En 1914, tan solo seis años después de que el Modelo T de Ford arrasara en Estados Unidos, Henry Ford dio un paso radical y revolucionario: duplicó el salario de sus trabajadores y redujo los turnos en sus fábricas de nueve a ocho horas.


No es de extrañar que la medida de Ford fuera ridiculizada por muchos en aquella época. Sin embargo, no tardó en demostrar que sus críticos estaban realmente equivocados. Y hasta el día de hoy, en parte gracias a la innovación de Ford, las investigaciones demuestran que la cantidad adecuada de trabajo puede desempeñar un papel esencial a la hora de mantener a los trabajadores sanos y productivos.


¿Qué pasaría si más de nosotros - especialmente los que somos propensos a la adicción al trabajo - pensáramos como Henry Ford?


La revolucionaria decisión de Ford tuvo lugar más de medio siglo antes de que nadie hablara de la adicción al trabajo.


El psicólogo estadounidense Wayne Oates acuñó por primera vez el término "adicto al trabajo" en 1971, definiéndolo como "la necesidad incontrolable de trabajar sin cesar". Sin embargo, ese trozo de historia revela una verdad intemporal: cuando trabajamos demasiado, todo el mundo sufre.


En realidad, no hay pruebas de que trabajar más tenga ningún beneficio real para los resultados generales. En un estudio, los directivos no pudieron distinguir entre los trabajadores que realmente trabajaban 80 horas a la semana y los que simplemente fingían hacerlo. Los investigadores no encontraron pruebas de que trabajar menos significara lograr menos, o viceversa.


Muchos de nosotros nos centramos de forma obsesiva en el trabajo debido a que nos sentimos bien al tener un propósito. Tener talento en algo y contribuir a una causa mayor puede, sin duda, mejorar nuestras vidas. No obstante, trabajar demasiado puede tener el efecto contrario.


Los estudios sugieren que el exceso de trabajo está relacionado con una serie de problemas de salud, como el estrés crónico, la falta de sueño, el abuso de sustancias e incluso la depresión. También se ha demostrado que el exceso de trabajo acelera el deterioro cognitivo y los problemas de memoria, lo que va en contra del propio trabajo.


Nadie se propone ser un adicto al trabajo. A continuación te presentamos algunos principios que te ayudarán a dejar de estar obsesionado con el trabajo.


Complacer a todo el mundo todo el tiempo es imposible


Si crees que complacer a todo el mundo te hará triunfar, recuerda que a la larga harás feliz a menos personas si te quemas. Empieza por analizar tu capacidad de dar. Cuando seas transparente contigo mismo y con los demás sobre lo que puedes y no puedes hacer, producirás un mejor trabajo y mantendrás la cordura.


Encuentra un sentido fuera del trabajo


Como ya hemos mencionado, muchos de nosotros dedicamos nuestra vida al trabajo porque es satisfactorio ser bueno en algo. Es divertido ser creativo y resolver problemas. Sin embargo, también es importante tener salidas satisfactorias y creativas fuera del trabajo.


Encuentra un propósito en tu vida personal invirtiendo tiempo en tus relaciones. Dedícate a una afición, como la escritura, la fotografía o la pintura, para que tu creatividad fluya fuera de la oficina. Hazte voluntario en una organización local para sentir que ayudas a la gente de forma tangible.


Al principio puede parecer contraproducente, ya que las aficiones y las relaciones no siempre conllevan las mismas recompensas cuantificables que los aumentos de sueldo o los nuevos clientes. Pero con el tiempo, tendrás algo que esperar además de revisar la bandeja de entrada.


Rompe con los pequeños hábitos


Romper con la adicción al trabajo no consiste solo en cambiar la mentalidad. También requiere cambiar tus hábitos. Por ejemplo, si demuestras a tus compañeros, al director y a los clientes que estás disponible después de las horas de trabajo respondiendo a las llamadas o revisando el correo electrónico durante el fin de semana, estás sentando un precedente. La gente esperará que estés disponible un martes a las 7 de la tarde o un domingo por la mañana, y perpetuarás el ciclo.


Piensa en cómo tus hábitos cotidianos perpetúan tus comportamientos laborales más amplios, y luego céntrate en corregirlos. Por ejemplo, cuando quieras mantener tu trabajo en la oficina, pon el teléfono en modo "no molestar" después de las 6 de la tarde y guarda el portátil en tu maletín en casa. Este hábito es pequeño, pero te entrena para estar plenamente presente cuando estás con tu familia.


Empieza y termina tus días con algo más que el trabajo


Cómo empiezas la mañana marcará el tono del resto del día. Si compruebas el correo electrónico del trabajo antes de salir de la cama, estarás "encendido" incluso antes de llegar a la oficina.


La trabajadora social Melody Wilding anima a "terminar el día" con rituales que te hagan sentir feliz. "Comienza el día con un ritual matutino que te haga sentir feliz. Te ayudará a crear una sensación de dominio y autocontrol, todo ello antes de que pongas un pie en la oficina o abras tu bandeja de entrada", escribe. "Termina el día con una actividad divertida para que tengas una razón para salir del trabajo a tiempo. También te da algo que esperar y mantiene la rumiación a raya".


Pregúntate qué es lo que realmente te importa


En última instancia, la forma en la que pasas tu tiempo refleja lo que valoras. Si deseas superar tu adicción al trabajo, pregúntate por qué es importante para ti trabajar menos. ¿Cómo quieres sentirte? ¿Para qué quieres vivir? ¿Con quién quieres pasar más tiempo? Recuerda: al frenar tu adicción al trabajo, no solo estás trabajando menos. También estás mejorando tu salud, tu creatividad y tu productividad. Estarás más disponible para las cosas - y las personas - que más te importan.


Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negocios