Aburre la rutina de hacer siempre lo mismo pero, ¿recuerda la última vez que realmente se aburrió? El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el aburrimiento como "el cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada". Sin embargo, esa falta de estímulo puede ser beneficiosa cuando es sinónimo de no hacer nada. Porque el hastío que provoca realizar la misma actividad -idéntico recorrido para ir de casa al trabajo, saludar a los compañeros, tomar el café a la misma hora o realizar un trabajo similar cada día- no tiene nada que ver con una inactividad sana. Parar de verdad, es un ejercicio más que saludable.

Qué es

Úrsula Calvo es empresaria y fundadora de Úrsula Calvo Center, un espacio que ofrece las herramientas para una vida más relajada y alejada del estrés. Explica que "tendemos a la actividad compulsiva. Nos pasamos el día haciendo cosas, sin ser conscientes en muchas ocasiones de lo que estamos haciendo. La razón por la que necesitamos 'hacer' es que nos identificamos con eso que hacemos. Si no hago nada, ¿quién soy?", se pregunta Calvo. Añade que "ante ese vacío, la mente te envía señales de 'me aburro', que es la respuesta de la mente a 'no soy si no hago, y como necesito una identidad, dame algo que hacer. No es posible ser creativos si no dejamos de hacer de forma consciente".

Esa actitud es la que alimenta ese aburrimiento productivo, que según Puri Paniagua, socia de Pedersen and Partners, alcanza ese nivel "cuando lo utilizo para sentirme, escucharme, para reflexionar". David Gómez, coach profesional, subraya que "cuando nos aburrimos, en el cerebro se activa la red neuronal por defecto o DMN, que genera pensamientos errantes, espontáneos, no realizados con ninguna tarea concreta. Esta mente errante se escapa de la realidad presente soñando despiertos y visualizando nuestras metas y sueños. Desde ese punto de vista, la mente errante se convertiría en una mente creativa".

Marta Romo, socia de Be-Up, es partidaria de cultivar este proceso desde la infancia: "Cuando un niño dice 'me aburro', es una oportunidad maravillosa para que se ponga creativo, así que deja que se aburra. No te metas en su proceso intentando ofrecerle otras alternativas o dándole ideas para que se entretenga. La consigna sería: deja que se aburra libre y completamente". Quien vivió esa experiencia en directo fue José Manuel Chapado. Socio de Éthica Consultores dice que aburrirse es una oportunidad, y aprovecharla es una cuestión de actitud: "Como hijo único sé bien de lo que hablo. Pasé muchas horas sin hermanos con quien jugar, y fueron varios los juegos que inventé, en lo que competía contra mí mismo. Esa magia infantil deberíamos conservarla intacta en la edad adulta. Sería fantástico fomentar en nosotros 'ese niño grande que siempre quiere jugar' ".

Genoveva Vera, coach ejecutiva y experta en liderazgo, define ese aburrimiento como potente estimulador que pone en marcha el espíritu creativo, "para introducir novedades en nuestras vidas que nos saquen de ese letargo crónico que generan los estados de aburrimiento".

Jordi Vilá, director del Máster de desarrollo directivo, inteligencia emocional y coaching de EAE, añade que "dejar vagar la mente puede ser la mayor de las aventuras, especialmente porque entonces busca caminos que hasta ese momento pueden haber estado inexplorados. Dedicarse a 'soñar despierto' puede ser una estrategia mental sumamente adecuada, partiendo de la base de que el aburrimiento es inexistente".

Cómo sacarle partido

Explorar esa apatía es el primer paso para convertirla en una oportunidad de crecimiento personal, porque caer en sus redes es relativamente sencillo, porque como subraya Vera, "hay factores en el entorno laboral que pueden desembocar en un aburrimiento improductivo". Por eso asegura que "lo importante es identificar dicho aburrimiento y el origen de sus causas para poner remedio y cuando aparezca tratarlo de una forma reactiva, o de manera preventiva para que no se dé". Chapado sentencia que "la mejor forma de terminar con ese aburrimiento que nos mina y desgasta por dentro es romper la monotonía. En ocasiones, basta con introducir pequeñas variaciones en la forma de hacer las cosas, inventarse juegos mentales conectados con la actividad desarrollada o, simplemente, parar a descansar un rato y charlar con otros".

