"Cuando vuelva de vacaciones voy a pedir un aumento de sueldo". Si esta frase se está convirtiendo en su mantra estival lo mejor que puede hacer para liberarse es hacerlo de verdad... pero no se apresure. Dirigirse al despacho de su jefe el día que regrese de vacaciones no es una buena idea. Trate de dar con el momento más adecuado -¡por supuesto que la máquina de café o el comedor no son una buena opción!-, pero no sin antes contar con una estrategia que deje a su superior sin argumentos. Su objetivo es terminar la conversación con una propuesta en firme de un incremento salarial, no valen medias tintas. Estos son los ingredientes que no pueden faltar en su discurso de tres minutos, 'lo bueno y breve dos veces bueno':
La compañía. Analice su departamento y la empresa a fondo. Si este año los resultados de ambas han sido óptimos tiene a su disposición el mejor punto de partida. La compañía está en beneficios y los proyectos en curso tienen buenas previsiones. Es el aval perfecto.
La competencia. Haga un análisis de las compañías que operan en su sector... si las cosas funcionan tiene un as en su manga. Obtenga cifras y las previsiones de crecimiento, que sean superiores a las que maneja su empresa es el mejor aliciente para pensar en el lanzamiento de nuevos productos, un escenario retador al que no podrá resistirse su superior para darle la razón.
El jefe. Asegúrese que la persona con la que habla es la adecuada para mediar en su aumento de sueldo. A veces no es necesario acudir al 'jefe supremo'. Convencer a un mando intermedio de su valía es la mejor vía para ser candidato a un aumento.
El puesto. Si el incremento salarial está ligado a un ascenso identifica que el puesto al que desea aspirar o proponga aquel en el que encajaría. En el caso de que esté muy seguro de la necesidad de crear una nueva categoría, recomiende aquellas personas que necesitaría para forma equipo. Aporte hechos concretos y cifras, de lo contrario pecará de prepotente, la baza más negativa para lograr un su incremento retributivo.
Las habilidades. Exhiba sus logros y reconozca sus errores y cómo los resolvió. Una combinación de honestidad y humildad es el mejor cóctel.
El momento. Aunque septiembre puede parecer el mes ideal, a veces compensa esperar a la preparación de los presupuestos anuales. Si coincide con 'la vuelta al cole' perfecto.
La negociación. Solucione, resuelva y proponga. Quejarse y lamentarse no es una opción. Aporte soluciones a problemas concretos y demuestre que tiene esas habilidades que ahora demanda el mercado laboral también para negociar un sueldo. Esta charla puede ser la mejor carta de presentación para demostrar sus dotes disuasorias pero con datos: no minusvalore la capacidad de su superior, lo más probable es que él o ella conozcan cómo trabaja más de lo que cree. Cuando solicito audiencia previó el motivo y comenzó a buscar a argumentos para negarle lo que usted ansía, ganar más.
El sueldo. Averigüe cuál es la retribución de mercado para un puesto como el suyo. Si está por debajo lo tiene más fácil, no tanto si cobra una cantidad similar a sus colegas en otras empresas. En este último caso, luche por un incremento que no exagerado, anulará sus opciones futuras a un nuevo aumento. Pero si este año ha cumplido y superado con creces sus objetivos, un poco de ambición tampoco será mal recibida.
La actitud. Procure no comentar a sus compañeros el objeto de su charla con el jefe, alguien se le puede adelantar o, peor aún, el colega más tóxico puede tratar de malmeter sobre sus intenciones.
El final. No termine la conversación sin una respuesta positiva o negativa. En el primer caso consiga la fecha efectiva del aumento, y si al final no has logrado sus objetivos, agradezca la atención prestada. ¿Las opciones? Esperar al año que viene o empezar a buscar un empleo más rentable.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión