Tener como compañero a un incompetente es la peor experiencia que se pueda dar en el trabajo. Ese perfil de trabajador suele huir de todas las tareas y obligaciones posibles, pero además tiene el don de caer en gracia o de saber cómo arrastrar a otros a su equipo, los de la ley del mínimo esfuerzo.
Es injusto pero tú no eres así. Dejarse arrastrar por la apatía y la ineficacia resulta tentador. Sobre todo, si en tu empresa no te sientes valorado, pero a la larga, ese comportamiento acabará perjudicando tu futuro laboral.
Evita las críticas. Es fácil que este compañero sea el centro de atención de las conversaciones del resto de la plantilla. Mejor huir de esas reuniones.
No hagas su trabajo. Lo que él no haga no es tu responsabilidad. Si estáis en el mismo equipo, no termines lo que él debería hacer. Es una buena manera de dejar entrever a los responsables quien no está cumpliendo.
Si el estrés laboral, el trabajo precario y la carga excesiva de trabajo ya son motivos más que suficientes para sobrevivir en el mercado laboral, no malgastemos energías con un compañero de este tipo.
No le juzgues. La gran mayoría de estos compañeros, aprovechan para llegar tarde, irse el primero y no demostrar implicación con la empresa. Las razones puede ser: desmotivación por un empleo anterior o están quemados.
Habla con él con calma. No se trata de iniciar una discusión pero sí de dejar algunos puntos claros para que no piense que está bien o que no te molesta hacer parte de su trabajo.
A la larga, una persona que incompetente acaba siendo despedida para alivio del resto que debían cargar con su presencia. A no ser que su entrada en la empresa haya sido por recomendación pero, al fin y al cabo, todo negocio busca que la cuenta de resultados sea positiva. La paciencia es la clave para soportar esta situación.
Actualidad Laboral / Con información de Pymes y Autónomos