De acuerdo con la ex funcionaria del Gobierno de Estados Unidos y autora de Criando a un emprendedor, Margot Machol, este tipo de personas son no solo aquellas que fundan un negocio lucrativo. Para ella, un emprendedor es aquel sujeto que elabora una idea, para luego convertirla en algo real, traduciendo una pasión a un proyecto.


Machol es, además, la madre de dos hijos que han decidido avanzar por la senda del emprendimiento. La autora señala que las mejores lecciones que se pueden sacar para los hijos, tras haber escuchado un montón de consejos parentales, giran en torno a fomentar en ellos la curiosidad y el atrevimiento.


Concretamente, para elaborar su libro Machol preguntó a 70 padres y madres de los que hoy son adultos exitosos. Estas son algunas de las medidas que esos progenitores tomaron en su momento para fomentar la valentía y la confianza de sus retoños.


Ser curiosos y nunca temerosos


Para la autora, esto significa que a veces se les permita romper algunas reglas. Un ejemplo es la directora ejecutiva de la compañía que analiza el impacto de las plataformas de negocios en redes sociales, Shareablee. Tania Yuki asegura ser curiosa y arriesgada desde pequeña, cuando ya con 4 años le gustaba tocarlo todo en las tiendas de lujo.


Yuki recuerda como una dependienta descubrió que había cogido algo, así que fue y se lo arrebató. El padre de la hoy directora ejecutiva le dijo entonces a la dependienta que: "Es una niña curiosa, si rompe algo lo pagaré".


La misma agradece aquella actitud de sus progenitores. "En aquel momento, supe que mis padres siempre confiarían en mi", le aseguró a Machol. "Nunca tuvieron razones para desalentarme con nada que me resultase curioso, por lo que nunca sentí que mi curiosidad tendría consecuencias".


Independencia con una edad temprana


Margot Machol afirma rotundamente que todos los padres entrevistados coincidían en algo: cuanto antes se les den grandes responsabilidades a los hijos, más probable será que desarrollen su confianza y su independencia.


El socio fundador de The Soze Agency, empresa que crea campañas corporativas, el cual desarrolló su amor por el teatro con 14 años. Michael Skolnik escribía con esa edad diferentes cartas a 50 productores de Broadway, pidiendo hacer prácticas con ellos. Consiguió un sí de uno de los.


Sus padres trabajaban muchas horas, y no podían llevarle desde su condado hasta Nueva York a diario, pero consiguieron que se alojase él solo en un apartamento que unos amigos suyos tenían en la ciudad. En aquel verano de prácticas y con 14 años de edad, Skolnik vivió el solo en otra ciudad.


No hicieron que sus hijos renunciasen a sus pasiones


No es sencillo confiar en resultados que todavía no se pueden atisbar, pero los padres de estos exitosos adultos confiaron en las decisiones de sus hijos a la hora de decidir cómo querían gastar su tiempo.


Eric Ryan, co-fundador de la compañía que crea productos de limpieza Method Products (valorada en 100 millones de dólares), tenía pasión por navegar de niño. Aunque este admite que no era buen estudiante, asegura que compitió en navegación desde cuarto de primaria y durante la universidad.


"Mi padre siempre estaba ahí para apoyarme con las regatas, a pesar de no saber de qué iba la navegación", explica Ryan. La autora explica que tanto él como muchos otros emprendedores de éxito que conoció desarrollaron una pasión, una que sus padres podrían no haber escogido para ellos.


Compartían sus propios problemas


Margot Machol afirma que no todos los adultos exitosos tuvieron facilidades de niños, ni mucho menos, sino que para bastantes personas la clave del éxito es haber aprendido a manejar el fracaso.


En el caso de Paige Mycoskie una de las mujeres artífices de su propio éxito más ricas de Estados Unidos, adquirió resiliencia de niña viendo a su madre superar situaciones adversas.


En un caso en el que problemas de salud por elevado colesterol obligaron a su madre a cambiar drásticamente su dieta, así como aprovechar para escribir un libro con recetas saludables (sin experiencia previa escribiendo libros y en lo editorial), Mycoskie vio un espíritu de superación de su madre y aprendió. La progenitora podría haber elegido el no mostrar a su hija sus problemas, para no hacerle sentir mal, pero escogió el camino de compartir con ella sus experiencias.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista