Para alcanzar el nivel de los oradores y voceros profesionales es necesario aprender y entrenarse. Una de las condiciones principales es no tener miedo, ya que esta emoción suele ser una gran limitante para el 75% de la población que padece lo que técnicamente se llama “glosofobia”.


Es frecuente que en situaciones cotidianas haya personas con mucha habilidad para relacionarse con los demás, incluyendo un muy buen uso del lenguaje hablado y gestual. Y estas mismas personas puestas frente al público o detrás de un micrófono, comienzan a vivir algunas pesadillas en vivo y en directo, como taquicardia, disminución de la potencia de su voz, sudoración en exceso, pérdida de auto confianza, temblores y padecimientos de distinto tipo.


Por eso es relevante conocer las 15 cosas que no conviene hacer, cuando debas afrontar situaciones de oratoria ante el público. Siguiendo estos consejos podrás dominar el arte de hablar en público en forma tranquila, con expresividad y auto determinación.


No hables sin prepararte


“La práctica hace al maestro”, dice el dicho. Las presentaciones, por breves que sean, se preparan y se ensayan. Recomendaciones: diseña tu presentación con al menos dos semanas de antelación. Léela, reléela, acórtala al mínimo, y practícala lo suficiente frente a una cámara como la del móvil, para revisarla y mejorar, y frente al espejo.


Evitar el contacto con el público


Los oradores inexpertos temen a la mirada de los demás. Por eso huyen del encuentro ocular con ellos. Recurso: esfuérzate por hacer contacto visual; es una herramienta muy poderosa para persuadir y darte cuenta, incluso, de quienes están prestándote atención. Así, podrás apoyarte en ellos en tus momentos de debilidad en escena.


No des todo por hecho


Tú conoces en profundidad el tema. Esto no quita tu responsabilidad de que todos se interesen y los motives aún más. Si das por sentados aspectos que, para ti, no son relevantes, es posible que pierdas la atención de gran parte del público que necesita esos puentes conceptuales para seguir tu disertación. Recurso: trabaja la estructura con un comienzo, un buen desarrollo y un excelente final de esos que jamás se olvidarán.


Procura no ser acartonado


Te verán frío y distante. Hay muchas escuelas que enseñan oratoria clásica, y empiezan con los modelos de Platón y Sócrates. Hoy, lo que necesita la gran mayoría del público es la cercanía emocional; demuéstrales que eres de carne y hueso y uno más de ellos. Siempre estarán dispuestos a ayudarte durante tu exposición. Recursos: lanza algunas preguntas retóricas; hazlos participar levantando sus manos o de cualquier otra forma no invasiva si no estás seguro de tu dominio con el grupo. Sé empático en todo momento.


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No estimules tus cinco sentidos


El 55% de la comunicación humana es gestual, el 38% el tono de tu voz, y apenas el 7% lo que dices en palabras. Y de este 7% se recordará el 10%. Si no estimulas lo visual, lo auditivo, las emociones, lo táctil, lo olfativo con un aroma agradable en la sala, o bien aireándola convenientemente y manteniendo un buen clima, perderás la atención del público. Recurso: trabaja toda tu ponencia traduciendo a los cinco sentidos. Haz foco en las ideas expresándolas como imágenes (para los visuales), con cierta musicalidad y cadencias (para los auditivos) y con anclajes emocionales (para los kinestésicos).


Evita la mirada pesada y ver a las mismas personas


Estarás poniendo incómodo al público y permitirás que el resto sienta que no los tienes en cuenta. Cuando focalizas en pocas personas desaparece tu naturalidad, y aflora tu narcisismo e, incluso, la agresividad o dominancia. Recursos: mira siempre a todos; “panea” con la vista a los distintos sectores de la sala. Involúcralos todo el tiempo.


Cuida lo que dices, haces y expresas con el cuerpo


Si no lo haces, las personas no te creerán, ya que la comunicación se nutre de una coherencia transversal inconsciente. Recursos: debes ser totalmente coherente en tu decir, andar, gestos y las acciones que llevas a cabo dentro y fuera de escena.


