La inflación es un mal endémico en Argentina que ha tumbado ya varios gobiernos en su historia. El año pasado se colocó en un 25% y desde que Mauricio Macri llegó al Gobierno se ha disparado aún más, rondando o superando el 30% según los distintos cálculos. El nuevo presidente argentino y todo su equipo económico están muy preocupados con la inflación, han hecho de todo para intentar frenarla, sobre todo con presiones a los empresarios para que no suban injustificadamente los precios, pero nada parece dar el resultado esperado.
Macri acaba de optar por una fórmula novedosa: llama al activismo social, a la colaboración de los ciudadanos contra la inflación y los empresarios que abusan de la situación para aumentar sus beneficios. El presidente acaba de anunciar que el Gobierno creará una aplicación para móviles en la que los supermercados estarán obligados a publicar todos sus precios actualizados y así los ciudadanos podrán decidir qué supermercado de su zona les conviene más.
"Le hemos pedido a todos los supermercadistas que publiquen en Internet los precios de los artículos que ellos venden, para que con una aplicación de celular cualquier argentino pueda chequear donde se encuentra el mejor precio y así defender su salario. Ahí estaremos todos controlando", aseguró el mandatario.
Las distorsiones de precios en Argentina son descomunales, y todo depende del tipo de tarjeta que se use, del día en que se haga la compra, de manera que un producto puede valer un precio un lunes y la mitad un martes o puede haber variaciones inesperadas dentro de la misma marca que hacen imposible para una familia calcular cuánto se va a gastar en la compra.
Macri necesita resolver este problema cuanto antes porque si no baja la inflación no podrá hacer una negociación razonable de las subidas salariales de este año. Mañana tiene una reunión clave con los sindicatos, que están pidiendo aumentos de sueldos por encima del 30%, incluso el 35%.
El presidente ha admitido que este es un problema muy difícil de resolver en Argentina y que tardará al menos dos años en volver a una inflación de un dígito, similar a la del resto de países latinoamericanos. "Va a ser un camino que va a llevar de dos a tres años", aseguró.
Actualidad Laboral / Con información de El País