Durante los últimos años, la migración extranjera ha sido un tema de debate constante dentro de la coyuntura del país y que genera polémica, más aún, el caso de la migración venezolana. Según los últimos datos de Naciones Unidas, en septiembre de 2022 se estimaba que 1,5 millones de venezolanos estaban en Perú. Esto es, el 10% de la población económicamente activa (PEA) urbana del país.
Esta realidad no, necesariamente, debería significar algo negativo para los salarios y oportunidades laborales de los peruanos. Sin embargo, si entran a la ecuación factores como la educación y habilidades de los migrantes, la situación del mercado laboral local y el nivel de informalidad, entre otros, la situación puede volverse un tanto más compleja.
La profesora del Departamento de Economía de la Universidad de Piura, Patricia Vera, explica que “la llegada masiva de migrantes puede generar competencia por los puestos de trabajo y presionar los salarios hacia abajo, especialmente en aquellas ocupaciones donde la sustituibilidad con los trabajadores locales es alta”, añadió la académica. “La informalidad en el mercado laboral también puede limitar la capacidad de la economía para absorber mano de obra extranjera sin perjudicar a los trabajadores locales”, precisó Vera.
¿Qué sucede en el Perú?
En nuestro país, la situación del mercado laboral no es muy alentadora. Según análisis de la Sociedad de Comercio Exterior del Perú, el mercado laboral peruano enfrenta muchos desafíos, particularmente el sector informal, ya que tiene características que lo hacen vulnerable.
La prevalencia de la informalidad, por ejemplo, limita la capacidad de la economía de absorber mano de obra extranjera sin afectar a los trabajadores locales. “La evidencia preliminar sugiere que los trabajadores venezolanos compiten directamente por los puestos de trabajo de los peruanos con salarios más bajos. Por lo tanto, si los venezolanos han desplazado a los peruanos de sus puestos de trabajo, los trabajadores peruanos menos calificados son los más afectados”, explicó la especialista de la Universidad de Piura.
Los migrantes venezolanos suelen encontrarse concentrados en ocupaciones relacionadas con los servicios, comercio y empleos elementales, tales como camareros, azafatas, cocineros, niñeros, trabajadores de cuidados personales, vendedores en quioscos y puestos de mercado, entre otros. Tanto es así, agrega la especialista de la UDEP, que de cada 10 venezolanos que trabajan, 6 de ellos realizan alguna de dichas ocupaciones. “En conjunto, cerca del 75% de los venezolanos en Perú están trabajando en algunos de estos sectores, lo cual ejerce una gran presión en los salarios y genera una competencia feroz”, agregó la docente.
Mirando hacia adelante
La migración extranjera no es el problema sino uno más profundo que se debe solucionar: la informalidad. Para ello, dice la docente, fortalecer el mercado laboral peruano y reducir la informalidad es crucial para el desarrollo económico y social de nuestro país.
Sobre la pregunta del millón: ¿afecta la migración extranjera al mercado laboral peruano? Según la docente esta es aún una pregunta abierta en la academia.
“En términos de salarios, parece no haber sido el caso. La mayoría de los estudios preliminares indican que el efecto es nulo o muy pequeño. En términos de empleo, la evidencia preliminar apunta a que la migración podría haber desplazado a trabajadores peruanos de sus puestos de trabajo, sobre todo en las ocupaciones en las que peruanos y venezolanos son sustitutos; es decir, en las ocupaciones para las que ambos pueden realizar las mismas tareas”, precisó Vera.
Y agregó: “Dado que los venezolanos compiten directamente con los peruanos que trabajan en ocupaciones menos remuneradas, los trabajadores peruanos menos calificados estarían siendo los más perjudicados”.
La informalidad no solo limita la protección y seguridad laboral de los trabajadores, sea cual sea su nacionalidad, sino que, a su vez, puede afectar negativamente su calidad de vida y bienestar. Por otro lado, el fortalecimiento del mercado laboral nacional fomenta la creación de empleos de calidad y mejora la productividad de las empresas, lo que impulsa el crecimiento económico. Un mercado laboral fuerte y regulado es esencial para garantizar la igualdad de oportunidades y proteger los derechos laborales de los trabajadores.
Actualidad Laboral / Con información de Revista Economía