Un poco más de 7.000 hondureños siguen su camino hacia los Estados Unidos, en la caravana de migrantes, sin que les importe los peligros que puedan enfrentar, según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas.
Desafiando el calor abrasador e incidentes de represión por parte de las fuerzas policiales mexicanas, la caravana de migrantes llegó ayer al estado de Chiapas, en el suroriente de México.
Según reportes de la agencia Efe , los datos proceden de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que junto a la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) está trabajando sobre el terreno para asistir e informar a los migrantes.
‘En este momento, se estima que la caravana incluye a 7.233 personas, muchas de las cuales tienen intención de continuar marchando hacia el norte', informó el portavoz Farhan Haq durante la conferencia de prensa diaria de la ONU.
‘Dios da la fuerza y uno tiene que poner la voluntad para seguir adelante, y si seguimos, le damos', cuenta a Efe José Jeovanny Mateo, un ilusionado joven de 20 años procedente del departamento de Ocotepeque, Honduras.
Este lunes el contingente viajó de Tapachula a Huixtla, alrededor de 35 kilómetros. La gran mayoría lo hace a pie, si bien algunos, si disponen de dinero, se mueven en transporte público cuando las fuerzas flaquean.
Es el caso de Isis Ramírez, de 32 años, que hoy tiene los pies destrozados y los lleva vendados. ‘En la caminata, los zapatos, como son de plantilla de hule, con lo caliente... y me duele un poquito, pero ya estoy mejor', remarcó a Efe .Ante decenas de medios de comunicación nacionales e internacionales, describieron este movimiento como un ‘éxodo' fruto de décadas de ‘hambre y muerte', apuntó Irineo Mujica, director de la ONG Pueblo Sin Fronteras.
Elena Lourdes Urbina denunció la separación de su hijo y su nieto, quienes están en una estación migratoria junto con más de mil personas que buscan tramitar una solicitud de refugio.
La enorme marcha, que se suma a otras realizadas con anterioridad, ha puesto en jaque a varios países y amenaza con romper la frágil relación diplomática entre México y Estados Unidos desde el arribo del republicano Donald Trump a la Casa Blanca.
Pese a los esfuerzos del Gobierno mexicano para detener el contingente, el río de personas no ha dejado de crecer y, de hecho, se habla que otra caravana podría ingresar al país, mientras que hay centenares de migrantes atrapados en el puente fronterizo entre Guatemala y México.
El futuro presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, pidió este domingo al Gobierno de Chiapas proteger a los migrantes en su travesía y ofreció visas de trabajo a partir del 1 de diciembre, cuando asuma el cargo.
Diversas organizaciones de madres de migrantes desaparecidos de Centroamérica demandaron ayer en Ciudad de Guatemala que los Gobiernos garanticen los derechos de la caravana de hondureños.
También instaron a la Policía Nacional Civil de Guatemala a ‘no asumir funciones de control inmigratorio que no le corresponden' y señalaron que han cometido ‘abusos de autoridad y violaciones de derechos humanos a las personas migrantes'.
Ha sido la política antiinmigratoria de Estados Unidos y México, así como las restricciones ‘a la libre movilidad de los países de Centroamérica', lo que ha ‘agudizado' las condiciones que ponen en ‘situación de mayor vulnerabilidad a personas que migran con irregularidad'.
Los migrantes, apuntaron las mujeres, son víctimas de ‘secuestros, extorsión, tortura, violencia sexual, trata, desaparición y asesinato', delitos cuyas consecuencias ‘alcanzan a sus familiares'.
Los más vulnerables, acotaron, son las mujeres, niños y adolescentes, las personas LGBTI y los mayas.
La caravana salió el 13 de octubre de San Pedro Sula (Honduras) con una estimación inicial de 4.000 personas, a las cuales se han ido sumando cientos de personas en el camino.
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