Es más común que los empresarios hablen más de sus éxitos que de sus fracasos. Aunque para Roi Shlomo no es un problema recordar el día en que lo perdió todo. "Caer en la bancarrota fue una de las experiencias más difíciles en mi vida", le cuenta a BBC Mundo, el fundador y director ejecutivo de "Kale Me Crazy", una cadena de comida saludable de Atlanta, Estados Unidos.
En 2006 Shlomo pasó de tener un quiosco en un centro comercial a abrir 13 tiendas. En diciembre de ese año, ganó en un solo mes US$ 300.000 y como venía de una familia sin muchos recursos económicos, esa cantidad de dinero era más de lo que nunca se había imaginado ganar en tan poco tiempo. Como referencia, con ese monto se puede comprar una casa en Estados Unidos.
"Me sentía invencible. Estaba ansioso por doblar o triplicar mis ganancias". En medio del entusiasmo, se compró un carro nuevo e invirtió en el sector inmobiliario en Florida. Se fue a vivir a La Vegas y adquirió un costoso contrato de alquiler, para instalar una tienda de joyas en 2007, justo antes de que estallara la gran crisis financiera.
La caída
"Las cosas se pusieron feas rápidamente", dice Shlomo. Sus inversiones perdieron valor y tuvo problemas para pagar el arriendo de su negocio. Como no sabía la verdadera magnitud de la recesión, siguió inyectándole dinero a su emprendimiento. Pero en menos de un año, perdió todo el dinero que había logrado reunir y tuvo que declararse en bancarrota. "No puedo culpar únicamente a la crisis. También tomé algunas decisiones comerciales equivocadas".
Para generar ingresos, que le permitieran sobrevivir, se puso a limpiar alfombras y a ahorrar lo más posible. Al cabo de dos años, un amigo le prestó dinero y, junto a sus ahorros, levantó la cabeza y se propuso emprender una vez más. Fue entonces cuando co-fundó Yogli Mogli, una tienda de venta de yogurt bajo el formato de autoservicio.
En tres años, tenía 27 tiendas y cuando se dieron las circunstancias, vendió la empresa para emprender una nueva aventura. Entonces fundó Kale Me Crazy, una cadena de venta de comida saludable, bajo el concepto de "superfood" café. Hoy tiene 21 tiendas en Atlanta y cinco en construcción, en otras ciudades de Estados Unidos.
Basado en su experiencia de fracaso, estas son las cuatro lecciones que Shlomo aprendió:
1- Protege tu dinero
Hacer dinero es genial, pero también debes protegerlo una vez que lo hayas ganado. Mi mayor error fue que me apresuré a reinvertir lo que había conseguido, con la esperanza de convertirlo en más efectivo.
Para construir un negocio sólido, no necesariamente tienes que partir a una escala muy pequeña, pero necesitas tomarse el tiempo para tomar una decisión informada. Yo no me tomé ese tiempo para pensar. Si lo hubiera hecho, podría haber sido una de las personas que realmente ganó un montón de dinero en la recesión, en lugar de perderlo todo. A veces, la decisión correcta es guardar tu efectivo y esperar a que se produzca una buena oportunidad.
2- Valora lo que tienes
Caer en la bancarrota me enseñó a apreciar el dinero más que nunca. Todos hemos escuchado acerca de las personas que ganan la lotería, o reciben una gran herencia y lo pierden todo. Cuando no estás acostumbrado a tener dinero (justamente lo que me ocurrió al inicio de mi carrera), es fácil tomar decisiones equivocadas y terminar con las manos vacías. "Aprende a calcular riesgos", dice el emprendedor.
Aunque siempre supe cómo generar efectivo, nunca lo valoré realmente hasta que lo perdí todo. Aprende de mi error: controla tus gastos y ahorra bien. Te sentirás mucho mejor cuando puedas ver un colchón en tu cuenta de ahorro.
3- Aprende a calcular los riesgos
Antes de firmar un contrato de alquiler, abrir una tienda o hacer cualquier otro compromiso comercial, debes evaluar el valor de tu negocio y determinar qué costos puede soportar. Cuando firmé el contrato de mi joyería, estaba fascinado con la gran cantidad de personas y los turistas que entraban a la tienda. Pensé que un alto volumen de ventas me permitiría pagar la renta exorbitante, pero ese riesgo terminó sin buenos resultados. En esa situación, el único que ganaba dinero era el propietario.
Al final del día, el volumen y las ventas no importan. Lo único que importa es tu ganancia neta y cuánto realmente guardas en tu bolsillo. Conoce tus números por dentro y por fuera, y no te comprometas con nada si las cifras no dan.
4- Tómate tu tiempo
Cuando estás entusiasmado con tu idea o te apasiona un lugar específico para una tienda, es difícil ser paciente y esperar a que todo se alinee. Sin embargo, para que una ubicación sea comercialmente exitosa, es necesario que múltiples factores se den al mismo tiempo: el diseño de la tienda, qué otros negocios están cerca e incluso, la conveniencia del estacionamiento.
A nadie le gusta perder dinero. Es mejor tomarte tu tiempo y asegurarte de tener una gran ubicación y un buen concepto que se mantenga fiel a tu visión.
Irme a la quiebra fue una de las experiencias más estresantes, dolorosas y aleccionadoras de mi vida. Pero no lamento la experiencia en lo más mínimo, ya que me enseñó lo que necesitaba aprender para llegar a donde estoy en este momento.
Actualidad Laboral / Con información de El Comercio Perú