14-02-2014

 

Actualmente, lograr un empleo se ha convertido en una odisea para muchos. Pero aunque las personas en búsqueda activa de empleo tienen ante sí un reto complicado -a pesar de la leve mejoría en el comportamiento del mercado laboral- merece la pena armarse de ánimos y usar todos los trucos a nuestro alcance.

Los procesos de selección de personal son escasos y las vacantes que surgen en las empresas se cubren de forma rápida con candidatos bien preparados, muchas veces sin necesidad de llegar a hacer públicas.

El número de aspirantes que se presentan a los procesos de selección es grande, por lo que se ha endurecido la competencia por acceder a los escasos puestos de trabajo disponibles. De esta forma cobra aún más importancia que nunca que los candidatos preparen concienzudamente aspectos como su currículum y las distintas pruebas a las que pueden enfrentarse en ese camino hacia la reinserción en el mercado.

La cita que sigue teniendo más peso en estos procesos es la entrevista personal, a la que hay que llegar con las ideas claras y con las respuestas a las preguntas que nos pueden plantear bien preparadas.

Lo normal es que en un proceso de selección para un puesto más o menos cualificado tengamos que realizar dos o tres entrevistas, aunque en algunos casos llegan a ser hasta seis. En las primeras hay que centrarse en los aspectos relacionados con el proyecto y tu desarrollo personal y profesional. Temas como la retribución, horarios o condiciones de trabajo es mejor dejarlos para las últimas y esperar a que sea nuestro interlocutor el primero en introducirlos.

Antes de comenzar la entrevista tenemos que conocer bien nuestro currículum y la empresa y el puesto al que estamos optando. Normalmente comienzan con unas preguntas de presentación y toma de contacto, para pasar después a las que buscan un intercambio de información sobre nuestra trayectoria profesional, competencias, logros y motivación.

Los expertos de MOA BPI dan una serie de recomendaciones generales a la hora de enfrentarse a esta importante cita:

  • No tutear a nuestro entrevistador a no ser que nos lo pida expresamente.
  • No invadir la mesa del reclutador con nuestros papeles u objetos.
  • No tomarse determinadas preguntas como un ataque.
  • Escuchar atentamente y asegurarse de haber comprendido bien las cuestiones que nos van planteando.
  • Relacionar siempre nuestras respuestas con el puesto de trabajo al que estás optando.
  • No contestar con monosílabos o respuestas cortas, pero ser preciso al mismo tiempo.
  • Tomarse unos segundos para pensar antes de responder.
  • Mantener en todo momento el contacto visual con nuestro interlocutor.
  • Controlar la comunicación no verbal: lo que más van a valorar es la seguridad en ti mismo y la naturalidad, no buscan robots sino personas.

En este encuentro personal el reclutador busca un determinado tipo de persona después de haber analizado nuestro currículum y el de otros muchos candidatos que aparentemente parecen encajar en el perfil. La clave del éxito está, más que en ser el mejor aspirante, en ser capaces de llevar a cabo la mejor exposición, en la comunicación. Y los 5 o 10 primeros minutos de esta conversación son los vitales para intentar conectar y crear interés en nuestro entrevistador. Si te formulan muchas preguntas y la charla se prolonga será señal de que estamos logrando nuestro objetivo. Si es breve y no nos dan pie a explicarnos, mala señal.

Para conseguirlo:

  • Hay que prepararse la entrevista de trabajo a conciencia. Pensar en qué tipo de situaciones concretas, capítulos profesionales anteriores y ejemplos vamos a utilizar a lo largo de la misma. No se trata de memorizar o soltar respuestas de forma automática. Se debe dar una sensación de naturalidad y espontaneidad, pero es mejor no improvisar. Se deben haber preparado antes y tener claras una serie de respuestas a los asuntos que pueden ser más comprometedores porque ayuda, y mucho, a salir airosos.
  • No se debe mentir, pero sí escoger aquellas respuestas que más nos benefician y evitar las que nos pueden descartar en el proceso de selección o pueden restarnos puntos. La única forma de contestar bien es que la respuesta sea verdad.
  • Siempre hay que comenzar y en la medida de lo posible cerrar las respuestas incidiendo en los aspectos positivos.
  • No se debe ser crítico. Sobre todo, nunca criticar a las empresa anteriores en las que se ha trabajo ni a los antiguos jefes o compañeros.
  • Hay que provocar situaciones para que nos pregunten aquello que más nos interesa explicar e intentar evitar dar pie a que nos interroguen sobre aquello que menos nos favorece.
  • No tiene por qué haber preguntas sobre la vida privada de los candidatos, pero si nos las hacen hay que contestarlas. Si no, parecerá que queremos ocultar algo negativo.
  • Hay que mostrarse motivado, pero no necesitado, ni llegar a suplicar por ese puesto de trabajo. Siempre hay que mantenerse en un terreno profesional y no entrar en lo personal.
  • Una entrevista de trabajo es una venta constante del candidato. Siempre que se tenga ocasión.
  • Hay que evitar hablar de los aspectos económicos o de las condiciones de trabajo del puesto en los primeros pasos del proceso de selección. Eso debe abordarse en los últimos pasos, cuando se tienen posibilidades reales de ser elegido.

Con información de lainformacion.com

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