Dicen que muchas veces la realidad supera a la ficción, pero también es cierto que muchas historias inventadas sirven como moraleja, en ocasiones empresarial, para los que las disfrutamos. La televisión de estos últimos tiempos nos ha dejado joyas de las que podemos tomar, además, muchas lecciones de emprendimiento. Breaking Bad, Mad Men y The Good Wife son tres maravillas narrativas y los ejemplos de los que beberemos en este artículo para dibujar los diferentes perfiles emprendedores que nos podemos encontrar.
Breaking Bad
Walter White es el protagonista de esta serie que se ha ganado, por méritos propios, un lugar privilegiado en la historia de la ficción televisiva contemporánea. White, según Iñaki Ortega, director de Deusto Business School en Madrid, "no es un emprendedor por vocación, sino por necesidad". Aun así, es un gran empresario que lleva a rajatabla aquello de Producto, producto, producto, pues busca y exige una gran calidad y cuenta con su propia imagen de marca (la metanfetamina azul) que lo diferencia de sus competidores;"es consciente de que no conoce el negocio y se alía con un socio que suple esa carencia, y posteriormente con otros partners que van aportando lo necesario para que la empresa sea exitosa;es capaz de idear soluciones imaginativas ante los problemas;pierde la aversión al riesgo del principio y es capaz de enfrentarse a sus competidores; supera con creces el objetivo inicial de conseguir dinero para su familia y, a pesar de los problemas que todo esto le ha generado, sigue adelante porque su reto ya es otro:la realización personal y ser dueño de su negocio sin rendir cuentas a ningún tipo de intermediario", explica Ortega. Además, esta serie incluye algo que también pasa en The Wire, "la jerga especializada del emprendedor", puntualiza Jordi Costa, crítico de cine. Algo con lo que está de acuerdo el crítico de televisión Alberto Rey, quien asegura que todo lo que él estudió en Administración y Dirección de Empresas (ADE) se aplica en el personaje de Walter White.
El escudero del protagonista, Jesse Pinkman, bien podría ser el comercial de White, su necesario ayudante para conocer el mercado y a la vez, "el aprendiz y una figura explotada. Es como el típico autónomo saturado", ironiza Costa.
Mad Men
"El amor no existe. El amor es una cosa que tipos como yo inventaron para vender medias", dice en un momento el protagonista de esta serie, Don Draper, a Peggy Olson, la emprendedora real de la ficción. Y es que lo que cuenta este guión es que "la genialidad existe, pero a veces se puede conseguir a través del trabajo y del esfuerzo", recuerda Rey.
Para Iñaki Ortega, las lecciones de emprendimiento que podemos sacar de Mad Men son varias: "Saber aprovechar el momento, por muy breve que sea; tener preparado tu elevator pitch para cuando surja la oportunidad, que es lo que hace Don Draper cuando, siendo vendedor de coches, conoce a Roger Sterling y acaba trabajando en su firma de publicidad; saber detectar el talento, incluso en personas en las que a priori no lo esperarías, como cuando Draper le da la oportunidad a su secretaria, Peggy Olson, una chica joven y sin experiencia, pero muy creativa; saber dejar un proyecto a tiempo; utilizar todos los contactos que tengas y no descuidarlos; la importancia de preparar y cuidar las presentaciones de los clientes; saber decir que no; aprender a separar la vida profesional de la personal; diversificar la cartera de clientes; y una última lección fundamental, no llevar un cortacésped a la oficina" (esto último lo entenderán aquellos que hayan visto la serie).
The Good Wife
"Alicia Florrick no es tan emprendedora como parece en un principio", advierte Alberto Rey cuando se le pregunta por las aptitudes de la protagonista de esta serie en el mundo emprendedor. Cumple hasta el final con el papel de madre responsable y fiel esposa, a pesar de que su marido haya pisoteado todos los principios sobre los que se basaba su matrimonio. "Es la falsa emprendedora", se lamenta Rey, "y sólo se mueve por estatus, por prestigio" para que no se la tache de mujer florero. "Aquí el emprendedor real es Cary Agos, su socio en la primera aventura empresarial".
Iñaki Ortega considera que hay varias cosas que Alicia Florrick hace mal: "Traicionar a la persona que le da la oportunidad y el trabajo cuando más lo necesitaba (Will Gardner), y a la que ha sido su mentora desde que entra a la firma (Diane Lockhart); no conocer bien a sus futuros socios, los abogados junior con los que va a formar el bufete;posponer el inicio del proyecto: a pesar de haber fijado una fecha para marcharse, los abogados junior deciden retrasarla en contra de su criterio. Eso le genera una situación muy incómoda de cara al resto de socios; marcharse de la empresa sin tenerlo todo atado. No tiene oficina y debe trabajar desde casa; y se crea un enemigo importante, el despacho del que proviene, que desde ese momento se convierte en su máximo competidor".
Actualidad Laboral / Con información de Expansión