El mundo laboral actual dista mucho de aquel modelo en el que se entraba a trabajar a una empresa siendo joven y se salía con la jubilación en la mano. Ahora, la fluidez y la flexibilidad de los trabajadores a la hora de cambiar de puestos es una constante (a veces impulsada por contratos precarios, a veces por unos objetivos laborales más ambiciosos), lo que hace que tengan que enfrentarse a continuas entrevistas de trabajo y a decisiones importantes que tomar en un breve periodo de tiempo.
Antes de aceptar una oferta de empleo, cabe meditarla y repensarla lo suficiente para que la decisión definitiva no acabe convirtiéndose en un error. Para poder decidir qué puestos de trabajo nos convienen (o no), hay que poner en práctica un truco muy sencillo: tener en cuenta los aspectos negativos de la propuesta.
Centrarse en los contras
Abbie Shipp, profesora de management en la Universidad de Tejas, explica a la CNBC cómo hay que desarrollar este truco que nos ayudará a tomar la mejor decisión posible ante una oferta de trabajo.
Lo primero, el paso básico, es hacer una lista de pros y contras. Este tipo de listados nos obligan a poner en claro cuáles son los beneficios y los perjuicios de las ofertas laborales y, a la vez, a distinguir qué aspectos nos gustan del trabajo y cuáles no. Una vez completado este paso, podremos "centrarnos en los aspectos más negativos", como explica Shipp, de la oferta de trabajo.
Dentro del listado de las características negativas del trabajo, habrá que cavilar y decidir con cuáles podríamos trabajar y podríamos tolerar (por ejemplo, podemos ir a trabajar un sábado al mes si la jornada se paga con un buen extra) y qué aspectos nos harían acabar queriendo dejar la empresa (no existe flexibilidad horaria, por ejemplo).
Una vez analizados los perjuicios con los que podríamos lidiar, solo queda reflexionar sobre el impacto que tendrían estos aspectos negativos en nuestro día a día: si la falta de flexibilidad nos limitaría el resto de actividades cotidianas, cómo conciliaríamos los horarios con otras responsabilidades, si hay que viajar mucho y eso nos afectaría en nuestras relaciones personales.
Aplicar este curioso truco puede ayudarnos a ver si el puesto de trabajo, la compañía y nuestros potenciales compañeros encajan en nuestras preferencias y gustos personales además de con nuestras metas laborales. Como especifica Abby, no todo el mundo "piensa sobre los aspectos de un trabajo que podrían ahuyentarles" dado que la gente tiende a evitar el riesgo y a centrarse en los aspectos más positivos de un cambio de trabajo.
Por último, hay que acabar determinando lo que ganaríamos cambiando de trabajo y lo que perderíamos dejando nuestro puesto. Si la pérdida acaba siendo más significativa que la ganancia, mejor desechar la oferta y continuar con nuestro empleador actual. Mucha gente tiende a conseguir un mejor salario cuando cambia de trabajo, pero no tienen en consideración que esto "puede afectar a nuestras finanzas o a nuestro crecimiento profesional". Además, cambiar repetidamente de trabajo acaba siendo una gran carga mental.
Actualidad Laboral / Con información de La Información