Durante la mayor parte del siglo XX, Japón ostentó el título de la mayor esperanza de vida del mundo. Un japonés, Jiroemon Kimura, vivió 116 años y 54 días, el hombre más viejo de la historia. Okinawa, una isla situada en el punto más meridional de Japón, es el hogar de cientos de centenarios (¡y supercentenarios!), y los habitantes de Okinawa presentan bajas tasas de cáncer, enfermedades cardíacas y demencia, probablemente debido a su dieta rica en nutrientes y basada en plantas.
Sin embargo, los japoneses no solo viven más tiempo. También son más felices, gracias en parte a un concepto llamado "ikigai".
Ikigai, que combina las palabras japonesas para "vivir" y "la realización de lo que uno espera", culmina en un ideal que podríamos considerar como "el sentido de la vida". Vivir con ikigai - tener algo por lo que despertarse por la mañana - es un componente clave de la cultura japonesa, que los investigadores creen que puede conducir a vidas más largas y satisfactorias.
Aunque el trabajo puede proporcionar un sentido de la identidad, los japoneses tienden a buscar un significado personal que perdure más allá de sus carreras; de hecho, solo el 31% de los japoneses encuestados definieron sus trabajos como "ikigai". Más que una trayectoria profesional o la búsqueda del éxito, el ikigai es una búsqueda sincera de un propósito en el día a día de la vida a través de las relaciones, las aficiones y las pasiones personales.
Para los supercentenarios que viven en Okinawa, esta mentalidad centrada en el significado parece estar dando sus frutos.
Definir tu ikigai como empresario
Todos queremos vivir una vida con sentido, incluso encontrar el sentido de la vida en general.
En la cultura occidental, perseguir los sueños es algo tan natural como prepararse una taza de café por la mañana. Nuestros padres y profesores nos dicen que podemos conseguir cualquier cosa que nos propongamos, animándonos a encontrar lo que nos apasiona y a hacerlo.
Sin embargo, encontrar esa chispa de ikigai - el impulso que nos despierta por la mañana antes del despertador y nos mantiene motivados y realizados cuando los tiempos son difíciles - no es tan sencillo como identificar lo que nos apasiona y lo que se nos da bien. Uno de los principios centrales del ikigai es utilizar tus pasiones y habilidades con generosidad (recibir un pago por ello es un extra raro).
Piensa en dos círculos concéntricos; el significado se encuentra en el espacio donde tus habilidades y las necesidades de los demás se superponen. Como escribió una vez el teólogo Frederick Buechner: "Tu vocación en la vida es donde tu mayor alegría se encuentra con la mayor necesidad del mundo". Así que el ikigai, y todos los viajes hacia el propósito, pueden empezar en el interior. Pero también se extienden mucho más allá del yo.
Encontrar el trabajo que te hace feliz
Si la búsqueda del sentido es como un rompecabezas, la primera pieza es encontrar el trabajo que nos alegra. Steve Jobs dijo en una ocasión: "La gente con pasión puede cambiar el mundo". Creo que es cierto: la Tierra es un lugar mejor cuando todos nos sentimos satisfechos y realizados.
Para averiguar qué tipo de trabajo te hace feliz, primero hazte algunas preguntas. ¿Qué es lo que te alegra en la vida? ¿Qué es lo que más te hace sentirte a ti mismo? ¿Cómo está tu mente preparada para trabajar? ¿Qué tipo de tareas y proyectos te resultan más naturales y en qué eres bueno?
Y lo que es más importante, ¿qué es lo que no te parece trabajo?
En un post emblemático sobre cómo hacer lo que te gusta, Paul Graham, fundador de Y Combinator, escribió:
"La prueba de si la gente ama lo que hace es si lo haría incluso si no le pagaran por ello, incluso si tuviera que trabajar en otro empleo para ganarse la vida. ¿Cuántos abogados de empresa harían su trabajo actual si tuvieran que hacerlo gratis, en su tiempo libre, y coger trabajos como camareros para mantenerse?".
Tal vez te guste pintar, o llenes tus horas libres escribiendo líneas de código o poesía. Tal vez siempre has querido formar una familia. Sea lo que sea lo que te ilumina, intenta incluirlo en tu vida. Porque cuando todos estamos auténticamente conectados con nosotros mismos, no solo podemos encontrar nuestro propósito, sino utilizar nuestras pasiones para crear un mundo mejor.
Integrar tu pasión con las necesidades de tu entorno
Hacer lo que te gusta es una pieza importante de la ecuación, pero es solo una pieza. ¿De qué servirían tus dones personales o tu felicidad si no los hicieras útiles? Deja una huella en el mundo, y experimenta el significado personal, empieza por mirar hacia fuera.
Como dijo León Tolstoi en una ocasión: "El único sentido de la vida es servir a la humanidad". Para averiguar cómo puedes servir con mayor eficacia, hazte otra serie de preguntas: ¿Qué necesidades ves a tu alrededor y cómo puedes utilizar tus pasiones personales para satisfacerlas?
Por ejemplo, pintar y escribir inspiran a la gente, y quizá les motivan en sus propios esfuerzos creativos. Las líneas de código que te gusta escribir podrían facilitar a la gente la conexión con sus seres queridos. Y tu pasión por la crianza de los hijos equipa a la próxima generación para vivir, liderar y amar bien.
Antes de que empieces a pensar que un enfoque hacia el exterior podría hacerte retroceder, en realidad hay pruebas científicas de que las personas que dan no solo están más sanas y viven más tiempo, sino que en realidad experimentan más felicidad: combustible para el fuego de tus sueños y pasiones.
Además, averiguar cómo puedes utilizar tus talentos y habilidades para mejorar la vida de los demás es realmente bueno para el negocio, ya que un enfoque de láser en la solución de los mayores problemas de alguien significa que tendrás marketing incorporado. Si te apasiona mejorar vidas, la gente percibirá la autenticidad y en tu trabajo, y se venderá solo.
Vivir en el punto óptimo
Encontrar tu pasión y utilizarla para el bien de otras personas es una dimensión de la obtención de un propósito en la vida, pero no siempre es sencillo. Si te centras demasiado en ti mismo y en tus intereses, puedes perder oportunidades de ayudar a los demás. Y si te centras demasiado en las necesidades de los demás e ignoras tus pasiones, te aburrirás y te quemarás rápidamente.
El psicólogo organizacional Adam Grant, autor de Give and Take, destaca el acto de equilibrio que supone vivir en la superposición de tu propia alegría y las necesidades del mundo. "La entrega desinteresada, en ausencia de instintos de autoconservación, se convierte fácilmente en algo abrumador", escribe. Grant introduce un rasgo llamado "otherish", que define como "estar dispuesto a dar más de lo que se recibe, pero sin perder de vista los propios intereses".
Tanto si lo llamas ikigai, vocación o sentido de la vida, esfuérzate por encontrar ese punto dulce. Puede que sea solo un trozo de espacio, pero está ahí, y merece la pena.
Actualidad Laboral / Con información de Ihodl