Actualmente nos encontramos en una encrucijada como país, en la que el amiguismo y la viveza han desplazado el estado de derecho y los valores de los venezolanos.
En el pasado, el empleado valoraba a la empresa y el trabajo como forma de progreso, hoy sin embargo se busca un progreso sólo en los beneficios, sin el trabajo que el mismo conlleva. Nos hemos transformado de un país progresista y productivo en un modelo que fomenta la improductividad y el ausentismo, un sistema en el que el más vivo sale ganando, mientras que los que trabajan ganan si es que logran obtener "lo justo".
Precisamente es a ese modelo al que nos ha llevado la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT), impidiendo el trabajo provechoso, recortando las horas extras y aumentando la protección de la improductividad, debiendo señalar que los actores del proceso nunca fueron invitados a participar, en donde hoy son los sindicatos tan perseguidos como las empresas por buscar aumentar la productividad y con ello el beneficio colectivo, ya que a fin de cuentas sin dinero no hay trabajo.
Por todo ello es que escribo el título del presente escrito, buscando a viva voz algo de cordura, alguien que pueda ayudarnos a volver a encaminar nuestro país, para que el venezolano recupere el amor por el trabajo y busque ganarse verdaderamente el salario, porque mientras eso no suceda y sigamos permitiendo el abuso y el atropello iremos perdiendo cada día nuestra esencia y nuestros valores para convertirnos en algo que nunca podrá recuperarse.
El llamado no debe orientarse únicamente a las empresas, sino también a los trabajadores, a fin de que podamos tomar consciencia de la realidad en la que nos encontramos y construir beneficios mutuos que a la vez se transformen en beneficios a la población en general.
Es por todo ello que la modificación de la LOTTT viene a ser una exigencia, no de la derecha venezolana, como han querido hacer ver algunos oportunistas, sino más bien de los mismos trabajadores, quienes han comprobado mermas en sus beneficios y un palpable deterioro en la calidad del trabajo. Ahora bien, no resulta suficiente con modificar la ley sin que se modifiquen las políticas y se permita un verdadero progreso, interpretando la legislación conforme a derecho y no a intereses particulares, retomando con ello el estado de derecho y con éste lo más importante, los valores del venezolano.
Diego Castro / Abogado
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