Aunque las esperamos, deseamos y disfrutamos, y son uno de los acontecimientos sociales y litúrgicos más importantes del año. La larga cadena de celebraciones de las fiestas navideñas, puede ser una fuente de tensión psicológica a raíz de las prisas, el estrés y la infinidad de decisiones que implican las compras, los desplazamientos y las reuniones de esos días de ajetreo. Y estos días de diciembre y enero, tan especiales para las familias, llegan con el telón de fondo de la crisis del coronavirus en la que llevamos casi dos años inmersos; en vilo y con una incertidumbre sostenida, que erosiona nuestras energías.
La confluencia de estas y otras situaciones estresantes que nos afectan, podrían desencadenar una tormenta mental en nosotros. Pero, afortunadamente, disponemos de herramientas psicológicas para surfear las olas de malestar, que nos producen las ideas y emociones tempestuosas; sin que zozobre nuestra ilusión festiva.
“Las fiestas de Navidad pueden ser un foco de estrés sobreañadido en nuestra vida”, confirma Ana Gómez de Escauriaza, psicóloga y neuropsicóloga de la Clínica López Ibor, CLI, en Madrid, España. Señala que, “a la situación de prolongada ansiedad a la que muchas personas se están viendo sometidas, debido al modo en que están gestionando y sobrellevando la pandemia. Se unen la presión y el estrés de las compras, las reuniones y la vida acelerada de las fiestas navideñas”.
“Esta Navidad será diferente a las anteriores”, según Gómez. "Porque adaptarse a los cambios en la evolución de las cifras de la enfermedad covid-19, y a sus repercusiones, no resulta sencillo; cuando puede estar en riesgo la salud de nuestros seres queridos (...). La pandemia ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, de comunicarnos e incluso, puede influir en nuestros valores o prioridades. E incorporar estos cambios, requiere un trabajo de concienciación y una forma nueva de interpretar las situaciones; consistente en modificar creencias, comportamientos y aprender a gestionar nuestras emociones”, indica la especialista. “Estos cambios no siempre son fáciles de establecer en nuestra vida, por cuenta propia. Y sugiero acudir a un profesional, que puede ayudarnos a ir modificando nuestra forma de pensar, sentir y relacionarnos con los demás y con nosotros mismos”, apunta.
Consejos para conservar la energía mental
“El futuro es incierto y, a veces, no es sencillo manejarse en ese ámbito. Por lo que, priorizar el cuidado de nuestra salud mental es una garantía para el porvenir”, asegura la psicóloga de CLI. Quien sugiere algunas medidas prácticas para ayudarnos, a conservar nuestras energías y evitar el agotamiento mental tratando de surfear el estrés navideño:.
1- Establece nuevos propósitos
Para Gómez es fundamental marcarse pequeños objetivos, concretos, asumibles y a corto plazo. “La satisfacción de irlos alcanzando nos ayuda a sentirnos motivados, y a esforzarnos en mantenernos en el logro”, señala. Esta psicóloga recomienda establecer un avance, donde el nivel de exigencia aumente de manera progresiva. “¡Ponte en marcha! No esperes a tener ganas para actuar, las ganas de hacer algo aparecerán cuando empieces a hacer cosas nuevas y no al revés. Persiste sin desanimarte. La constancia es la clave para ver los primeros resultados. Alégrate por los pequeños logros. Cada pequeño paso te aproxima a la meta”, enfatiza.
2- Redefine tus prioridades
“Pararse a pensar en nuestras prioridades y redefinirlas es esencial cuando estamos mentalmente agotados”, según Gómez. Aconseja establecer cambios en materia de prioridades, pues no podemos rendir del mismo modo en todos los contextos. E invita a reflexionar sobre este asunto, a tomar conciencia del tiempo que empleamos, en cada una de las actividades de nuestra vida.
“Seguramente comprobarás que dedicas mucho de ese tiempo a cosas que no son prioritarias para ti”, señala. “¡Si puedes redefinir el modo en que ocupas tu tiempo, y establecer algunos cambios ¡adelante! Aunque, en ocasiones no es tan sencillo hacerlo”, admite. En esos casos esta psicóloga sugiere redefinir la importancia que le damos, a las situaciones que no podemos cambiar; y valorar la calidad del tiempo que dedicamos a nuestras prioridades.
3- Aprender a poner límites
"Aprender a decir no, a comunicarse de manera asertiva, es decir, de modo firme y honesto. Sin la agresividad ni pasividad, respetando nuestras decisiones, sentimientos y opiniones y respetando las ajenas; es fundamental para cuidar nuestra salud mental”, señala Gómez. “La comunicación es esencial para manejar y regular las emociones. Identificar lo que sentimos y tratar de expresarlo de una manera adecuada, para nosotros mismos y nuestro entorno; es una herramienta primordial para gestionar el malestar”, asegura. “La puesta de límites involucra la aceptación de las dificultades y el compromiso para cambiarlas”, señala.
Esta psicóloga recomienda hacer a diario el ejercicio de tomar conciencia de los límites que establecemos. Propone que prestemos atención al modo en que usamos el lenguaje y nos comunicamos. Y que tratemos de mejorar la manera en la que nos expresamos y comunicamos con nuestro entorno. “Las habilidades sociales se aprenden, se practican y se entrenan” puntualiza.
4- Recréate en los pequeños momentos
“¡Cuídate, quiérete! Toma conciencia de tus cinco sentidos y trata de conectar con estos. Entrégate al momento e intenta centrarte en cada cosa que haces”, señala. “El ritmo frenético que llevamos nos hace ‘estar en mil cosas’ al mismo tiempo. Por lo cual, no rendimos ni somos tan productivos en lo que hacemos; y se incrementan nuestros niveles de ansiedad y de malestar”, según Gómez.
“Detente durante unos segundos, respira profundamente y toma conciencia de cómo huele el café, que preparas rápidamente entre un email y una reunión. Párate y siente. Conecta con tus sentidos, centra tu atención en el gusto, la vista y el tacto. Recréate en lo que percibes”, recomienda. “Sabemos que lo importante está en las pequeñas cosas pero, a veces, no nos permitimos conectar con esos momentos”, puntualiza.
Actualidad Laboral / Con información The San Diego Union-Tribune