Puede que Wish no sea aún tan conocida como Amazon, pero se ha convertido en la aplicación de compras electrónicas más descargada en el mundo. Y su estilo es, cuanto menos, peculiar. Lejos de apostar por un gran servicio al cliente o un gran catálogo de productos, el modelo de negocio de Wish es más parecido al de la teletienda: la página recomienda productos de todo tipo, de una calidad que parece aún peor que la de Aliexpress, en un sinfín de ofertas absolutamente desproporcionadas. Todo bajo el lema “comprar es divertido”.


Por ejemplo, pueden encontrarse unas regletas para enchufar siete USB por dos euros, un dron de 30 euros (que supuestamente antes costaba 1.327 euros) o lo que parece ser un lote de tarjetas microSD por 5 euros. Si pinchamos en los productos, apenas hay información sobre los mismos, pero son tan baratos que la gente no deja de comprarlos.


El responsable de esta pesadilla turbocapitalista es Peter Szulczewski, un ex ingeniero de Google; que aprendió, cuando trabajaba para el buscador en Corea del Sur, que lo que las clases populares quieren, no es lo que Silicon Valley les ofrece. Los internautas coreanos preferían mil veces los buscadores sobrecargados y repletos de información, a los que estaban acostumbrados, que el minimalismo característico de Google.


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Su portal está diseñado desde el principio, para satisfacer el hábito consumista de un sector de la población que no tiene dinero para comprar la suscripción Prime de Amazon, ni para muchas otras cosas. Es el "todo a 100" de la era de internet. Y da lo que promete: cacharros potencialmente inútiles a precios irrisorios. Como explica Parmy Olson en Forbes, la mayor parte de las cosas que se venden en el portal son pura basura, cuando no directamente mercancías fraudulentas, que además gestionan terceras partes, lo que deja a Wish mucho margen para no resolver los problemas. La página tiene cientos de comentarios negativos, el servicio al cliente responde a duras penas, algunos comerciantes nunca llegan a enviar los pedidos (o los envían mal) y la mayoría de las cosas, llegan pasadas semanas o meses. Da igual, la gente sigue comprando en la página.


Un negocio exitoso, un extraño control de calidad


Como explica Olson, Wish es ya la tercera tienda online por volumen de negocio en EEUU y su crecimiento global es imparable: 90 millones de personas la usan una vez al mes. La compañía duplicó sus ingresos el año pasado, que pasaron a ser de 1.900 millones de dólares. La empresa es mucho más que un unicornio: tiene una valoración que alcanza ya los 8.700 millones de dólares y Szulczewski está convencido de que saldrá a bolsa el año que viene.


Esto no quiere decir que la compañía gane ya dinero –eso no se lleva entre las "startups" de hoy en día–. La empresa perdió el año pasado 190 millones de dólares, pero gran parte de este dinero tiene que ver con sus agresivas campañas de "marketing". Según desveló Business Insider, la compañía gasta cada año 100 millones para anunciarse en Facebook.  Pero, lo que verdaderamente diferencia a Wish es el poco filtro que tiene con sus vendedores. El portal tiene un millón de tiendas registradas, de las cuales 125.000 ofertan artículos todos los meses. En Amazon, que sigue siendo mucho más grande, hay 2,5 millones de tiendas. Gran parte del trabajo de Wish es que estas terceras tiendas, que son las que realmente realizan la transacción con los clientes, no vendan cosas que no interesan a los clientes o no les engañen demasiado.


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Wish retira automáticamente de la venta alrededor de 8 millones de productos por semana, cerca del 3% de todos los productos disponibles en el sitio. La mayoría se retiran porque los visitantes han pasado por un elemento, al menos 1.000 veces, y no han hecho click en él ni una sola vez. La web también quita productos de comerciantes que han recibido malas críticas o han publicado comentarios falsos. Para detectar automáticamente las falsificaciones la compañía cuenta con un software de su propia creación.


La compañía cobra, además, multas a los vendedores que se saltan las reglas. Y gana bastante dinero con esto. En concreto, confiesa Szulczewski a Forbes, tres millones de dólares al mes –lo que da buena cuenta de la de trampas que se hacen en la plataforma–. Hay un total de 60 reglas. Si los algoritmos de Wish ven que un comerciante pone a la venta productos falsificados o ha enviado un pedido con un número de seguimiento falso, recibe una multa de 500 dólares. El envío de un paquete sin producto supone una posible multa de 10.000 dólares.


Al final el consumidor es lo último que importa. Szulczewski explica a Forbes que muchos, ni siquiera pueden comprar sus baratijas porque les anulan la tarjeta de crédito antes de fin de mes.


Actualidad Laboral / Con datos de La Información