El economista jefe para Estados Unidos de Citi, Andrew Hollenhorst, destaca en un informe distribuido entre sus clientes que, desde principios de este año, su equipo ha sostenido que la inflación por encima de los objetivos marcados por la Reserva Federal probablemente sería más persistente de lo que esperaban tanto el mercado como los funcionarios del banco central del país.
"En estos momentos es claramente el caso, ya que los problemas más duraderos de la cadena de suministro han llevado a la continuación de los rápidos aumentos de los precios de los bienes", asegura Hollenhorst, quien añade que su atención se centra ahora en la posibilidad de que los aumentos salariales asociados a la rigidez del mercado laboral impulsen la inflación de los servicios y se integren en las expectativas.
Desde Citi prevén un Índice de Precios sobre el Gasto de Consumo Personal (PCE) subyacente interanual del 2,5% a finales de 2022, pero avisan que los riesgos todavía podrían apuntar a alzas aún mayores.
También explican cómo después de una década en la que los mercados se han centrado en la incapacidad de los bancos centrales para generar inflación, el régimen está cambiando a uno en el que los bancos centrales tendrán que mantener la credibilidad de estar dispuestos y ser capaces de evitar escenarios de mayor presión inflacionaria más allá de las metas establecidas.
"Consideramos que el riesgo de que se produzca una espiral de precios y salarios como la de los años 70 en EEUU es el más elevado desde aquel mismo periodo", destaca Hollenhorst. En este sentido para los economistas de Citi también existe un riesgo creciente de un posible cambio de régimen para la Reserva Federal, que podría tener que endurecer su política para evitar un ciclo de aumento de los salarios y los precios.
Esto supondría un importante cambio de régimen para los mercados financieros, donde los rendimientos del Tesoro suben (y los precios bajan) al mismo tiempo que los precios de los activos de riesgo caen, lo que significa que la renta fija ya no sirve como cobertura para las posiciones en activos de riesgo.
Para Hollenhorst y su equipo, el debate entre la idea de una inflación "transitoria" frente a una "persistente" se ha centrado en gran medida en la presión de los precios basada en los bienes y los datos, que actualmente se decantan claramente por el lado no tan transitorio. De hecho consideran que los problemas de la oferta nos acompañarán hasta bien entrado el año 2022 mientras que la demanda excepcional de bienes continúa.
Otro argumento que cuestiona la transitoriedad de la inflación es la oleada de trabajadores que algunos esperaban de vuelta al mercado laboral con la reapertura de los colegios y la expiración de los subsidios de desempleo, que no se ha materializado. Al mismo tiempo, los precios de los servicios han empezado a subir con los salarios.
Mientras estas dinámicas influenciarán los niveles para inflación en 2022, las expectativas ya reflejan cada vez más una inflación más elevada y más arraigada, lo que, en última instancia, puede provocar una mayor inflación a largo plazo.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista