Es apenas mediodía del lunes y Elvira Carvajal ha recibido tantas llamadas telefónicas que ya perdió la cuenta.

“Espérame un momentito”, se disculpa Carvajal mientras agarra su celular, que suena con insistencia sobre el escritorio, en la pequeña oficina de la Asociación Campesina de Florida, en Homestead.

Al otro lado de la línea se escucha la voz de una mujer desesperada.

“Estoy llamando para saber dónde hay trabajo”, dice, casi implora, la trabajadora agrícola. “Ahora mismo se podría decir que no tenemos ni para comer, este huracán se lo llevó todo”.

Carvajal escucha pacientemente, aunque por ahora no tiene mucho que ofrecer a la señora en el teléfono o a los cientos de personas que se han quedado sin empleo en el sur de Miami-Dade en las últimas dos semanas.

El huracán Irma causó graves daños en las regiones agrícolas del sur del Condado, como Florida City, Homestead y Redland, arrasando con cientos de acres de cultivo — particularmente de okra y aguacate. Las personas que siembran y cosechan esos alimentos que terminan en la mesa de familias alrededor del país se han quedado sin el sustento. Ahora se preguntan de dónde sacarán el dinero para comprar comida, pagar el alquiler, la electricidad y el agua.

“Son personas muy pobres”, organizaciones de campesinos ayudan a trabajadores agrícolas

Elvira Carvajal, de la Asociación Campesina de Florida, en Homestead, habla sobre las necesidades de la comunidad tras el paso del huracán Irma.

“Ya viene la renta, viene el bill de la luz y tenemos dos semanas sin piscar (cosechar) nada”, dijo Sofía, una inmigrante mexicana y madre de tres niños, que pidió no revelar su apellido. “Gracias a Dios que ya abrieron la escuela para que mis hijos puedan comer seguro ahí”.

Sofía, quien vive en un complejo de viviendas subsidiadas para campesinos en Florida City, trabaja ocho horas al día cosechando okra y gana menos de $200 a la semana. Contó que como estuvieron unos ocho días sin electricidad, tuvo que tirar a la basura la comida refrigerada.

El huracán Irma causó graves daños en las regiones agrícolas del sur del Condado y las personas que siembran y cosechan alimentos que terminan en la mesa de familias alrededor de Estados Unidos se han quedado desempleados.

Los daños en South Dade no son tan graves ni tan visibles como en otras áreas rurales del sureste de Florida: en Immokalee, en el condado Collier, Irma desmanteló casas móbiles e inundó barrios enteros. De todos modos, los trabajadores de la agricultura en Miami-Dade –la mayoría de bajos ingresos que viven de cheque a cheque, muchos indocumentados o que no hablan inglés y a veces tampoco dominan el español o creole haitiano– están desesperados.

La falta de trabajo agrícola en Miami-Dade también afecta a otros negocios

En la Tiendita Mexicana, un pequeño mercado en el complejo de viviendas Everglades, en Florida City, la falta de electricidad y de clientes debido al paso del huracán Irma causó pérdidas.

“Están llegando cada vez más personas a pedir ayuda… es gente pobre, que aun trabajando dos [personas] en la casa apenas alcanzan a pagar las rentas que están cada vez más caras”, explicó Carvajal, la coordinadora de la Asociación Campesina. “Estamos evaluando las necesidades a corto y largo plazo porque esto se puede extender”.

Muchos podrían estar sin trabajo hasta la próxima cosecha, de habichuelas y calabaza, que usualmente empieza a finales de octubre.

Necesitan alimento

Hacia las 3 de la tarde, un señor mayor entra a la oficina y se sienta callado mientras Carvajal atiende a otras personas.

“Dígame en qué le puedo servir,” finalmente le pregunta la coordinadora.

“Yo venía a ver si había algo con lo que me pudiera ayudar, como con un poco de comida, lo que tenga”, dijo el señor, con voz bajita, un poco apenado.

Ya no hay comida.

La organización había entregado todas las donaciones que lograron recolectar antes del huracán. Carvajal le dice que el domingo van a repartir los alimentos que logren reunir durante la semana. Lo que más necesitan son frijoles, lentejas, arroz, si es posible no enlatados.

