Los máximos ejecutivos de empresas no quieren revelar, tal como están pidiendo en Gran Bretaña, la relación que existe entre sus sueldos y el salario de los empleados. Según la patronal de empresarios CBI, ese dato podría "inducir a un genuino error".
Los ejecutivos mejor pagos se oponen a cualquier propuesta apuntada a desacelerar el aumento de sus salarios. Sus siete argumentos son los siguientes:
Nos lo merecemos. La "defensa de LOréal" alega que los CEO merecen cobrar un sueldo cien veces superior al de sus trabajadores porque ellos aportan cien veces más beneficios a los accionistas.
Joseph Bachelder, el abogado estadounidense que negoció los acuerdos salariales de los CEO mejor pagos de Estados Unidos, expuso esta defensa en 2004. Durante los 20 años que Jack Welch dirigió General Electric, cobró cerca de u$s 1000 millones.
"Durante el tiempo que ocupó el cargo, el valor de mercado de GE creció de u$s 12.000 millones a u$s 300.000 millones. ¿Cuánto costaron los 20 años de Jack Welch a los accionistas? Diez centavos por acción," aseguró Bachelder ese día.
Necesitamos algo que nos haga salir de la cama. Un salario alto no es suficiente. El máximo responsable de una empresa necesita un incentivo no sólo para esforzarse, sino para aplicar su energía en la dirección correcta. A algunos académicos e inversores les preocupa que los gerentes actúen en beneficio propio y no en el de los accionistas. Para que los directores tomen las medidas que más benefician a los accionistas, las compañías les ofrecen opciones sobre acciones.
Yo sólo trabajo acá. Los presidentes ejecutivos afirman que ellos no fijan sus propios salarios, sino los comités de remuneraciones. Como escribió Sir Martin Sorrell, el CEO de WPP: "Algunos piensan que me levanto todas las mañanas y que mientras me afeito tomo decisiones, incluyendo las relacionadas con los salarios. WPP cuenta con un consejo de administración y un comité de remuneraciones con libertad de pensamiento, que toman decisiones que consideran beneficiosas para la compañía y sus accionistas a largo plazo".
No tengo por qué tener este trabajo. Los directivos británicos hace tiempo ya afirmaban que era injusto que los CEO cobrasen mucho más en EE.UU.; y que si las compañías británicas no les pagaban más, se irían allí. Con el transcurso de los años, los presidentes ejecutivos han amenazado no sólo con abandonar sus países, sino también el sector de empresas con cotización pública. En 2008, Wolfgang Bernhard, una figura destacada de la industria automotriz alemana, se fue a trabajar a una firma de capital riesgo porque "quería trabajar sin leer su nombre todos los días en la prensa".
Podría haber sido deportista. ¿Y qué pasaba si Dara Khosrowshahi, el CEO de Expedia, se llevaba a su casa u$s 94,6 millones el año pasado, y Leslie Moonves, de CBS, u$s 56,4 millones? Según Forbes, Cristiano Ronaldo ganó u$s 88 millones en 2015 y Lionel Messi u$s 81,5 millones. ¿No deberían ganar los ejecutivos que emplean miles de personas tanto como quienes patean una pelota?
Quizás, pero las ganancias de las estrellas del fútbol las determina el mercado (lo que estén dispuestos a pagarles sus clubes y sus sponsors) y no un comité compuesto por sus pares pasados y presentes. Si un comité formado por Gareth Bale, Zlatan Ibrahimovic y David Beckham decidiera cuánto debería ganar Ronaldo, el intercambio de favores sería evidente.
Los otros tienen más que yo. Claramente está bien publicar los salarios de los ejecutivos; ¿quién podría defender que se paguen enormes sumas en secreto? Pero una vez que la gente sabe lo que ganan los otros, insisten en cobrar lo mismo. Las compañías creen que sus máximos responsables deberían estar en el cuartil salarial más alto. De lo contrario, ¿por qué los contratan?
Es complicado. Los CEOs se quejan de que la gente critica sus salarios porque no los entienden. Esta es la objeción que se puede hacer a la idea de la proporción salarial. Aseguran que las comparaciones son imposibles. El presidente ejecutivo de un banco de inversión cuyos empleados cobran elevadas sumas, parecerá más benevolente que el propietario de una fábrica cuyos trabajadores tienen sueldos bajos. Es cierto, pero los ratios salariales seguirían siendo útiles para comparar empresas del mismo sector.
Pero, mientras sus salarios aumentan, es de esperar que traten de frustrar las reformas.
Actualidad Laboral / Con información de El Cronista