Uno de los efectos que dejó el 2020 y que comenzó antes de la pandemia del COVID-19 es el tema de la fatiga del cambio, es decir, el desgaste que los colaboradores experimentan frente a un cúmulo de cambios organizacionales complejos y continuos, que pueden incluir nuevos procesos, prácticas, actualizaciones de tecnología, entre otros, cuando no son implementados eficientemente.


Con todo lo que se vivió en 2020, es normal que la habilidad de absorber el cambio se deteriorara, pues como personas nos enfrentamos a periodos efímeros de cambio constante, cargados de incertidumbre debido a la contingencia como preocupaciones de salud, aislamiento social prolongado, nuevas dinámicas familiares y laborales.


Ana Michelle Concepción, vicepresidenta y directora general de venta empresarial y soluciones de negocio en AT&T México, explicó que en estos momentos difíciles, el papel del líder es estar cerca del equipo, en constante comunicación y brindándoles apoyo, pues esto facilitará el proceso de adaptación y el desarrollo de resiliencia.


Asimismo, para lograr que los equipos se conviertan en resilientes, se deben poner en práctica tres acciones, las cuales son:


Cultivar confianza: es fundamental hacer saber a los colaboradores que hay preocupación por ellos y se tienen sus intereses en cuenta. Según Gartner, los colaboradores que reportan una confianza alta en sus organizaciones tienen 2.6 veces más capacidad de cambio que aquellos con menor confianza.


Generar unidad: un equipo unido que comparte un sentido de pertenencia, conexión y metas en común es imparable. Se ha reportado que los equipos unidos tienen una capacidad de cambio 1.8 veces mayor que los equipos que carecen de cohesión.


Conocer a las personas: para brindarles un mejor apoyo como líder, es crucial conocer la historia de los colaboradores. “Analiza a cuántos cambios se han enfrentado y qué efecto han tenido en ellas. Esto permite cultivar empatía y llegar juntos a la resiliencia”, señala Concepción.


Actualidad Laboral / Con información de MBA Americaeconomia