Acosar es intentar hacer daño a alguien que tiene dificultades para defenderse o que está en posición de desventaja con el agresor. El acoso laboral siempre causa un enorme sufrimiento psíquico y psicosomático en la víctima, tanto en el entorno personal como en el familiar y social y, por supuesto, daña globalmente a la corporación.
El profesor sueco Heinz Leymann estudió en los años 80 el acoso laboral y publicó su famoso Leymann Inventory of Psychological Terrorization, un inventario que permite identificar hasta 60 conductas inapropiadas en el ámbito de trabajo, una relación que conviene tener siempre a mano.
El acoso laboral o mobbing es la intimidación sistemática y prolongada en el tiempo, sea del tipo que sea, que se produce contra un trabajador, bien por un igual, por un superior o por un inferior. La persona que es acosada se siente degradada, desanimada, humillada, con baja autoestima, temerosa y sin ninguna motivación; padece estrés, insomnio, depresión, irritabilidad, sentimientos de culpa... y su sufrimiento puede somatizarse en todo tipo de enfermedades.
El fin de un acosador suele ser que la persona acosada abandone el trabajo. Detectarlo es función del líder y de la organización, y también atajarlo cuanto antes. Pero, dados sus efectos catastróficos para las personas y las empresas:
Las corporaciones deben actuar antes de que se produzca una denuncia, porque lo peor es no hacer nada.
Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negocios / Estrella Flores-Carretero