El mundo de los negocios se mueve a una velocidad supersónica. Aunque la tecnología ha facilitado la comunicación y el acceso a la información, también ha lanzado una nueva forma de economía en la que un empleado común puede ser fácilmente remplazado por un avance tecnológico.
La opción de usar algoritmos avanzados, visualizaciones de datos y robots en lugar de usar asistencia humana es mucho más atractiva para las empresas. Por consiguiente, la carga de demostrar que somos verdaderamente útiles ha recaído en el trabajador común.
Ser competente ya no es suficiente. Hoy más que nunca, es crucial para cualquier profesional no sólo ser capaz de realizar sus tareas, sino de hacerlas con la mayor eficacia, exactitud y creatividad posibles.
Tener un alto nivel de desempeño de manera consistente requiere mantener la concentración. Afortunadamente, hay formas de entrenarte a ti mismo para ser el tipo de individuo que no sólo da resultados, sino cuyos resultados lo convierten en el mejor de su área.
Define tus objetivos y prioriza tus tareas de acuerdo a ellos. El primer paso hacia la concentración es tener una imagen mental de lo que quieres lograr. Entender por qué estás haciendo cierta actividad y lo que esperas obtener al completarla le da claridad a tu proceso de pensamiento. Es importante escribir tus objetivos y precisar cómo cada tarea que realizas te ayuda a conseguir tus objetivos globales.
Ve despacio. Cuando trabajas lentamente de manera deliberada puedes poner más atención a la tarea que estás realizando. Cuando se trata de realizar actividades que requieran de tu completa concentración es importante tener la disciplina de mantener las cosas simples y de moverte a un ritmo que te conduzca directamente hacia un estado mental de concentración.
Practica la concentración intensa. Cuando fijas tu mente en cierto pensamiento y la mantienes ahí por intervalos consecutivos empiezas a desarrollar tu concentración. Debemos entender que el cerebro humano tiene muy limitada su capacidad de atención. Cuando le dedicas menos del 100% de concentración a una tarea debilitas tu habilidad de producir a un nivel que sea consistente con tus capacidades. Si quieres mejorar la calidad de tu trabajo, es imperativo que dejes a un lado cualquier otra actividad. Cuando distracciones como correos, pláticas con otros compañeros o preguntas de tus clientes compiten por tu nivel de atención, éstas disponen de una parte de la ya de por sí limitada capacidad mental que tenemos. Así que es mejor mantener las distracciones al margen hasta que termines la tarea que estás realizando o te arriesgas a obtener un resultado menor al que podrías ofrecer.
No postergues lo que sabes que tienes que hacer. Investigadores han demostrado que 15% de los adultos son procrastinadores crónicos. Aplazar tus tareas conlleva problemas en diferentes frentes. Primero, cuando un trabajo se queda incompleto se crea una presión mental exagerada que reduce tu habilidad para concentrarte en cualquier otro proyecto. Además, el fracaso de no haber hecho las cosas de inmediato y no haber visto cómo se termina ese proyecto se convierte en un hábito que a la larga deriva en problemas de autoestima. Prácticas como ponerte fechas de entrega, involucrarte en la planeación por adelantado y fraccionar un proyecto en pequeños pasos ayuda a combatir la procrastinación.
Enfócate en el producto final. Saber hacia dónde va un proyecto es primordial para que puedas concentrarte en una tarea. Entender lo que esperas de tus actividades te ayudará a ponerte a trabajar y te dará la capacidad de resistir hasta completarlas. Conforme evoluciona el mundo laboral y muchos profesionales se encuentran a sí mismos más cerca de competir contra tecnologías eficientes en algunos aspectos de su trabajo, son los que se mantienen enfocados y tienen mejores prácticas que los llevan a una eficiencia más alta los que llegarán a la cima, independientemente de la industria o la posición.
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