluntario por canje de los bonos de PDVSA 2016/17 el segundo. Ambos aderezando sus discursos con promesas de devolución eventual de propiedades arrebatadas a sus legítimos dueños para que las pusieran a producir.

Claro que estas medidas tienen su costo político, ante una severa escasez y una inflación anualizada que en julio tocó 565%, y enfrentado con ese costo político, Miraflores dejó ver su esquizofrenia, paralizando los ajustes en tarifas de telecomunicaciones que ya habían sido concertadas y firmadas por sus propios ministros con empresas privadas y públicas del ramo. Para que no quedara duda del frenazo esquizofrénico, el mismo día el Presidente Maduro destituía a Pérez Abad, presentando su sucesor, un profesional altamente preparado en la Universidad de Moscú de la desaparecida URSS. Aunque los rumores no se han materializado hasta ahora, éstos indicaban que del Pino estaba a punto de correr igual suerte, ante la presión de los radicales que al parecer tienen la última palabra por ahora.

“Tanto nadar para morir en la orilla” dice el dicho popular. Luego de haber pagado un alto precio por lo más severo del ajuste, se echa por la borda lo que podría comenzar a hacerlo más potable: refinanciamiento de deuda, acuerdo con los multilaterales, unificación cambiaria y estímulo a la inversión privada. ¿Triunfo de los ideólogos? ¿Desconocimiento de las complejidades de la economía? ¿Temor a admitir que le Socialismo del Siglo XXI fue una destructora quimera? Probablemente una combinación de estos y otros factores que hacen de la esquizofrenia, el signo más característico del pomposamente llamado Madurismo.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

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@aconcheso