Sonríe con moderación


Muéstrate excesivamente serio todo el tiempo, y habrás dejado a la gente a la deriva. Recurso: utiliza la sonrisa y el ablandamiento con gestos de calidez, lo cual significa que también puedes ser suavemente firme, por ejemplo, para compartir conceptos más duros. La sonrisa abre puertas y corazones.


No hagas chistes de mal gusto


Si eres muy buen humorista, dedícate a ello. Si no lo eres, no utilices tu espacio de oratoria para intentar seducir con tu pésimo decir de las humoradas. El público te rechazará, porque odia a quienes se pasan de listos. Ni hablar de aquellos que hacen chistes de doble sentido. Recurso: utiliza el humor con gracia y elegancia.


Evita las poses que bloqueen tu vínculo con el público


Sentarte detrás de una mesa -y es peor cuando no se te ven las piernas y pies-; cruzarte de brazos, estar con las manos en los bolsillos mientras haces tu oratoria, son poses cerradas y de bloqueo. Recursos: mantén tus manos disponibles, ya que son un excelente apoyo para enfatizar, enumerar y darle sentido a lo que dices. Tu cuerpo habla, aunque no te muevas. Utilízalo. Practica lo suficiente para verte natural y no forzado.


Olvídate del discurso memorizado


Es lo peor que puedes hacer. Recursos: ensaya lo suficiente para recordar los lineamientos principales. Luego, llénalos con tus ideas y agrégale tu toque de personalidad. Aquí tienes el plato servido, sin necesidad de ser una máquina repitiendo un texto que, si te olvidas, te dejará mal parado.


El público detesta las muletillas


“Ehhh”, “esteee…”, “mmmm”, “indudablemente…” y tantas otras frases atentan completamente con la integridad y seguridad de tu alocución. Las muletillas son las excusas ante la falta de preparación, y el público lo percibe de inmediato. Recursos: utiliza frases puente, y enriquece el ida y vuelta con alguna pregunta retórica sencilla; por ejemplo, “Sin embargo, sobre el mismo aspecto, quisiera invitarlos a profundizar en…”, “Seguramente muchos han tenido la oportunidad de conocer…”, “¿Cómo vamos hasta aquí? ¿Resulta interesante lo que estoy compartiendo?”.


Si tienes un tic nervioso, contrólalo


Esto desorienta y quita el foco por completo. Recurso: trabájalo con un profesional de la psicología, psiquiatría, foniatra si es audible, y elimínalo. Es un gran beneficio para tu oratoria y tu vida en general. Habla más lento; date el tiempo de pensar las ideas, y no que las expreses a borbotones. Muchas veces los tics son producto de la ansiedad. Practica ejercicios de respiración, yoga, elongación, mindfulness y cualquier otra cosa que te devuelva la calma y el equilibrio.


No te distraigas


El universo del público está en la suya; así que no salgas de tu enfoque en ningún momento. Eres el capitán del barco. No abandones a tu tripulación, y condúcela a buen puerto. Recursos: haz una ficha pequeña, con tus notas esenciales, que serán no más que unas diez palabras escritas en tamaño grande. Cada vez que te pierdas, vuelve a tus notas y retoma inmediatamente.


Por nada del mundo leas tu presentación de PowerPoint


Nada peor que un orador que, además de decirlo, lo lee en la pantalla. Recursos: debes saber que cualquier apoyo visual es sólo eso: un apoyo. La sustancia de tu contenido está en ti. Utiliza imágenes, colores, letras grandes. Proyecta contenidos complementarios con lo que dices. No repitas textualmente lo que está leyendo el público.


Para terminar, un plus sumamente relevante: si abres una sección de preguntas y respuestas, debes preparar la metodología. ¿Te preguntarán a voz alzada? ¿O habrá un block de notas y lapiceras entre el público para que las escriban? ¿Tendrán todo el tiempo del mundo o tu indicarás el ritmo y control? ¿Permitirás reflexiones, o solamente preguntas? Necesitas preparar de antemano toda la metodología para no caer en excesos, y que el público sienta que no los dejaste participar.


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