La recopilación de datos, los trabajos manuales y otras tareas que, tradicionalmente, suponían una fortaleza en los perfiles profesionales, están perdiendo impulso en el mundo empresarial con motivo de la cada vez mayor automatización de los procesos. Ahora las competencias, llamadas blandas (capacidad de socializar, mostrar empatía y comunicarse con los demás), comienzan a ocupar una posición importante dentro del valor que se le da a un profesional, puesto que serán las que no puedan cubrir las máquinas.
Mientras que este impulso será vital para la supervivencia de algunas carreras, otras posiciones se estancarán hasta desaparecer o tener que renovarse casi por completo. Así al menos lo destaca un artículo publicado en Forbes donde, además, se dan las 3 claves que van a tener que cambiar los managers si quieren que los resultados de sus equipos sean eficaces.
Trabajar la comunicación escrita
El tiempo apremia y son pocos los que dedican un minuto a revisar el contenido de sus emails, a valorar cómo está siendo transmitido su mensaje: si es claro, conciso y contiene todos los datos suficientes. Tan importante es el dato que se quiere dar como el contexto que lo engloba, dado que es lo único que permitirá su compresión y aceptación total.
En este sentido, no se trata de incluir todos los detalles, pero sí perfilar el trasfondo que permite entender la razón de una decisión, especialmente porque es una de las principales demandas de los Millennials, la principal fuerza laboral en el presente y futuro.
Hay que tratar de cuidar la ortografía, el sentido y la concreción con la que se envían las informaciones. Una redacción poco clara o descuidada genera mensajes de seguimiento que piden claridad, lo que no hace más que aumentar la lista de correos a responder, perdiendo capacidad de eficiencia.
Mejorar la comunicación hablada
Para poder motivar, uno de los grandes elementos que impulsa la productividad y el compromiso de los empleados, hay que cuidar la forma en la que llegan los mensajes a los empleados, sin importar si se trata de una conversación formal e informal, individual o en grupo.
Para ello es vital saber qué cuestiones se quieres transmitir para después entrar en el cómo se organizan esas ideas para que el mensaje cobre fuerza. Hacer una lista con lo que deben recordar los receptores ayudará a que esa información no se desvirtúe.
Prestar atención al tono de voz
Del mismo modo que la comunicación no verbal proyecta un determinado sentimiento en la persona que esta ante el emisor, el tono de voz afecta a la forma en la que se percibe según que directriz. Forma parte de esa necesidad de que el empleado o cliente entienda el contexto y cuando lo que se dice no encaja con la forma en la que se cuenta, se proyecta una imagen de desconfianza sobre el emisor.
Por otro lado, todo mensaje motivacional requiere de un acompañamiento acústico que sólo es posible proyectar a través del tono de voz. El mensaje puede estar muy bien hilado, pero, si se cuenta bajo un tono lineal y sin emociones pierde su potencial inspirador.
Actualidad Laboral / Con información de Equipos y Talento