El futuro del trabajo en América Latina está siendo impactado por el cambio tecnológico acelerado y otras megatendencias, lo cual se suma a los desafíos estructurales en los mercados laborales del pasado y del presente tales como la alta informalidad, la pobreza, la discriminación, el alto desempleo en particular de los jóvenes y las brechas de género, dijo el Director Regional de la OIT, José Manuel Salazar-Xirinachs, en una conferencia en esta ciudad.
“El futuro del trabajo es hoy día un tema viral, ha inundado los medios escritos y las redes sociales y es uno de los términos más buscados en internet en la región”, dijo Salazar al intervenir en la Conferencia: “El Futuro del Trabajo: Una Perspectiva desde América Latina“, realizada esta semana en el Centro para la Evaluación de Políticas basadas en la Evidencia (CEPE) de la Universidad Torcuato di Tella en Argentina.
Salazar destacó que la conversación sobre el futuro a menudo está centrada en “el tsunami tecnológico” que afectará a los empleos. Sin embargo aclaró que “cuando hablamos del futuro del trabajo en América Latina, tenemos que hablar también de nuestro punto de partida, del presente del trabajo”.
“Este presente se encuentra caracterizado por altos niveles de desempleo, en particular desempleo juvenil, por una incidencia de empleo informal que en promedio en la región es de 53%, por graves situaciones de violación de derechos laborales, y de discriminación por género y por etnias”, precisó.
El Director Regional de la OIT consideró que “podríamos hablar de una tormenta perfecta que combina los retos estructurales del siglo XX con los cambios acelerados del Siglo XXI. Y esto está produciendo grandes y complejas transiciones e impactos tanto para los trabajadores, como para las empresas y como para las economías y sociedades en su conjunto”.
En su presentación sobre “¿Qué hacer para construir un mejor futuro del trabajo en América Latina?”, destacó que en la región hay factores de cambio tecnológicos, demográficos, de desarrollo (o subdesarrollo) productivo, y en los modelos empresariales y de contratación, que influyen sobre la configuración de los futuros mercados laborales.
“La pregunta sobre cómo construir un mejor futuro del trabajo, que es fundamental y estratégica, tiene que combinar una conversación sobre cómo enfrentar los rezagos del siglo XX que no hemos podido superar, con la conversación sobre cómo enfrentar el tsunami tecnológico y otras megatendencias del Siglo XXI que nos están pegando fuertemente”, dijo Salazar.
“Lo cierto es que el mundo del trabajo está siendo digitalizado, automatizado, robotizado, globalizado, descarbonizado, tercerizado y desintermediado, a la vez que está caracterizado por la brechas de productividad y los déficit de trabajo decente que heredamos del pasado”, agregó.
Este futuro “y estas transiciones e impactos retan a las políticas, las instituciones y las viejas formas de hacer las cosas”, advirtió.
Salazar señaló y explicó seis líneas de acción para crear un mejor futuro del trabajo: crear y fortalecer espacios para pensar y actuar colectivamente con visión de largo plazo; una gran revolución en la educación y la formación profesional; apoyar las transiciones y proteger a los trabajadores mediante el rediseño de las instituciones y regulaciones del mercado laboral; una nueva agenda de políticas de desarrollo productivo para generar nuevos motores de crecimiento que traccionen el empleo; construir las nuevas autopistas digitales del Siglo 21 y enfrentar las consecuencias del cambio demográfico.
El encuentro en Buenos Aires, realizado el 3 de mayo, fue organizado en conjunto por el CEPE de la Universidad Torcuato di Tella y por la OIT en el marco de su Iniciativa sobre el Futuro del Trabajo, que fomenta el análisis, el diálogo y la reflexión sobre este tema al nivel mundial.
Actualidad Laboral / Con información de la OIT