21-05-2021
 

La pobreza extrema alcanzó su mayor nivel en las últimas dos décadas: 12,5% de la población, según las proyecciones hechas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal. Una estadística que quizás no dice mucho, pero que en la práctica es sinónimo de hambre.


Una de cada ocho personas se va a la cama con el estómago vacío. La mayoría no tiene agua potable, ni electricidad. Con suerte consigue un techo improvisado para cubrirse de la lluvia o el sol.


Y uno de los efectos más graves de vivir con hambre está relacionado con las secuelas que deja a largo plazo, como el irreparable deterioro en el desarrollo cognitivo y físico de los niños. “Todo lo que se había avanzado en este siglo para disminuir la extrema pobreza se perdió durante la pandemia”, le dice a BBC Mundo Alberto Arenas, director de la División de Desarrollo Social de la Cepal.


¿Dónde aumentó más la pobreza extrema?


El aumento de la pobreza extrema depende de la situación en la que se encontraba el país al momento en que llegó la pandemia, qué tan grave fue la situación de salud pública y de qué manera reaccionó el gobierno para enfrentar la crisis, señalan expertos.


Los países de Latinoamérica donde más subió la extrema pobreza en 2020 son: México, Honduras y Ecuador, según las proyecciones hechas por la Cepal. “Hay una relación entre la extrema pobreza y las transferencias monetarias hechas por los gobiernos”, dice Arenas, refiriéndose al dinero que el Estado le entrega directamente a las personas más vulnerables.


“Si no fuera por las transferencias monetarias los indicadores sociales serían mucho peores”, apunta, agregando que es importante mantenerlas.


Los únicos países donde bajó la pobreza y la extrema pobreza son Brasil y Panamá


Mientras en Brasil la extrema pobreza cayó de 5,5% a 1,4%, en Panamá registró una disminución de 6,6% a 6,4%. A diferencia de lo que ocurrió en aquellos países donde las ayudas fiscales fueron menores -ya sea porque no tenían más posibilidades de endeudarse o porque el gobierno tomó la decisión de seguir una política más austera-, Brasil y Panamá focalizaron gran parte de sus desembolsos en los sectores de menores ingresos.


Eso se explica, entre otras razones, porque en la región más de la mitad de los trabajadores son informales. Por lo tanto, para llegar a ellos, la manera más eficiente en esta emergencia, dicen los expertos, era optar por la política de entregarles dinero. Paradójicamente en Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro tuvo por mucho tiempo una actitud negacionista frente a la pandemia, al final del día fue el gobierno que más recursos destinó a enfrentar la pandemia como porcentaje del PIB.


Una decisión aún más compleja si se considera que Brasil es el país con la mayor deuda pública de la región. En los dos extremos de las ayudas fiscales por la pandemia está Brasil y México: mientras Brasil destinó cerca de un 8% de su PIB, México solo gastó un 0,7% del PIB.


Y es que las decisiones de gasto de esta envergadura no solo tienen un carácter técnico.


Desde un punto de vista político, por ejemplo, mientras los programas sociales estuvieron vigentes en Brasil, la popularidad del mandatario subió.


Y en la medida que esos estímulos comenzaron a ser retirados, la popularidad del presidente comenzó a bajar.


Los paquetes de estímulo fiscal


Las ayudas fiscales en Latinoamérica variaron sustancialmente de un país a otro. Los dos extremos fueron Brasil y México: mientras Brasil destinó cerca de un 8% de su PIB, México apenas gastó un 0,7%. El aumento de la pobreza extrema depende de cómo estaba el país en el momento en que llegó la pandemia, qué tan grave fue la situación de salud pública y de qué manera reaccionó el gobierno para enfrentar la crisis.


Esos desembolsos incluyen gasto público y medidas de alivio tributario (que se consideran como ingresos no percibidos por el fisco en relación al pago de impuestos).


Este tipo de medidas fiscales representaron en promedio un 4,5% del PIB, considerando a las mayores economías de la región, le dice a BBC Mundo Jorge Roldos, subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. Aparte de esos recursos, explica Roldos, los países también gastaron cerca de un 3,5% del PIB en el financiamiento de créditos “blandos” y garantías, principalmente a pequeñas y medianas empresas (que suelen llamarse medidas de apoyo a través de instrumentos de liquidez). Los paquetes de estímulo fiscal destinados a apoyar familias, empresas y el gasto de emergencia en salud, lograron contener en parte el aumento de la pobreza y la indigencia, pero no pudieron detener su aumento.


En aquel escenario, la pobreza y la pobreza extrema se dispararon en medio de una profunda recesión económica, lo cual significa que los gobiernos recibieron menos ingresos y, al mismo tiempo, tuvieron más gastos. El resultado ha sido un aumento de la deuda y del déficit fiscal, que probablemente se convertirán en uno de los mayores desafíos que enfrentarán los países de la región cuando acabe la emergencia.


Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negociacios / Original de BBC