La CEO de una empresa de software, acababa de despedir a un trabajador. En un abrir y cerrar de ojos, los chismes acerca de quién, cómo y por qué empezaron a propagarse por toda la oficina como si fuera la varicela en una guardería.
Los comentarios de pasillo eran completamente falsos. Pero los rumores infectaron rápidamente a su equipo y muchos empezaron a convencerse de que más personas se encontraban en la cuerda floja, algo que distaba mucho de ser cierto.
¿Cómo llegaron tan lejos los rumores? ¿Por qué ocurren estos chismes de oficina? ¿Y qué se puede hacer para impedirlos?
Hasta el 90% de las conversaciones pueden calificarse como un chisme o cotilleo. Eso significa que es casi seguro que usted también contribuye de manera regular a impulsarlos o crearlos, que los escucha sin tampoco frenarlos. No se trata solo de los encuentros en la cocina o los pasillos de una oficina: cerca del 15% de todos los correos electrónicos de trabajo pueden considerarse un cotilleo.
Por supuesto, no todo el cotilleo es perjudicial para una organización. Pero conviene tomar medidas contra aquel que pueda socavar el buen entendimiento, difamar y calumniar la reputación de una persona o empresa y lastrar la colaboración. Para hacerlo, es crucial volver a los orígenes y entender qué son realmente los chismorreos: conversaciones informales y espontáneas sobre terceros que no se encuentran presentes; e informaciones o acontecimientos que no pueden confirmarse como ciertos.
El chisme nace de la incertidumbre. Cuando las personas carecen de información, tienden a las suposiciones. ¿Por qué? La incertidumbre genera un vacío de conocimientos que ha de llenarse con informaciones reales o, en muchos casos, ficticias. El antídoto, por supuesto, es la comunicación honesta y abierta con los trabajadores. Aquí detallamos varias estrategias para lograrlo.
Compartir proactivamente la información clave
Un gran cambio dentro de una empresa –el despido de un alto ejecutivo, el cierre de una sede– puede convertirse en la mecha de un polvorín de especulaciones si no se comunica a la plantilla con claridad. Puesto que la incertidumbre y la duda provocan un vacío de información, asegúrese de completarlo rápidamente con hechos antes de que las sospechas se conviertan en "hechos". Cuánto más rápido descubra el pastel, sin importar lo doloroso que pueda ser, menos probable será que el pánico se adueñe de la gente.
Conseguir la primicia de los propios empleados.
La directora de operaciones de una empresa internacional de software, decidió despedir al equipo comercial entero en el periodo de un año. Era una medida que sabía que provocaría un gran revuelo dentro de la compañía. Para suavizarlo, preguntaba con regularidad antes, durante y después del proceso. Quería saber:
¿Qué sentía y opinaba la gente respecto a su decisión?
¿Debería haber hecho algo distinto como directora de operaciones para que el cambio fuera más fluido?
¿Cómo estaba gestionando el equipo de liderazgo las secuelas del despido?
¿Había algo que quisiera saber la gente sobre la situación y que aún no supieran?
Al preguntarles desde un principio, enseñó a sus empleados que valoraba sus opiniones y les animaba a involucrarse en los cambios. Impidió que el negativismo inundara la empresa, incluso durante un momento difícil.
Vestir siempre de blanco
Murmurar puede echar a perder la cohesión de equipo tanto como arrojar fango a una persona estropea su traje blanco [NdT: en inglés, arrojar fango (mud-slinging) se refiere al intercambio de acusaciones y descalificaciones en el ámbito político]. Cuando la confianza se mancilla, el rencor, la hostilidad y el recelo pueden convertir una cultura cooperativa en un hervidero de disfunción. "Vestir de traje blanco" supone tener en cuenta las campañas sucias; cuánto más se conocen dos personas, menos posibilidades tendrán de calumniarse. Anime a los empleados a conocerse como personas, no sólo como compañeros de trabajo.
Algunas maneras de fomentar el compañerismo son:
Promover eventos y excursiones en la empresa.
Incorporar técnicas creativas para romper el hielo antes de las reuniones de equipo.
Invitar a comer a un empleado distinto cada semana.
Dar ejemplo
Los empleados esperan que sus jefes sirvan de ejemplo y transmitan y trabajen con los valores que defienden. Insistir en una conducta basada en el respeto mutuo y la dignidad es una cosa, y otra bien distinta demostrarla. La ética y la empatía deberían ser el tándem que dirige la conducta. Si usted transmite integridad en lo que dice y hace, es probable que sus empleados sigan el ejemplo. Comunique sus expectativas de forma coherente en sus documentos, conversaciones y acciones.
Asimismo, de esta forma podrá frenar los cotilleos al atenerse a los hechos –verificar lo dicho, hecho y ocurrido– y ser directo. Si alguien le llena los oídos de chismes, hágale saber que no participará en ello. Si insiste, abandone la conversación.
Los rumores han bombardeado las relaciones desde el origen de los tiempos. Puede atenuar su impacto si evita la falta de información, invita a los empleados a compartir su opinión y actúa como ejemplo de una conducta respetuosa.
Después de todo, radio macuto encaja más en un patio de colegio que en una oficina.
Actualidad Laboral / Con información de HBR