10-02-2020

El Banco de México (Banxico) es pionero entre las autoridades monetarias de América Latina en la inversión de una proporción de sus reservas internacionales en bonos verdes. Así lo confirma una información divulgada por el propio instituto central. Actualmente, el Banco de la Reserva de Perú, así como el Banco de la República de Colombia, están en proceso de invertir sus activos internacionales también en este tipo de bonos, destacaron funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)- Habitat.


“Desde 2016, el Banco de México expandió su alcance en inversiones responsables por conducto de su participación por primera ocasión en el mercado de bonos verdes; e incorporando este tipo de instrumentos, a su universo de activos elegibles para la inversión de la reserva internacional”, precisó el banco central en un documento sobre Riesgos Climáticos Ambientales. A partir de entonces, otros institutos centrales como el Banco de Francia o el Banco de Holanda integraron los objetivos de sostenibilidad medioambiental en la gestión de sus reservas.


En la sede de las Naciones Unidas, los funcionarios explicaron que para ser seleccionados los bonos verdes por parte de los institutos centrales, deben tener una calificación crediticia mínima de “A-”; que está en el escalón de los emisores “sobresalientes” y corresponde a los que tienen las más bajas probabilidades de incumplimiento. Este tipo de títulos debe cumplir con los principios de los bonos verdes de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA) y/o, con los requisitos definidos por las obligaciones climáticas por la iniciativa de Bonos Climáticos.


Banxico verde


De acuerdo con los funcionarios de la ONU- Habitat, el Banco de México se ha convertido en una de las autoridades más activas en promover objetivos de inversión sostenible y responsable entre las instituciones con las que opera. Y ha tenido un papel determinante, para incorporar en el contexto de la operación de las autoridades monetarias globales el riesgo que puede generar, en la estabilidad financiera, el cambio climático y la contaminación del medio ambiente, refirieron.


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Los funcionarios de ONU-Habitat precisaron que a fines del año 2017, el Banxico fundó con otras siete autoridades monetarias, la Red de Bancos Centrales y Autoridades Supervisoras para Enverdecer al Sistema Financiero (NGFS, por su sigla en inglés). El resto de los fundadores de esta Red son: Banco de Inglaterra; Banco Popular de China; Banco de Francia; Bundesbank (Banco Central de Alemania); Banco de Suecia; Autoridad Monetaria de Singapur y el Banco de Al Maghrib. Desde ese momento, la Red ha crecido en casi 50 miembros y 10 observadores de todo el mundo entre los que sobresalen el Banco de Pagos Internacionales (BIS por su sigla en inglés); Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario internacional (FMI).


La Red NGFS es un foro de participación voluntaria cuyo propósito es compartir las mejores prácticas y contribuir al desarrollo de la administración de riesgos relacionados con el cambio climático y el medio ambiente del sector financiero. Y también promueven la movilización de financiamiento para apoyar la transición hacia una economía sostenible.


Cisne Verde


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El BIS, que es uno de los observadores de la Red de Bancos Centrales para enverdecer al sistema financiero (NGFS) donde está el Banco de México, alertó en el más reciente Foro de Davos, que los eventos relacionados con el cambio climático pueden detonar un deterioro en el sistema financiero de magnitud global. Ahí explicó que los bancos centrales tendrían poco que hacer, en una crisis originada en el impacto financiero del cambio climático; pues “es muy poco lo que podrían hacer los recursos monetarios y financieros contra los impactos irreversibles de las catástrofes naturales”.


En el documento, titulado “El Cisne Verde”, donde alude al término utilizado en la crisis mundial de 2008 al “cisne negro”, que es una irrupción poco común e inesperada del deterioro de una fracción del sistema financiero; alertaron que sí puede venir un impacto económico de orden sistémico del deterioro ambiental. Los expertos del BIS explican que son cuatro las acciones a desarrollar en una prudente gestión del riesgo:


1- Promover la visión de largo plazo apoyando valores e ideales de finanzas sostenibles.
2- Incentivar a la política fiscal al fomento de la transición ecológica.
3- Incrementar la cooperación en asuntos económicos por parte de las autoridades internacionales y financieras.
4- Apoyar iniciativas que promuevan mayor integración de dimensiones climáticas y financieras en las normativas contables de las empresas.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista México