Antes del descalabro económico, que inició en 2008, ya estaba en entredicho la capacidad de la regulación del mercado laboral para responder a las exigencias de la vida laboral del siglo veintiuno. Después de la crisis, que aún persiste de una u otra forma en un número de países, se hizo evidente que urgen nuevos modelos.

La crisis ha provocado y ampliado cambios en la vida laboral que plantean grandes desafíos a los responsables políticos de todo el mundo: el aumento vertiginoso del desempleo, sobre todo entre los jóvenes; el crecimiento del trabajo cada vez más inseguro; el incremento de los trabajadores pobres; los efectos devastadores de las desigualdades; y la persistente y creciente informalidad, que con frecuencia ofrece empleos de muy baja calidad.

Estas tendencias significan que la experiencia real de muchos de los que integran la fuerza de trabajo difiere de los modelos de empleo adoptados por los marcos normativos. Además, las políticas de austeridad impusieron el desmantelamiento de la protección del trabajo sin reconocer los beneficios económicos y sociales de estos marcos.

Regular para el trabajo decente

La Conferencia sobre regulación para el trabajo decente 2015 , que se llevó a cabo en la sede de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del 8 al 10 de julio, congregó a expertos provenientes de todo el mundo para discutir sobre el futuro de la regulación del trabajo tras la crisis .

Los temas que se encuentran en primera línea de los debates mundiales sobre el futuro del trabajo, como la desigualdad, la inseguridad y el impacto de las medidas de austeridad, fueron analizados durante la Conferencia. Los participantes – más de 300 investigadores y responsables políticos de todas las regiones del mundo – acordaron que la legislación laboral, junto a políticas sólidas en materia macroeconómica, comercial y de inversiones, es decisiva para promover el trabajo decente.

Lo que se necesita son marcos legislativos sólidos asociados a mecanismos fuertes de implementación y de aplicación. En primer lugar, habría que concentrarse en identificar las formas de regulación más eficaces, que protejan a todos los trabajadores pero que a la vez pueda adaptarse, si es necesario, a las necesidades particulares de los grupos de trabajadores tradicionalmente desfavorecidos como las mujeres, los migrantes y los jóvenes.

Los proyectos de investigación presentados durante la Conferencia confirman que la regulación del trabajo es vital. Sin embargo, también sugieren que los sistemas normativos deberían ser reformados a fin de combinar los métodos de regulación tradicionales con mecanismos innovadores.

Los métodos analizados incluyeron, por ejemplo, aquellos que garantizan una seguridad del ingreso para los segmentos vulnerables de la población; promueven nuevas formas de sindicación, incluso en el sector informal; extienden los derechos laborales a lo largo de las cadenas de valor mundial; e integran efectivamente la regulación del mercado laboral en las estrategias de desarrollo.

Las formas inaceptables de trabajo, un enfoque innovador

Un desafío clave de la regulación del trabajo moderna, corroborado por los debates de la Conferencia, es la relevancia de las formas inaceptables de trabajo (FIT), definidas por la OIT como “el trabajo realizado en condiciones que vulneran los principios y derechos fundamentales en el trabajo, ponen en peligro la vida, la salud, la libertad, la dignidad humana y la seguridad de los trabajadores o mantienen a los hogares en situación de pobreza extrema”.

Una de las principales dificultades para hacer frente a las FIT, sin embargo, es que muchas de sus formas están fuera del alcance de las herramientas normativas tradicionales. Por lo tanto, son necesarios mecanismos legales y de aplicación que tengan la capacidad de extender los derechos laborales a los grupos desprotegidos. Estas instituciones deben asociar la regulación convencional con mecanismos innovadores y específicos que ofrezcan el tipo de protección que necesitan los trabajadores vulnerables.

No obstante, los métodos que pueden hacer realidad estos objetivos, aún no han sido establecidos. Se requiere experimentación para formular y poner a prueba formas de regulación innovadoras en contextos locales, investigar sus efectos, y hacer los ajustes necesarios.

Los trabajadores domésticos y el futuro de la legislación laboral

Un ámbito de experimentación importante es la serie de nuevas leyes que fueron promulgadas a raíz del Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189) en países tan diversos como Argentina, China, India y Japón.

Estos marcos jurídicos fueron objeto de intensos debates durante la Conferencia sobre regulación para el trabajo decente, no sólo por su promesa de intensificar la protección de los trabajadores domésticos, sino también a causa de la lección más general que de ellos puede derivarse para el futuro de la regulación del trabajo.

Los más significativos e innovadores de estos regímenes abarcan las características del trabajo doméstico: reconocen las necesidades particulares de los trabajadores domésticos que viven en el hogar del empleador; reforman los sistemas de protección social para incluir el trabajo doméstico; actualizan los mecanismos de aplicación para abarcar a los hogares privados; y proporcionan maneras innovadoras para reconfigurar los mecanismos de representación, los horarios de trabajo y el pago de los salarios.

Este espíritu de innovación debería ser adoptado más extensivamente, como lo sugirieron los debates en la Conferencia. Algunas estrategias extraídas de las leyes que regulan el trabajo doméstico pueden ser incorporadas a iniciativas para proteger otros grupos desatendidos como los trabajadores ocasionales o informales. De manera más extensiva, la experiencia de regular el trabajo doméstico ofrece ideas fundamentales para la implementación efectiva de las normas universales.

Asimilar estas lecciones sobre la complejidad del empleo en el período posterior a la crisis – y de la regulación efectiva – es esencial si el futuro de la regulación laboral ha de ser garantizar trabajo decente.

Actualidad Laboral / Con información de la OIT / Deirdre McCann , Durham Law School