¿Te vendiste por encima de tus posibilidades o fue el jefe quien te consideró todo un crack incluso antes de demostrarlo? Sea como fuere, lo cierto es que cuando no cumples con lo que se esperaba de ti en el trabajo te encuentras en una situación delicada a la que deberás poner remedio más pronto que tarde si no quieres que se encalle y vaya a peor. Y la solución pasa por una conversación con tu superior.

Diagnosticar una pérdida de confianza no es tarea fácil, pero los síntomas están ahí y quien no los quiera ver es porque no quiere enfrentarse a la realidad. "Si tu jefe comienza a supervisarte con mayor detalle o, por el contrario, si deja de hacerlo", apunta Montse Ventosa, socia directora de Grow, deberás tratar tu situación con él pues lo más probable es que tenga un problema con tu forma de trabajar. "Muchas veces el problema es que el jefe no te da feedback ni te llama la atención salvo de manera indirecta", advierte José Manuel Casado, socio director de 2C Consulting. Aun así, normalmente, cuando algo no marcha bien se enrarece el ambiente y se nota. Y si no se enmienda, el empleado tenderá a bloquearse y a perder aún más facultades y dejará de ser productivo. Es lo que viene a llamarse Efecto Pigmalión, es decir, la creencia que una persona tiene sobre otra puede influir en el rendimiento de ésta última.

Segunda oportunidad

Actuar por suposiciones siempre es un riesgo. Implica la asunción de unas responsabilidades que quizá no le corresponden al empleado. De ahí que cuando un jefe llama la atención a un colaborador que no está dando todo lo que puede en el trabajo hay que tomarlo como un síntoma de madurez y de liderazgo por parte del jefe, y una segunda oportunidad para el empleado. "Cuando el jefe corrige es para ayudar a crecer al trabajador, a que se gane el puesto", asegura Paco Muro, presidente de Otto Walter. Y no le falta razón. Con lo difícil que es encontrar en España a un superior que entienda la gestión de personas como una responsabilidad más del cargo es de aplaudir encontrarse con un buen líder que considere el diálogo la manera más efectiva para solucionar estos problemas. "Además, si te llaman la atención es que quieren seguir contando contigo, así que siempre que se haga con buenas formas, atiende esa corrección y responde siempre con un gracias por enseñarme", añade Muro. Una opinión que comparte con Ventosa, quien recuerda que un jefe debe ser un guía y no tanto un gestor, y motivar a sus colaboradores celebrando lo positivo y criticando lo negativo con el fin de enmendarlo. Es decir, a través de la crítica constructiva.

De todas maneras, culpar de tu déficit laboral al jefe es una actitud un tanto infantil. "Hay que ser crítico con uno mismo. A veces nos falta la modestia, lo que nos impide comprender las razones del superior", avisa Casado. Un comportamiento que siempre pasará factura, porque evidencia falta de madurez.

El proceso

Una vez que sabes que existe el problema deberás hacer lo posible para solucionarlo o plantearte salir de la compañía. Así, lo primero es aceptar que no estás dando todo de ti y "evitar las ganas de justificarte de cualquier cosa. Fuera los es ques que sólo activan tu lado defensivo y bloquean tu parte proactiva que es justo lo que necesitas para conservar el trabajo y mejorar. Pide ayuda y orientación y trata de focalizarte en conseguir logros concretos: si te han dicho que debes llamar a X clientes esta semana, hazlo. Y demuéstrate que sí eres capaz de cumplir. Simplemente, gánate el puesto. Entiende bien lo que esperan de ti y pon todo tu esfuerzo y atención en conseguirlo", aconseja Paco Muro.

Pero, antes de nada, "pídele a tu jefe que te explique claramente lo que no le ha gustado de tu trabajo, que te cuente cómo le habría gustado que lo hicieras, así como el resultado que había imaginado. Es muy importante dar este paso, porque si no sabes el cómo hacerlo ni el objetivo que se espera de ti es muy probable que vuelvas a cometer el mismo error, lo que dará lugar a una segunda reprimenda y producir, en consecuencia, una ruptura irreparable de la confianza", advierte Genoveva Vera, coach y experta en liderazgo.

Recomendaciones que coinciden con las que ofrece el resto de expertos, para quienes todavía el management en este país está demasiado embebido por una cultura en la que echar balones fuera y no ser claro en la comunicación son habituales en cualquier oficina.

Ser claro, tanto en el proceso de selección -por ambas partes- como en el día a día son clave para evitar este tipo de situaciones que intoxican el ambiente.

Y si no se puede resolver el problema... ¿Qué se debe hacer?

Pasa todos los días en cualquier oficina del mundo:el jefe pierde la confianza en uno de sus empleados más prometedores y, en lugar de mantener con él una charla reparadora, decide dejar pasar el tiempo para que el problema se soluciones solo. Una patada hacia adelante que no resolverá nada. Al contrario. Cuando se llega a esta situación, "habrá que analizar detenidamente el escenario y el problema que lo ha generado. Ver los recursos utilizados, los que no han servido, porque tal vez necesites una formación adicional para poder llevar a cabo tu trabajo con eficacia", indica Genoveva Vera, 'coach' y experta en liderazgo. Si ves que no encajas, si tu jefe te corrige una y otra vez por las mismas cosas y tú no entiendes porqué es tan importante eso que no se ha hecho bien, "está claro que ese no es tu sitio. Así que antes de que todo se tuerza a niveles indeseables ponte a buscar tu lugar. Las empresas y los empleados no son ni buenos ni malos, son como las parejas: encajan o no encajan e, incluso puede pasar que donde antes se estaba muy a gusto ahora ya no. En ese caso, habrá que buscar nuevos caminos", recomienda Paco Muro, presidente de Otto Walter. Pero antes de romper tu relación laboral, José Manuel Casado, socio director de 2C Consulting, aconseja escribir en un papel dos listas:una con las cosas que ganas si te vas y otra con las que pierdes. "Elabora un plan de acción, tanto para quedarte como para irte y ponlo en práctica". Sólo de esta manera podrás avanzar.

Contratos

Además del contrato habitual existe uno llamado 'contrato psicológico', un acuerdo tácito que implica conceptos como lealtad, confianza, responsabilidad y compromiso. Éste es el origen de la mayoría de despidos cuando no se cumple.

Actualidad Laboral / Con información de Expansión