La Cruz Roja y Farm Share han donado alimentos, sobre todo enlatados, en plazas cercanas a las viviendas de los trabajadores, y la gente ha esperado en filas bajo el sol para recibir la ayuda. Pero las provisiones son limitadas por familia y se acaban rápido. Además, la comunidad generalmente acude por ayuda a las iglesias y organizaciones de base, como la asociación de campesinos, el Centro Campesino o We Count, un grupo que defiende a los inmigrantes.

Además de repartir agua y hielo o de proveer un plato de comida caliente, esas organizaciones son cruciales para difundir información sobre ayuda de la Agencia Federal de Administración de Emergencias (FEMA) u otros servicios.

Centro campesino, por ejemplo, publicó información sobre alivio financiero para las personas que se hayan quedado sin empleo por el huracán, mediante un programa del Departamento de Oportunidades económicas de la Florida.

Pero muchas personas no calificarían para la mayoría de subsidios porque son indocumentados, o no entienden la información en inglés. Algunos tampoco dominan el español o el creole, sino solo sus idiomas nativos. Y los que podrían calificar para sellos de alimentos o alguna asistencia federal por tener hijos nacidos en Estados Unidos, tienen miedo de solicitar, dijeron varios activistas.

Surcos vacíos

El huracán no golpeó a todos por igual. Algunos trabajadores de viveros (sobre todo de plantas ornamentales o aromáticas) pudieron regresar a sus empleos una semana después de Irma.

“Nos llamó la jefa para que vayamos a limpiar y recoger, pero ahora no necesitan muchos empleados, porque viera como quedó aquello, todo tirado y plantitas muertas”, dijo la hondureña Marina Mateo, mientras ayudaba a doblar camisetas donadas en la oficina de We Count, en Krome Avenue. “Pero ahora queda uno con deudas, porque estuvimos una semana sin trabajar, comiendo puro pan seco”.

A diferencia de los jornaleros de fincas, que cosechan los productos de temporada y cobran por cada caja o cubeta que recojan, los empleados de viveros tienden a cobrar por hora, por lo que tienen un empleo codiciado, explicó Mateo.

La falta de trabajo agrícola en Miami-Dade también afecta a otros negocios

En la Tiendita Mexicana, un pequeño mercado en el complejo de viviendas Everglades, en Florida City, la falta de electricidad y de clientes debido al paso del huracán Irma causó pérdidas.

“¡Uy!, ha llegado mucha gente pidiendo empleo, los que se quedaron sin nada”, contó Mateo, quien gana $8 la hora y vive en un pequeño apartamento.

Epifanía Bautista y Vicente Cruz, de Oaxaca, México, fueron de los que se presentaron a los viveros a pedir trabajo. No tuvieron suerte.

La pareja cosecha okra en una pequeña finca familiar a unas 10 millas de su casa, en el complejo de viviendas para campesinos Everglades, en Florida City.

Cobran $3 por caja de okra y en los días flojos alcanzan a cosechar unas 10 cajas entre ambos.

Cuando regresaron del refugio al que acudieron por el huracán, fueron rápido a ver las tierras donde de lunes a viernes trabajan desde las 4 a.m. hasta poco después del mediodía.

“No quedaba nada bueno, todo se lo llevó”, dijo Cruz.

“Tumbó las matitas, los surcos están todos llenos de agua, no se sabe si se va a salvar nada”, agregó Bautista.

Una semana después del huracán, Cruz y Bautista volvieron a la finca y encontraron los surcos vacíos. Apenas unas matas de okra que se salvaron del paso del tractor se levantaban en dirección al sol ardiente.

Eran casi las 10 a.m. y la pareja, cuyas familias en Oaxaca dependen de lo poco que ellos les pueden enviar en remesas, calculaba las cuentas por pagar mientras caminaban por los surcos. En un día normal estarían cubiertos hasta los ojos con gorras, pañuelos, tres guantes y botas, recogiendo los vegetales.

Son $550 de renta y unos $68 de luz. El agua llega de casi $95 por tres meses. También hay que poner gasolina, y no hay “nada, nada, nada” en el refrigerador para comer.

Cruz se detiene y sostiene una okra, que cuelga de una de las pocas plantas que quedaron paradas y que ya no es verde, sino marrón.

“Mira como quedó, todo macizo,” lamentó, abriendo el vegetal para mostrar su interior.

Estaba seco.

Actualidad Laboral / Con información de El Nuevo Herald