Si estás decidido a dejar tu empleo, sigue estos consejos que te mostramos para garantizarte un buen porvenir (y un plácido descanso nocturno).


Abandonar el puesto de forma educada y pacífica: puede que sea el sueño de tu vida. Te levantas de tu escritorio, recorres las filas perfectamente alineadas de compañeros y entras al despacho. Allí está tu jefe y es tu momento: “¡Eh tú, ¡coge este trabajo y métetelo por donde te quepa!”. Pero no, en el lugar de hundir tu carrera profesional opta por ser amable, suprime tu rabia, sonríe y ofrécete para quedarte mientras encuentran un sustituto. Tus compañeros de profesión van a hablar de ti, y a menos que te haya tocado la lotería, necesitarás trabajar en algún futuro próximo.


Acaba cordialmente con los compañeros: puede que las tentaciones de alardear sobre su nuevo proyecto sean atractivas, pero no lo olvide: puede que haya compañeros que estén cansados como tú. Hablar mal de la empresa antes de dejarla puede dejar una huella negativa entre colegas de profesión. No menosprecie el networking, acabar bien con sus compañeros es tan importante como con su jefe, ya que, al fin y al cabo uno de ellos puede serlo algún día.


No actúes como un temporizador que está a punto de sonar: una vez que da la noticia de que se marcha, sabe que le queda poco. Y puede relajarse, siendo este un error común. No actúe como si desease marcharse. Ofrece todo tu rendimiento como el primer día, después de todo su actitud es lo que van a recordar jefes y futuros contactos profesionales.


No aceptes contraofertas del jefe: cuando crees que te largas, que respiras libertad –al menos temporal-, tu jefe te ofrece mejores condiciones. Ni lo pienses, no. Él ya sabe que no estás 100% entregado y que le has sido infiel con otra empresa a la que planeabas largarte. Las cosas solo pueden ir a peor: agradece la oferta y mantente firme. De otro modo, no pasarán muchos meses hasta que planees irte de nuevo.


No guardes rencor y no hables mal de la empresa: Felicidades, lo conseguiste. Ya estas fuera de la empresa… pero no del negocio. Recuerda que hablar mal de la compañía en la que trabajaste ante tu nuevo jefe solo creará desconfianza. Además, nunca sabes de nuevo cuando vas a compartir oficina de nuevo. El pasado, pasado está.


Actualidad Laboral / Con información de Forbes