Los avances tecnológicos están haciendo que la sociedad cambie a un ritmo imparable. Unos lo llaman la Cuarta Revolución Industrial, otros la era de la información, pero lo interesante reside en que esta transformación supone un cambio radical en la manera de pensar, aprender, trabajar y relacionarse las personas. ¿Podría llamarse entonces revolución neurológica?


Los expertos de Cornerstone OnDemand han identificado en su último informe cinco cambios a los que se ha visto sometido el cerebro y cómo afectan al proceso de aprendizaje en la edad adulta y profesional.


El cerebro se ha vuelto impaciente


Acostumbrados a la inmediatez de las redes sociales e Internet, se ha creado una sensación de urgencia que también afecta a la formación. Así, la expectativa de aprender mucho y en poco tiempo se ha convertido en la tónica general y los anuncios de métodos ‘milagro’ para adquirir cualquier habilidad sin invertir mucho tiempo, aumentan esa lacra sin tener en cuenta que si se aprende rápido, se olvida con la misma facilidad.


"Para luchar contra la búsqueda de la satisfacción inmediata, las empresas tendrán que apostar por un método de formación que esté disponible y accesible, que se adapte a las necesidades de los empleados y que garantice un aprendizaje de larga duración", apuntan desde Cornerstone OnDemand.


Menos retentiva


Para los nativos digitales, memorizar un número de teléfono es algo muy vintage y, de hecho, han convertido Internet en una “memoria externa” a la que se acude para consultar todo tipo de información. "No hemos perdido la capacidad de memorizar/recordar, si no que ha quedado en desuso", explican los expertos.


"La forma de aprender y retener la información ha cambiado y los métodos de formación deben hacerlo también. Es más efectivo ofrecer a los empleados formaciones digitales, accesibles fácilmente y en formatos más atractivos, como la gamificación. Así, lo aprendido se retendrá durante más tiempo", añaden.


Aprender a re-aprender


Si hay un cambio al que temen empresas y trabajadores es la automatización, sin embargo, para minimizar su impacto en téminos de destrucción de empleo, los profesionales deben saber qué aprender y cómo aprenderlo de cara al futuro. "La forma más segura es apostar por las soft skills y las competencias sociales, habilidades que nos diferencian de las máquinas y que no quedarán obsoletas, como sí puede pasar con los conocimientos técnicos", explica Cornerstone OnDemand.


Más flexibilidad


La capacidad de adaptación a nuevas necesidades de aprendizaje y formación es vital y, aunque aun no se sabe qué competencias se necesitarán en el futuro, sí es posible analizar los éxitos empresariales de los últimos años y los puestos de trabajo que ha creado para tener una línea que seguir en aptitudes y habilidades más demandadas en el futuro. Por ejemplo, actualmente, el foco de las estrategias empresariales está puesto en la Inteligencia Artificial, de lo que se extrae que los empleos del futuro estarán relacionados con ella.


"El secreto es tener el cerebro entrenado para que sea flexible, abierto y ágil. Esto le facilitará adaptarse a los cambios e interiorizar con mayor rapidez las nuevas disciplinas y productos que puedan surgir", añaden los expertos.


Sobrecarga


La digitalización facilita el acceso a la información y al trabajo desde cualquier lugar y dispositivo, un punto positivo si se sabe cuándo desconectar. "Esta sobrecarga de información a nuestro cerebro reduce nuestra capacidad de concentración. Todo ello suele traducirse en estrés laboral, lo que repercute negativamente en el rumbo de las empresas", destan fuentes de la compañía, que inciden en la utilidad de la "creación de una cultura de empresa que se preocupe por el bienestar emocional de sus empleados y garantice valores comunes y un buen ambiente laboral".


Actualidad Laboral / Con información de Equipos y Talento