La desigualdad salarial se ha convertido en un problema cada vez más grave en Estados Unidos. Hoy, el 1% de las familias con mayores ingresos ganan 26 veces más que el 99% restante. La diferencia lleva ya años ensanchándose, pero ha sido desde 2013 cuando ha dado un importante salto. En 2015, mientras el 'top 1' ingresaba una media de US$421.000 anuales antes de impuestos, la media del resto de estadounidense estaba en US$50.000.
Además, un estudio realizado por la Oficina del Censo de los Estados Unidos en colaboración con la Universidad de Harvard deja al descubierto que la raza es el principal factor que marca la desigualdad salarial de los trabajadores norteamericanos, por encima, incluso, de la clase social de nacimiento. Mientras los ciudadanos blancos tienen facilidades para ir aumentado su poder adquisitivo, los negros se enfrentan con un techo de cristal que limita sus capacidades de mejora económica.
Los resultados demuestran que un nativo americano nacido en el quintil (término utilizado para referirse a la distribución de ingresos de una población) con más dinero de Estados Unidos tiene casi un 20% de posibilidades de acabar cayendo al quintil con menos ingresos a lo largo de su vida, mientras que apenas el 9% de los blancos nacidos en el seno de las familias más adineradas acabarán formando parte del quintil más bajo.
Subir de quintil también está fuertemente marcado por el color de la piel. Los afroamericanos nacidos entre las familias con menos renta de Estados Unidos, solo tienen un 2,5% de posibilidades de acabar formando parte del quintil más rico del país. Para los blancos, esa posibilidad asciende hasta el 10%. Los asiáticos, son los que más posibilidades tienen de hacer real el sueño americano: un 16,9% acaba pasando del quintil más pobre al más adinerado.
Si bien las cifras de empleo dibujan un mercado laboral sólido con un desempleo en mínimos históricos, los salarios que llevan años estancados para el trabajador medio. En los últimos cincuenta años, el salario de los CEOs han aumentado a un ritmo 271 veces superior al de los trabajadores, mientras que durante la primera mitad del siglo XX el salario de los directivos aumentó 'solo' a una velocidad 20 veces mayor que el de los empleados.
Los datos de desigualdad, no obstante, no han sido siempre así. Entre 1928 y 1973, la brecha salarial entre ambos grupos fue decreciendo en casi todos los estados del país, una tendencia que hoy ha cambiado por completo. Entre 2009 y 2015, la desigualdad se ha ampliado en todos los territorios, demostrando que, tras el 'crash de 2008', la recuperación solo ha llegado a las clases más altas.
Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negocios