El "impulso definitivo". Así se refería ayer el ministro alemán de Finanzas y vicecanciller, Olaf Scholz, al plan de reactivación económica pactado por los socios de la gran coalición de Gobierno, tras 21 horas negociando. Hasta ahora, el Ejecutivo de Angela Merkel había ido haciendo concesiones puntuales para minimizar el impacto de la crisis por el covid-19 en distintos sectores: rescates para multinacionales como Adidas, subvenciones a las pymes o garantías laborales a los empleados ante una reducción de jornada. Sin embargo, por primera vez, traza una hoja de ruta más que necesaria para marcar el paso y dar brío a una locomotora que ya está oficialmente en recesión. Y lo hace con un histórico paquete de ayudas por valor de 130.000 millones de euros, que busca reducir los impuestos y apoyar a las familias y las autoridades locales.
"Queremos decirle a la gente, sean trabajadores o empresarios, padres y madres, que intentamos salir con fuerza de esta situación difícil, y que hemos colocado la piedra angular para ello", declaró la canciller alemana; que calificó el plan de "respuesta valiente" a la crisis más grave desde la reunificación del país en 1990. En rueda de prensa, Merkel resumió los detalles del paquete, que aún debe ser aprobado por el Parlamento federal. En primer lugar la bajada del IVA, que pasará del 19 al 16 % en el tipo normal y del 7% al 5 % en el reducido. Esta rebaja, que le restará a las arcas estatales 20.000 millones de euros en el 2020, entrará en vigor el 1 de julio y seguirá vigente hasta el 31 de diciembre, con el fin de alentar el consumo en un momento de subida de precios.
Además, y tras la presión del socio más a la izquierda de la gran coalición, el socialdemócrata SPD, se introducirá un bono de 300 euros para las familias con hijos y se reducirán los costes de la electricidad. Los municipios que atraviesan dificultades, también podrán recibir mayores partidas presupuestarias por parte del Estado. Una medida "estructural" sin límite de tiempo, defendió su máximo precursor, Scholz, que no logró imponer su exigencia de condonar antiguas deudas a las localidades más afectadas.
Paralelamente, el proyecto prevé avanzar en digitalización y en reformas de edificios para fomentar las energías renovables. Así como invertir en sectores innovadores como la inteligencia artificial y la computación cuántica, para mejorar la competitividad de la industria germana; que se caracteriza por sus estrictas leyes y su anclaje en el pasado.
Incentivos a la compra de autos
"Queremos hacer posible el futuro, sobre todo para las generaciones venideras", resumía Merkel. No en vano, el punto más controvertido de las negociaciones fueron las subvenciones por la compra de carros con motores convencionales, como ocurrió en el 2009. Desde entonces, el escándalo del dieselgate le ha sacado los colores al Gobierno de la primera potencia europea; que descartó premiar la movilidad contaminante y en su lugar, ha decidido duplicar las subvenciones por la compra de motores eléctricos, que serán de 6.000 euros.
Actualidad Laboral / Con información de La Voz de Galicia