En el ámbito de la migración internacional, la formulación de políticas basadas en datos precisos y actualizados se ha vuelto esencial para enfrentar los desafíos contemporáneos. Estas permiten a los países gestionar de manera más eficaz los flujos migratorios, equilibrando el ingreso de personas que contribuyen al desarrollo social y económico con las preocupaciones de seguridad, integración social y estabilidad económica.


Sin embargo, la percepción de que dichas políticas son restrictivas puede surgir cuando las medidas para controlar la migración parecen desproporcionadas en relación con la demanda real de trabajadores en ciertos sectores económicos. En este contexto, uno de los mayores retos ha sido el desarrollo de herramientas, definiciones y marcos normativos estandarizados que faciliten la medición, caracterización y gobernanza de la migración internacional.


Esta realidad es especialmente relevante en países que buscan equilibrar la necesidad de controlar la migración con la demanda de trabajadores especializados o de sectores específicos. En algunos casos, las políticas pueden parecer restrictivas, pero al analizar más a fondo, se comprende que responden a las prioridades económicas y laborales del país. A continuación, se presentará el caso de tres países y la gestión que han hecho respecto de la tensión entre el control migratorio y la necesidad de fomentar la entrada de trabajadores requeridos por sus mercados de trabajo.


Desde el inicio de la explotación petrolera en 1938, Arabia Saudita ha dependido en gran medida de trabajadores migrantes para impulsar sectores clave como el petrolero, la construcción, el gobierno y los servicios. El Sistema Kafala, basado en un patrocinador que facilita la entrada de migrantes, ha sido fundamental en este proceso.


Sin embargo, la segmentación del mercado laboral, donde los saudíes ocupan principalmente empleos en el sector público y los migrantes en el privado, ha generado un desafío de integración de la población local, en especial entre los jóvenes y las mujeres. Para abordar este desequilibrio, el Gobierno saudí ha implementado medidas como la creación de agencias de intermediación laboral y reformas al sistema de patrocinio, con el objetivo de reducir la migración irregular y ampliar los derechos laborales de los migrantes.


Con el fin de nacionalizar el mercado laboral, Arabia Saudita ha introducido programas como Nitaqat, que impone cuotas de contratación de saudíes, y ha promovido la formación en áreas como la de tecnología y la de medicina. Estas políticas buscan aumentar la participación de los ciudadanos en el sector privado, que —tradicionalmente— ha sido ocupado por trabajadores migrantes. Aunque las iniciativas han reducido la participación de esas personas en ciertos sectores, la demanda de competencias y habilidades específicas que la población local aún no puede cubrir sigue siendo alta. El desafío radica en alinear la capacitación de los saudíes con las necesidades del mercado y en crear incentivos para que los empleadores prefieran contratar mano de obra nacional.


Canadá, por su parte, se ha consolidado como un referente en migración internacional, gracias a su enfoque inclusivo y flexible hacia la inmigración, la cual es considerada un pilar esencial de su identidad nacional.


El país ha desarrollado políticas que no solo facilitan la entrada de inmigrantes, sino que también se adaptan a las necesidades del mercado laboral. A través de sistemas de información sobre el empleo, Canadá puede anticipar las demandas de mano de obra y evaluar la efectividad de sus políticas en relación con la competitividad económica.


La implementación de un sistema de puntos y programas como el Federal Skilled Worker Program (FSWP) permite atraer a trabajadores altamente calificados, priorizando aquellos con experiencia en ocupaciones demandadas o con ofertas de trabajo en el país. La política migratoria canadiense ha evolucionado desde el sistema basado en puntos hasta un enfoque más dinámico que responde a las necesidades actuales del mercado laboral. Este método, conocido como Sistema de Entrada Exprés, ha reducido significativamente los tiempos de procesamiento de solicitudes, permitiendo que los migrantes calificados obtengan permisos en un plazo aproximado de seis meses.


A medida que se monitorean las condiciones del mercado laboral y el desempeño de los inmigrantes, Canadá ajusta sus requisitos para asegurar una integración efectiva y satisfacer las demandas económicas.


Por último, las políticas migratorias en Sudáfrica se han enfocado en tres áreas clave: la regularización de trabajadores provenientes de países vecinos, la participación de migrantes en sectores de baja cualificación y la atracción de profesionales altamente calificados para impulsar el crecimiento económico.


A lo largo de su historia, el país ha regularizado a muchos migrantes en el sector minero y ha enfrentado desafíos relacionados con la segregación laboral y el desempleo local. A pesar de los esfuerzos por integrar a los migrantes en la economía formal, ha persistido la informalidad, y las políticas no han sido completamente efectivas en coordinar las demandas del mercado laboral y la migración.


En años recientes, Sudáfrica ha buscado atraer migrantes calificados mediante la simplificación de procesos y la implementación de un sistema de puntos. Este sistema se basa en criterios como edad, experiencia y tipo de negocio, y busca facilitar la entrada de profesionales en sectores clave para el desarrollo del país. La nueva política también promueve la formación de la población local, la reunificación familiar, y la creación de mecanismos para la transferencia de competencias entre migrantes y locales.


Sin embargo, aún es necesario mejorar la coordinación institucional y la recopilación de datos para fortalecer la política migratoria. En conclusión, la gestión de la migración internacional requiere políticas flexibles y basadas en datos que equilibren el objetivo de controlar los flujos migratorios con la demanda económica de trabajadores especializados conforme se reduce la migración irregular.


Los ejemplos de Arabia Saudita, Canadá y Sudáfrica muestran que, aunque cada país enfrenta desafíos específicos, todos han implementado medidas que buscan alinear la migración con las necesidades de sus mercados laborales. Mientras que Arabia Saudita se enfoca en reducir la dependencia de migrantes en el sector privado y fomentar la capacitación de su población, Canadá destaca por su enfoque inclusivo que prioriza la atracción de migrantes calificados en áreas de alta demanda.


Sudáfrica, por su parte, ha avanzado en la regularización de migrantes y la consecución de profesionales especializados, aunque enfrenta desafíos en la integración laboral y la informalidad. El éxito de estas políticas depende de la capacidad de ajustarse a las dinámicas del mercado laboral, revisar el impacto de las políticas migratorias en la reducción de ingresos irregulares, visibilizar los aportes que los migrantes ofrecen al desarrollo económico y social de los países que los reciben, y de una adecuada coordinación institucional que facilite la adaptación de los migrantes y la competitividad económica.


Actualidad Laboral / Con información de Revista Credencial