Sin embargo, esta actividad que propone Chapado para romper con la rutina nociva se aleja de la propuesta de Romo para explotar la apatía. La socia de Be-Up lo vincula con tener momentos diarios de no hacer o hacer nada, "que es un aburrimiento fruto de la inactividad física y tiene que ver con dejar que el cerebro se vaya al recreo y elija pensar o localizar la atención en lo que quiera, en lo que surja. En estos momentos de 'no hacer' en los que no nos juzgamos, podemos resolver dudas, ver opciones a problemas o, incluso, soluciones a preguntas que nos planteamos".

Oxigenar el cerebro de esa manera es la propuesta de Calvo: "Para acceder a la creatividad, permítase 'no hacer' durante un rato cada día. Deje que su mente se relaje, se calme y acceda a todo su potencial. La meditación es la mejor forma de 'no hacer' que conozco".

La cara b

El aburrimiento tiene una cara B nada desdeñable en el ámbito laboral. A menudo decir que se aburre puede ser la excusa perfecta para llenarle de un trabajo que, la mayoría de las veces, sólo contribuye a aumentar el hastío que le genera hacer algo que no le satisface ni personal ni profesionalmente. Recuerda Gómez que recientes estudios hacen mención a la falta de motivación como uno de los factores determinantes que nos llevan a un aburrimiento improductivo: "Cuando perdemos la ilusión por nuestro trabajo comenzamos a aburrirnos y eso se refleja en una falta de compromiso e implicación en el mismo. Esto nos afecta profesionalmente y también a nuestra autoestima y nos estresamos cada vez más. Recuperar la motivación, sentirse útil y reconocido en su empresa es clave para que vuelva la creatividad y la inspiración".

Según Vera, ese tedio laboral, también conocido como rush out, "suele ser un factor muy negativo que tiene una influencia muy directa en el rendimiento de los empleados y, por tanto, en su productividad". Entre los factores desencadenantes de este aburrimiento Vera destaca las tareas monótonas, aquellas que están por debajo de sus capacidades o las que están sometidas a un exceso de rutina. Como solución propone asignar las actividades repetitivas a personas con un carácter tranquilo o rotarlas con frecuencia, adecuar los puestos de trabajo a las capacidades de los profesionales y, en el caso de la rutina, incorporar novedades que ayuden a salir de esa rueda laboral.

La dieta sana del tiempo

Recuerda David Gómez, 'coach' profesional, que "vivimos en un mundo en el que el exceso de autoexigencia y el tener que hacer algo productivo esclaviza. Si no se gestiona y equilibra con descanso mental tiene efectos negativos". Éstos son los consejos de los expertos para hacer una dieta sana del tiempo:

MEDITACIÓN "Dedicar un rato cada día a 'no aburrirse haciendo nada', es decir, establecer una rutina de meditación diaria. En muy poco tiempo sustituirá los momentos de aburrimiento por el mejor entrenamiento mental posible". (Úrsula Calvo)

DESCANSAR "Unos minutos tras cada dos horas ayudan a desentumecerse. Conviene relajar la mente lejos de la actividad laboral". (Puri Paniagua)

VACIAR "Tomar un día para hacer un vaciado de mente, un limpieza absoluta. No somos imprescindibles para nada ni para nadie". (Genoveva Vera)

ASUMIR "Aceptar el aburrimiento como parte de nuestra dieta de tiempos. Al igual que para experimentar alegría es necesaria la tristeza, el aburrimiento es una sensación que nos permite saborear la diversión" (José Manuel Chapado).

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