Se llevó a cabo en Nueva York el Encuentro de Empleados Digitales, evento que reunió a lo más granado del mundo tecnológico, quienes debatieron el impacto que la automatización y las tareas programables, ya que sus detractores aseguran que supondrá una mayor destrucción de empleo que una creación de nuevas oportunidades laborales


Este encuentro fue auspiciado por la empresa IPSoft, líder en el desarrollo de interfaces de IA como Amelia, un software conversacional con “capacidades similares a las de los humanos” que funciona como un agente de enlace entre las empresas y el cliente final, generalmente para la resolución de dudas.


Sin embargo, a diferencia de los “chatbots” habituales, Amelia cuenta con una mayor capacitación contextual y flexibilidad que le permiten conversar fluidamente con los consumidores sin que sean conscientes de que la joven que responde sus dudas es un programa informático.


Para el consejero delegado de IPSoft, Chetan Dube, Amelia no pone en peligro el futuro del empleo, sino que supone un cambio en la cultura del trabajo donde se tendrá que apostar por funciones más creativas en detrimento de las rutinarias que serán ejecutadas por robots.


De hecho, su software permite “entrevistar” a estos candidatos computacionales para ofertas de trabajo, con 670 perfiles diferentes para tantas habilidades como ofrecen estos empleados en sectores que abarcan desde el bancario, los seguros o las telecomunicaciones.


“¿Cómo empezamos a educar a las mentes más lúcidas de que deberíamos empezar a hacer trabajos más creativos?”, se pregunta Dube.


Según Dube, el empleo de la Inteligencia Artificial en estas tareas rutinarias supondría un aumento del producto interior bruto mundial del 40 %, ya que trabajan veinticuatro horas, los siete días de la semana: “Debemos pensar cómo redistribuir esa nueva riqueza. Eso me preocupa. Debemos preguntarnos cómo evitar que quede en unas pocas manos”.


En este último asunto coincide el profesor de la Universidad de Stanford (California), Christopher Manning, uno de los mayores expertos académicos en el campo del aprendizaje para máquinas y la inteligencia artificial.


“Hay dos asuntos que deben preocuparnos: el primero es que la velocidad del cambio se está acelerando y cada vez cuesta más a los humanos adaptarse a este nuevo entorno. El segundo es redistribuir estos beneficios, reinventar la manera en que funciona el mundo”, reflexiona el docente de Ciencia computacional.


Si bien la preocupación es necesaria, afirma el académico, la inclusión de la Inteligencia Artificial no va a suponer solo desventajas, sino que podría suponer un nuevo entorno para las relaciones laborales.


“Creo que la actitud es ver que la tecnología mejora la vida de la gente. Si lo peor que puede pasar es que tengamos que ir hacia una jornada laboral de tres días porque la mayor parte del trabajo estará automatizado, eso no será algo malo, las vidas serían incluso mejores”, explica el profesor.


Para ello, pone como ejemplo un desarrollo tecnológico que cambió por completo toda una profesión: las hojas de cálculo, que ahorraron muchísimo tiempo a los contables, tanto como para desarrollar nuevos métodos que a su vez aumentaron el empleo en el sector.


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