Los conflictos interpersonales son una de las principales razones por las que muchas empresas fracasan. Pueden provocar estrés y crear un ambiente confuso e incómodo.
Sin embargo, el conflicto también puede hacernos mejores. El conflicto productivo puede acelerar la innovación. Además de mejorar los resultados laborales, puede mejorar las relaciones y conducir a una mayor satisfacción laboral.
Para poder participar en un conflicto saludable, necesitamos ser capaces de hacer algunas suposiciones básicas:
Un conflicto saludable indica diversos patrones de pensamiento y un interés personal en el trabajo. Estas son tres estrategias para asegurarte de que estás luchando hacia la innovación en lugar de la destrucción.
Permanecer en el mismo lado del problema
Cuando me siento frustrado, en el trabajo o en casa, me recuerdo a mí mismo que mi equipo no es más que eso: un equipo. Trabajamos hacia las mismas metas, compartiendo los mismos triunfos, y trabajando en los mismos problemas. Es posible que a veces no estemos de acuerdo en la estrategia o en la mejor forma de avanzar, pero incluso en esta situación, seguimos estando del mismo lado.
Cuando sientes que un amigo o un empleado es tu adversario, resulta fácil olvidar que ellos también están intentando hacerlo lo mejor posible. No obstante, no tendrías una relación o contratarías a alguien que no crees que sea una buena persona. Parte de la construcción de relaciones, ya sea en tu vida personal o en el trabajo, se basa en la confianza. En lugar de ver un error como un fracaso personal, al dar a la gente el beneficio de la duda, puedes ver más claramente las habilidades individuales o institucionales o las lagunas de conocimiento, sin ponerlas a la defensiva.
Aunque esto es principalmente un cambio de mentalidad, puede ejercer un impacto significativo en la comunicación. La resolución de problemas en equipo fortalece las relaciones. Considerar un conflicto no como una persona contra otra, sino como dos personas contra un problema, reduce la frustración y mejora la comunicación y los resultados. Al hablar de lo que "nosotros" queremos frente a lo que "yo" quiero, estás poniendo de manifiesto que te preocupas por un resultado positivo y que estás comprometido en la viabilidad a largo plazo de una solución para ambas partes.
No siempre tienes que llevar la razón
En algunas ocasiones me alejo de las conversaciones tensas y tengo problemas incluso a la hora de recordar sobre lo que hemos hablado. Recuerdo cómo me he sentido y lo que dije, pero no las ideas que ha defendido la otra persona, ya que simplemente estaba equivocada. Esto es algo bastante común. Cuando la gente discute, los participantes en la discusión suelen tener conversaciones similares pero paralelas. Se centran en tener razón y expresar su punto de vista en lugar de escuchar, establecer niveles y resolver problemas.
La necesidad de tener razón puede ser una sentencia de muerte para las relaciones, tanto personales como profesionales. Aunque se trata de un instinto natural totalmente comprensible, si te esfuerzas únicamente por tener razón, te estás perdiendo el punto de conflicto. El conflicto puede ser una oportunidad productiva para que dos personas expresen sus puntos de vista, sean escuchadas y aprendan. Si solo te preocupa ganar, estás limitando el impacto positivo de la experiencia.
Permite a los demás que te ayuden
En muchas interacciones sociales, y especialmente en el mundo de las startups, la gente parece sentir que no puede pedir ayuda. En algunas ocasiones creen que es un signo de debilidad. A menudo, la gente siente que pedir ayuda es una carga que hará que la gente se sienta resentida o que le gusten menos.
De acuerdo con los psicólogos, la realidad es totalmente lo opuesto. Se llama el efecto Benjamín Franklin. La premisa es que alguien que ya te ha hecho un favor es más probable que te haga otro favor que si se lo hubieras hecho tú. La teoría subyacente se basa en la disonancia cognitiva. Básicamente, racionalizamos nuestras acciones y nuestros sentimientos para que sean consistentes entre sí. Alguien que te ha hecho un favor racionalizará que lo ha hecho porque le gustas y por lo tanto es más probable que te haga otro.
Tiene sentido. Que te pidan ayuda es halagador. Indica confianza y admiración por la experiencia. Al pedir ayuda en vez de dirigir con una postura más argumentativa, estás demostrando que respetas a la otra persona y que intentas crear una conexión significativa. La gente que pide ayuda es percibida como más competente que la que no lo hace.
Actualidad Laboral / Con información de Ihdol / José Rodríguez