Las personas que nos rodean a diario en el trabajo tienen una influencia en nosotros superior a lo que pensamos. En particular, un jefe puede marcarte en tu forma de trabajar por el resto de tu vida. Y aunque nuestra sociedad se llene a menudo de "jefes malvados", existen otros que, más que perturbar la calma del empleado, motivan y potencian sus habilidades. Si tienes un jefe así entenderás estas 10 sentencias que cercioran lo bueno de tu mandamás.

  • La comunicación debe ser intensa, lo que repercute de forma positiva en el trabajo diario. Un buen jefe saber cómo manejar una situación de tú a tú y salir airoso.

  • Los buenos jefes animan a sus empleados a potenciar sus habilidades y liderazgo. Estos intentarán hacer crecer constantemente a sus compañeros.

  • Un buen jefe no rota su personal constantemente. La clave está en la confianza y en amoldarse al trabajo ajeno y a la forma de actuar. Aceptarlo y mejorarlo es su obligación.

  • Un buen mandamás está abierto al cambio y aboga por nuevos modelos de trabajo y producción. Así, el mandamás no estará condenando su empresa al fracaso.

  • No toleran rumores o chismes en la oficina. Saben cómo aplacarlos y conocen sus efectos: merman y distraen el trabajo principal, además de poder afectar de forma grave a más de un trabajador.

  • Los mejores jefes aceptan siempre preguntas. Las dudas del personal son prioritarias a solucionar. Así, quitarte los miedos para hablar con el dueño del negocio es una necesidad.

  • Los buenos jefes atraen a gente con talento. La buena reputación del cabeza empresarial se hará rápidamente conocida y no tardarán en llegarles empleados cualificados y dispuestos a comprometerse.

  • Un buen jefe sabe controlarse resolviendo problemas. Las malas iras o los vocablos mal sonantes no forman parte de la estrategia del buen cabeza de equipo. Ser solvente en problemas empresariales va más allá de saber mandar.

  • Fomenta la cooperación en equipo. En ningún momento un jefe talentoso se atreve a sesgar un buen tándem profesional. Pero para cortarlo antes ha tenido que saber verlo, lo que es más difícil aún.

  • Hace que el equipo se sienta motivado y contento por las metas logradas en la empresa. Fomentar un objetivo y hacer al personal partícipe es una tarea que solo los buenos jefes saben llevar a cabo.


Actualidad Laboral / Con información de Forbes