Labrarse un futuro prometedor como freelance y mantenerse en la cresta de la ola no es nada sencillo, pese a que esta modalidad de trabajo tiene cada vez una mayor presencia en el mercado y las empresas apuestan cada vez más por el empleo remoto, gracias a la innovación tecnológica, a la flexibilidad laboral y a la proliferación de e-nomads, son muchos los obstáculos y las exigencias de ser freelance.
Por una parte, es necesario saber administrar bien tu tiempo para no convertirte en un ser sedentario o de horarios caóticos, actualizar constantemente tu portafolio para que resulte atractivo, contar con una buena infraestructura para potenciar tu productividad y salud física, continuar formándote o potenciar tu marca personal a través de las redes sociales para darte a conocer e incrementar tu valor.
Además de la carga de trabajo y la responsabilidad individual -que en contrapartida, lleva aparejada una mayor libertad creativa, flexibilidad laboral o control de horarios-, un freelance debe aprender a manejar el apartado de la contabilidad y los impuestos -ya que la gran mayoría trabajan por cuenta propia-, fijar sus propias tarifas, destacar sobre la competencia o generar una buena impresión en clientes y empresas para seguir siendo una referencia a la que acudir.
Sin embargo, si continúas trabajando incansablemente pero no logras retener a largo plazo a tu clientela, recibes respuestas mediocres o críticas a la calidad de tu trabajo o sigues tropezando con la misma piedra que los novatos en el sector, lo más probable es que hayas transformado errores recurrentes en malos hábitos. Averigua cuáles son para deshacerte de ellos.
Asumes más proyectos de los que puedes manejar
Es un error muy común de muchos trabajadores independientes, movidos por la incertidumbre económica futura, el ansia de ahorro o el sentimiento de culpa y presión que produce el competitivo mercado actual. No te comprometas con demasiados proyectos sin analizar previamente si puedes completarlos con la calidad que se presupone o entregarlos en el plazo de tiempo estipulados. Revisa exhaustivamente los recursos que precisarás, el presupuesto, las deadlines del cliente y cómo aceptar el encargo impactará sus proyectos actuales.
No dar actualizaciones regulares al cliente
Recuerda que la comunicación es clave en cualquier relación, personal o profesional. Para evitar tener problemas, que surjan malentendidos o que el cliente emita un feedback negativo sobre tu perfil, es importante mandar informes periódicos sobre los proyectos -especialmente cuando estos son extensos o de larga duración-, consultar las dudas y aportar retroalimentación sobre las necesidades del cliente.
Pasarte de rosca con la confianza
Aunque tengas una relación de trabajo cómoda y fluida con tu empleador o cliente, debes tener claros los límites, ser serio en lo que respecta a las reuniones, no emplear expresiones groseras y mantener siempre un tono cortés y profesional en llamadas telefónicas o correos electrónicos.
No hacer red
Los clientes y empresas con los que trabajas -además de los profesionales de tu sector con los que puedes asociarte, por ejemplo, en un espacio de coworking– constituyen un diamante en bruto para realizar acciones de networking y acceder a otros proyectos. Pueden conectarte con otras propuestas, hacer crecer tu valor, brindarte asociaciones con otros negocios o relanzar tu carrera profesional gracias a valoraciones y comentarios positivos en tu blog o a través de redes sociales como LinkedIn.
Enviar propuestas ambiguas y difusas
La personalización es clave en la carrera de todo freelance que se precie. Si mandas un texto neutro que podría encajar con la petición de cualquier compañía o particular, enviarás un mensaje de desinterés sobre el proyecto, incluso de prepotencia o falta de profesionalidad. Cuida la atención al cliente, esfuérzate en la redacción de correos electrónicos y permite que te contacten por vías más personales como Skype, Hangouts o llamada telefónica.
Falta de puntualidad en los plazos
Otra de las cosas más sagradas que debes cuidar es la entrega a tiempo de los proyectos y sus diferentes plazos, marcados a través de las deadlines. Especialmente si las incumples en varias ocasiones provocarás la frustración y el desagrado del cliente, con las consiguientes valoraciones negativas y la pérdida a largo plazo de la empresa o usuario, ya que optarán por contratar los servicios de otro profesional.
Cambio de presupuesto una vez iniciado el proyecto
Debes ser muy claro con respecto a las tarifas y el coste total del proyecto, sea cual sea tu modo de tasarlo -por hora, por palabra, por pack, por plazos, etc-. Si ofreces un descuento, no deberías retirarlo a posteriori. Si fallaste en el cálculo del tiempo o esfuerzo que te suponía un encargo, deberás asumir tu error y aprender para la próxima ocasión. Lo fundamental es que hagas un buen análisis previo y negocies adecuadamente con el cliente.
Actualidad Laboral / Con información de Bussines Insider