17-04-2017
Los vientos de la recuperación tienen efectos balsámicos para el bolsillo de los contribuyentes. Los impuestos sobre el trabajo tienden a reducirse cuando la economía está de fiesta y a incrementarse cuando se apagan las luces.
Es una de las principales conclusiones del informe ‘Imposición salarial 2017’, difundido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde).
Un estudio que el ‘club’ formado por los 35 países más ricos del mundo publica cada año y en esta edición destaca que la presión fiscal sobre el trabajo se redujo en el 2016, por tercer año consecutivo, hasta el 36 por ciento, algo menos de una décima respecto al ejercicio anterior.
La organización, presidida por el mexicano Ángel Gurría, explica en el documento relacionado con los impuestos sobre el salario que estos retoman la tendencia descendente, que fue interrumpida durante los años de crisis.
Estos descensos en la presión fiscal sobre el trabajo se explican, sobre todo, por las reformas fiscales aprobadas en los últimos años. Los países que han emprendido profundos cambios en sus sistemas tributarios (España en el 2015 y 2016, y Bélgica y Austria el año pasado) han bajado de manera intensa los impuestos sobre la renta, mientras que los que no lo han hecho han subido levemente el impuesto. El balance es un descenso del conjunto porque las bajas son más pronunciadas que las subidas.
Los expertos advierten que en los últimos años se está produciendo un trasvase desde la imposición directa (impuesto sobre la renta y sociedades) hacia la indirecta (IVA y especiales).
Este cambio tributario perjudica la progresividad general del sistema, pues el IRPF es el principal tributo redistributivo de rentas. El documento también concluye que existen grandes diferencias de cuña fiscal, como denomina a la carga tributaria sobre el trabajo, entre los trabajadores individuales y los que tienen familia e hijos.
El informe de la Ocde explica además que la presión fiscal de España sobre el trabajo, incluyendo las cotizaciones a la seguridad social, supera la media: 39,5 por ciento del total de los costes laborales.
De esta tasa, los trabajadores tienen que pagar, en promedio, el 11,6 por ciento correspondiente al IRPF y otro 4,9 por ciento relacionado con cotizaciones a la seguridad social. El empresario carga con el 23 por ciento de las cotizaciones.
El estudio también ofrece la carga fiscal para un trabajador sin hijos. Este paga de media un 21,4 por ciento (un 15 por ciento de impuestos y un 6,4 por ciento de cotizaciones).
España ocupa el puesto 15 entre los países de la Ocde con mayor presión fiscal sobre el trabajo. Aunque el impuesto sobre la renta está entre los más bajos, sube posiciones en la clasificación final porque las cotizaciones sociales a cargo del empresario están entre las más altas.
Entre los países con más presión fiscal sobre los salarios están Bélgica (54 por ciento) y Alemania (49,4 por ciento). Mientras que los que tienen menos carga tributaria son Nueva Zelanda (17,9 por ciento) y México (20,1 por ciento).
El informe advierte que los impuestos sobre el trabajo que pagan las familias con niños son más bajos que los que liquidan los trabajadores individuales sin hijos, salvo en Chile y México, donde son los mismos.
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