La rápida evolución de la robótica y la inteligencia artificial ha despertado los temores al impacto que estas tecnologías tendrán en el mercado laboral. La posibilidad de introducir un impuesto a los robots para compensar el empleo humano destruido es un debate de plena actualidad: esta misma semana, el Parlamento Europeo ha rechazado el gravamen, mientras que Bill Gates, uno de los gurús de la tecnología, se ha alzado como firme defensor.
El fundador de Microsoft sostiene que trabajo de los androides y máquinas inteligentes debe estar sometido al mismo impuesto que el trabajo humano. “Actualmente si un trabajador genera 50.000 dólares en una fábrica, esos ingresos están gravados, si un robot hace lo mismo, deberíamos gavarlo igual. Están al mismo nivel”, ha apuntado en una entrevista al medio digital Quartz.
Según un estudio realizado por la Universidad de Oxford en 2013 sobre el futuro del empleo, los robots podrían apoderarse de cerca de la mitad de los trabajos entre 2023 y 2033. Por su parte, un informe más reciente (2015) elaborado por McKinsey concluyó que la tecnología actual podría reemplazar el 45% de los empleos de hoy en día. Por ejemplo, según, PwC, los drones ya ahorran miles de millones de dólares en mano obra en sectores como la agricultura.
La idea de Gates es que se usen los ingresos que recibirían las arcas del Estado por cobrar a las empresas un tributo proporcional al beneficio que obtienen con la mano de obra automatizada para formar a las personas que han perdido su empleo en otras actividades en las que el conocimiento y la empatía humana es esencial. Se refiere, por ejemplo, a la enseñanza, al cuidado de ancianos o la ayuda a niños con necesidades, servicios sociales necesarios en los que hay poca fuerza de trabajo.
Es decir, lo que propone el multimillonario es aprovechar los avances tecnológicos para que más personas se dediquen a empleos que requieren la interacción, la compañía y el contacto del ser humano (y que cobren un sueldo digno por ello).
“No se puede renunciar a ese impuesto sobre la renta”, sentencia el fundador de Microsoft. Sin embargo, el mismo día que Gates hacía estas declaraciones, en la Eurocámara se discutía si pedir a la Comisión Europea la introducción de este gravamen: finalmente, ganó el rechazo a la propuesta, según la eurodiputada Mady Delvaux por “la coalición derechista formada por ALDE, PPE, y ECR” que rehusó “incluir en el texto las posibles consecuencias negativas de la robótica en el mercado laboral”.
Concretamente, el pleno del Parlamento Europeo debatía un informe sobre la regulación de la robótica, en el que además del impuesto se abría la puerta a una renta básica para mitigar el impacto en la economía del desempleo derivado del 'boom' de los robots. Aunque la propuesta para exigir nuevas normas a Bruselas salió adelante, del documento final se eliminaron estas dos propuestas clave relacionadas con el empleo.
El documento original fue redactado por la Comisión de Asuntos Jurídicos, liderada por Delvaux, y proponía obligar a las empresas a informar sobre la contribución de estas máquinas a sus resultados económicos y que los robots pagaran también impuestos para sostener los sistemas de seguridad social.
El tema también está presente en la carrera al Elíseo. El candidato socialista Benoît Hamon incluye en su programa un impuesto a los robots. “Si una máquina remplaza a un hombre y crea riqueza, no hay motivo alguno para que esa riqueza no sea gravada con impuestos”, defiende.
Actualidad Laboral / Con información de América Economía