Las crisis se superponen con las crisis sectoriales, añadiendo también las empresariales, familiares y conyugales. Por lo tanto, se puede afirmar que la crisis es algo natural en nuestras vidas. “Al igual que hay día y noche, hay etapas de crisis y etapas de crecimiento”, indica Gonzalo Martínez de Miguel, CEO de INFOVA y director del Acelerador del talento Directivo. En este contexto, la sociedad se encuentra en un entorno VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo), y se deben de afrontar las crisis con naturalidad, como parte de nuestras vidas. Según Martínez de Miguel, hay una verdad dicha por Jorge Bucay (psicodramaturgo argentino): “Lo que es, es”; lo que viene a ser que lo más inteligente es trabajar con la realidad, en lugar de enfrentarnos a ella.
Debemos aprovechar el concepto de oportunidad y convivir con él, siempre hay alguien que sale beneficiado de una crisis. Todos estos resultados siempre están relacionados con las acciones llevadas a cabo por uno mismo. Pero independientemente de ellos, debemos quedarnos con el optimismo, mantener nuestra perspectiva. “Podríamos decir que los humanos se dividen en dos: los que están pendientes de lo que tienen, y los que están pendientes de lo que les falta” así lo expuso el CEO de Infova. Con el fin de tener más opciones, debemos crear las condiciones aunque estas no nos garanticen los resultados.
En todas las crisis hay diversas etapas: negación, ira, miedo, depresión, aceptación, crecimiento y equilibrio. Lo más importante de atravesar cada etapa, es saber cuánto tiempo se va a emplear en cada una. Cada persona necesita su tiempo para asimilar que se encuentra en esa etapa y saber cómo afrontarla. La crisis nos moviliza en base a como nuestro cerebro gestiona el miedo. “Las emociones son un mecanismo automático, nos ayudan a adaptarnos a un entorno, y manejarnos dentro del mismo”, aclara Gonzalo Martínez de Miguel. El miedo es el sentimiento más común, nos ayuda y protege, pero si se alimenta puede ir más allá, hasta el punto de paralizarnos. Por ello, debemos buscar una emoción clave que nos ayude a gestionar todo ese proceso emocional. “Si yo quiero hacer un manejo correcto de las emociones, debo manejar dónde las estoy sintiendo y qué estoy sintiendo para poder ponerle solución. No pasa nada por sentir ocasionalmente estas emociones, debemos evitar quedarnos en ellas”.
El miedo es un sentimiento real basado en una fantasía, un hecho que funciona muy bien en el mercado. Recordar esto nos ayuda a manejarlo, nos ayuda a diferenciar entre aquello que es humano y lo que es eficaz. A la hora de acercarnos a los objetivos, es humano sentir miedo, pero no es eficaz vivir en él. Para gestionar las emociones, lo mejor que se puede hacer es preguntarse: “¿Qué es lo más eficaz que puedo hacer?”
Gestionar una crisis, en primer lugar, requiere gestionar las creencias que mantenemos; hay creencias más o menos efectivas, algunas de ellas nos acercan a los objetivos. El entorno forma parte de estas creencias, pero no debemos depender de él, sino de lo que pensamos, de esta forma los cambios del entorno no nos afectarán para conseguir nuestros objetivos. Gonzalo Martínez de Miguel añade “cambiar la creencia, se consigue cambiando el lenguaje. Para ello podemos guiarnos por el modelo: Creo – Siento – Actúo. Lo que yo hago depende de mis creencias, en base a ellas siento algo determinado y con ese sentimiento actúo”.
Afrontar la crisis es un proceso largo, pero puede ayudarnos adoptar una serie de hábitos: descansar, cuidar la alimentación, hacer deporte, cuidarse uno mismo y cuidar de las relaciones personales… Debemos elegir qué es lo que funciona, evitar las quejas, hacernos responsables de las acciones en base a nuestras decisiones y cambiarlo. “A veces queremos resultados demasiado rápido, y a veces debemos invertir más en ellos” argumenta Gonzalo.
En conclusión, para gestionar las crisis, debemos centrarnos en tres puntos, lo que en palabras de Martínez de Miguel se determina como “puertos seguros”:
1- Excelencia: Poner el 100% de las capacidades en las acciones a desarrollar.
2- Responsabilidad y compromiso: Aceptar la parte que le toca a cada uno y comprometerse con el trabajo que ella conlleva.
3- Integridad: Ser coherente de lo que se hace y se dice.
Actualidad Laboral / Con información de RRHH Digital