Echar la culpa a tu jefe, a tus compañeros, a la empresa o incluso a determinada coyuntura de tu salida de un empleo resulta inadmisible en una entrevista de trabajo. Se trata de una oportunidad para recuperar tu lugar en el mercado laboral. Los rencores, justificados o no, hay que dejarlos a un lado. Acceder a un empleo depende de tu formación, experiencia, capacidades y habilidades, pero también de las aptitudes que demuestres a lo largo del proceso de selección.
La entrevista de trabajo es decisiva, sobre todo en las últimas fases. Por esta razón, conviene que midas tus palabras, más aún si te quedaste sin empleo por causas ajenas a tu voluntad: falta de empatía con tu superior y/o compañeros o algún tipo de desacuerdo con la cultura corporativa. Para que no caigas en la lógica tentación de desahogarte con el entrevistador, Pablo Urquijo, director general de Experis; Javier Martín de la Fuente, socio de Grupo Persona, y Joaquín Ybarra, director ejecutivo de Michael Page, explican cuáles son las diez tentaciones en las que debes evitar caer y cómo gestionarlas, si dices lo que no debes:
Decir que detestas a tu jefe
Ni déspota, ni inseguro, ni vago, ni inexperto. Aunque se trate de una apreciación contrastada con el resto de tus compañeros. Son comentarios gratuitos que no aportan nada. Y, en el supuesto de que el entrevistador te pregunte qué opinas de tu exjefe, habla desde un punto de vista profesional y mantén esa posición. Trata de no darle mucha importancia.
Echar balones fuera
Culpar a otros de tu supuesta ‘mala suerte’ tampoco es una buena idea si quieres ganar puntos frente a tu entrevistador. En este caso has optado por una carrera emocional y subjetiva y, por tanto, ni objetiva ni racional. Si aún así crees que merece la pena comentarlo, intenta darle la vuelta justificándolo de la manera más objetiva posible.
Hablar en primera persona
Aunque tú eres el protagonista de esta historia, es recomendable que no acapares el papel principal. Algunos entrevistadores creen que el candidato da una imagen de freelance que no le conviene si lo que pretende es trabajar por cuenta ajena. Recuerda que unas de las actitudes más valoradas en los que optan a un puesto es su capacidad para trabajar en equipo y delegar.
Criticar a tu anterior empresa
Cada compañía tiene una cultura propia, una manera de organizarse, de trabajar y de comportarse. Puede ser criticable, pero las empresas no son ni buenas ni malas. Si no compartías su modo de hacer, sólo dice que no fuiste capaz de adaptarte, un punto menos para pasar a una segunda fase en el proceso de selección.
Hablar sin pensar
Aunque la entrevista se desarrolle en un ambiente cordial, no te confíes, porque es el momento en el que se ponen a prueba tus reacciones. Por esta razón, si te plantean una pregunta con trampa, antes de responder haz una pausa. Debes ser templado y reflexivo, intenta huir de valoraciones. Hablar sin criterio puede llevarte por derroteros que no quieres y que busca el entrevistador para valorar tu comportamiento.
No reconocer los errores
Si a lo largo de tu carrera has cometido un fallo, no trates de ocultarlo. El mercado laboral es muy pequeño. Tu entrevistador puede ser el mejor amigo de aquel jefe que te despidió porque metiste la pata. Reconoce que cometiste una equivocación y que te sirvió de aprendizaje. Asumir las responsabilidades es una virtud muy valorada a la hora de acceder a un empleo. Denota madurez y capacidad para rectificar. Recuerda que el 70% del éxito o el fracaso de una acción depende de uno mismo.
Juzgar a tus compañeros
Puedes mencionar situaciones que han sido complicadas de afrontar y cómo se asumieron. Y, si finalmente no fueron resueltas conforme a lo esperado, debes explicar cómo entre todos encontrasteis una salida. Decir que fue culpa de uno u otro, o que si tal persona no hubiera actuado de tal manera se hubiera resuelto de forma positiva, no te lleva a ningún lado. En un trabajo en equipo no hay ni inocentes ni culpables, ni triunfadores ni fracasados... todo depende del funcionamiento del grupo.
Hablar de recursos y no de equipo
Si ya has tenido un grupo de personas a tu cargo y aspiras a un puesto de responsabilidad similar en otra empresa, no caigas en la tentación de hablar de las personas como recursos. Se trata de un equipo, de unos profesionales a tu cargo que trabajan a tu lado en la consecución de unos objetivos comunes.
Alabar en exceso tu anterior trabajo
Si realmente la empresa para la que trabajabas era la compañía de tu vida, aquella en la que esperabas jubilarte, ahórrate las alabanzas. Ese trabajo pertenece al pasado y, aunque lo añores, de lo que se trata es de avanzar en tu carrera con otra oportunidad laboral que puede ser mejor que la que dejaste atrás. Basta con que cuentes qué te ha aportado trabajar allí, qué has aprendido y trates de apoyarlo con un ejemplo que demuestre tu papel en ese entorno. Si empleas más minutos de los aceptables en piropear a tus exjefes, excompañeros y excompañía, el interés del entrevistador hacia tu candidatura disminuye. Lo que tienes que vender es tu entusiasmo por el futuro, no recordar el pasado.
El desahogo
Una entrevista de trabajo sirve para mostrar de viva voz todo tu potencial. El reclutador es un profesional en busca del mejor candidato, no un hombro en el que lamentarse por las circunstancias que te llevaron a una situación de desempleo.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión