Para el año 2025, se calcula que en Europa las empresas de los cinco sectores más importantes de la economía colaborativa (alojamiento, transporte, servicios a hogares, servicios profesionales y finanzas colaborativas) generarán aproximadamente 300.000 millones de euros. La cifra es más de diez veces superior a los 28.000 millones de euros que produjeron en 2015. Cada año nacen más empresas dedicadas a estos sectores y cada vez generan más dinero.


La economía colaborativa o sharing economy ha pasado de ser una actividad residual, a un fenómeno que mueve miles de millones de euros, desde que el profesor de Harvard Lawrence Lessig, acuñara el concepto allá en 2008. Si bien, no tiene una definición clara ni aceptada por todos, la economía colaborativa incluiría todas las plataformas digitales dedicadas a poner en contacto proveedores y clientes (lo que se denominan P2P, peer-to-peer en inglés) para facilitar el intercambio de bienes y servicios.


El número de plataformas de economía colaborativa se ha multiplicado en pocos años y ha penetrado en grandes espacios de mercado. En España, por ejemplo, las tres plataformas P2P más grandes en el sector del alojamiento, entre las cuales está la poderosa Airbnb, ocupan el 65% del mercado de este sector de la economía colaborativa. Ante estos datos, parece que el sistema tiene serios problemas para adaptarse a este nuevo modelo de mercado. Es cierto que la economía colaborativa todavía tiene un peso escaso en el global de la economía española, pero eso cambiará. No puede ser de otra forma, puesto que la tecnología evoluciona a una velocidad pasmosa y la economía colaborativa se ve favorecida por estas innovaciones. Ahora los consumidores podemos acceder a ofertas más ajustadas a nuestros gustos, sin necesidad de pagar de más por ello. Podemos alquilar un transporte para cinco minutos o pedir comida a nuestro restaurante favorito sin movernos del sofá. Todo gracias a estas plataformas digitales. Y cada vez las usamos con mayor frecuencia.


Como resultado de esta incorporación de la economía colaborativa al sistema económico, en general de cualquier país, se está produciendo una avalancha de cambios muy intensos en el modelo de consumo y en los ámbitos social y laboral. Unos cambios que muchas veces no están resueltos eficazmente. Sin embargo, lo que pueden parecer problemas insalvables, en realidad son oportunidades de mejora. Son retos que las administraciones, la sociedad y las plataformas de economía colaborativa deben afrontar para garantizar un futuro más próspero.


1- Legislación adecuada


Por el momento, la economía colaborativa se mueve dentro de un marco regulatorio que no está diseñado para este tipo de iniciativas. Fijémonos en los problemas que se están generando en el sector del transporte donde operan empresas como Uber o Cabify. Por tanto, es indispensable un marco normativo que sea capaz de proteger a los consumidores y los trabajadores y, al mismo tiempo, que establezca las condiciones para una competencia en la que todos los agentes actúen en igualdad de condiciones.


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2- Evitar la precarización laboral


Sin duda, los mercados de plataforma ofrecen nuevas posibilidades para la creación de negocios innovadores y puestos de trabajo más flexibles. Sin embargo, los expertos alertan que la economía colaborativa comporta ciertos riesgos para el mercado laboral al orientarse hacia empleos con contratos en los que se cobra por servicio. El objetivo debe ser evitar que estas nuevas formas de empleo deriven en situaciones de precariedad laboral.


3- Protección de los consumidores


La novedad de la economía colaborativa todavía genera cierta sensación de incertidumbre entre los consumidores. No adquiriremos un bien o servicio, si no disponemos de toda la información sobre sus características ni sabemos a quién podemos reclamar si hay problemas. La clave está en un mejor reparto y protección de los derechos y deberes del consumidor.


4- Oportunidad de negocio


A nivel empresarial, la economía colaborativa expande las posibilidades para crear negocios y fomenta la aparición de empleos más flexibles. Una vez más, la innovación tecnológica juega un papel fundamental en este reto, ya que permite una mejor y más barata distribución de los bienes y servicios. Las empresas deberán ser capaces de adaptarse a esta nueva realidad.


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5- Soluciones a futuro


La economía colaborativa es un sistema económico que ha venido para quedarse. Plantea retos que deben afrontarse y, en este sentido, las universidades son fundamentales. Que estas cuenten con estudios de Economía y Empresas, cuyos profesionales e investigadores generen innovadores conocimientos, en torno al fenómeno de la economía colaborativa. En definitiva, abordan los desafíos globales con perspectiva analítica para proponer soluciones eficaces. Ese es el camino.



Actualidad Laboral / Con información de La Vanguardia España